En los años 60 se establecieron en el pueblo distintos puntos en los que los vecinos tuvieron acceso público al agua. En esa misma década comenzaron a funcionar en nuestro pueblo el depósito del agua (hoy puramente ornamental para nuestro skyline), el agua corriente para las casas y, después, el alcantarillado público. Desde luego, fue un gran avance para Las Pedroñeras, un nuevo signo de modernidad acorde con el resto de los municipios de nuestra comarca. De todo ello, con datos precisos, ha hablado ya por extenso en mi último libro Los trabajos y los días.
Es el caso que las fuentes públicas que se pusieron (sobre una docena) dejaron de funcionar con el tiempo y se fueron retirando también por otros y distintos motivos de sus sitios originales, cegándolas y eliminándolas definitivamente. Para algunas de ellas se buscó un nuevo emplazamiento, como es el caso de esta que os muestro de la báscula municipal, la de la avenida Sebastián Molina. Pero terminó también por eliminarse su uso por parte del Ayuntamiento por causas que unos encontrarán más justas y otros menos. En fin, que la fuente es ya solo ornamental, como un recuerdo de cemento de aquellas fuentes casi antiguas. Y ¡¡fijaos!!, la gente le ha encontrado un nuevo uso. Ahora sirve de papelera. ¡Qué ocurrencias! Basura, lugar donde uno deposita el bote de refresco que se ha bebido, la botella de plástico, la bolsa vacía de gusanitos y lo que venga a cuento. Otro uso habitual que uno observa desde su morada es el de servir de meadero. Uno se pone entre la pared y la fuente y deposita tranquila y sosegadamente sus orines en la espalda de la fuente. Son ideas geniales: urinario y papelera al mismo tiempo. Puedes mear tranquilamente sin que te vean la coleja (sí, es meadero solo para varones) y luego, por ejemplo, al terminar, dejar en la papelera el paquete de tabaco vacío o la "persicola" que te acabas de terminar mientras orinabas.
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