Tras la visita a la casa Ojillos y el chozo la Bisnieves (ver AQUÍ), encaminamos nuestros pasos hacia el pozo Morillo, con previa parada a Los Riscos, la casilla Ginche y de los Zoílos. Esta zona quebrada del pueblo es una de nuestras predilectas. No es Mancha, como no lo es gran parte de lo que fue término de Robredillo de Záncara. Sí que lo era, prácticamente en su totalidad nuestro término primigenio, antes de que tanto Robredillo como Martín Ovieco pasasen a formar parte de Pedroñeras, no sin fuertes disputas, sobre todo con La Alberca de Záncara y Belmonte. Es el caso que, finalmente, terminaron en posesión de nuestro pueblo y el pueblo ganó en riqueza (tierras, el río Záncara y sus molinos...), pero también en diversidad paisajística, en belleza.
Los Riscos es un paraje al que dan nombre esas inconfundibles y llamativas risqueras que uno ve a la derecha de la vereda si la coge hacia el norte. Es justo en el punto donde se desvía la senda que va a parar al pozo Morillo. Divino. Vale la pena bajar del vehículo y acercarse y patear estos riscos. Ya cruza por su lomo una senda para las bicis. De estas sendas está plagada la zona y circuitos que pasan por lugares singulares de esta parte norte del término. Uno, que ama esta naturaleza virgen y no hoyada, tiene su guardada opinión sobre ellas.
Es en 1480 cuando se precisan los límites de la dehesa de la Veguilla. Por lo que respecta a uno de los mojones, se dice: "va derecho donde se cruzan los caminos que van de Santiago [Santiaguillo] a Belmonte y del Robredillo al Pedernoso" [esto es, muy cerca de la antigua casa de los Cañavate en el Robredillo]. Y sigue a nuestro interés: "Y desde allí, derecho a unas peñas que están en el camino que va del Robredillo a Belmonte". Creo que estas peñas hay mucha probabilidad que no sean otras sinos estas de los Riscos, pues no están muy lejos del camino mencionado.
En fin, dejamos los hermosos riscos y seguimos a ver cómo anda la casilla Ginche. Para nuestra alegría, vemos que está muy bien conservada (los detalles sobre su origen y demás las tenéis en el libro Mapa de Las Pedroñeras. Toponimia histórica comentada)... la parte que se conserva, porque gran parte de las dependencias y corrales están derruidas totalmente, una ruina romántica que tiene su punto evocador y su belleza propia.
Finalmente, nos dirigimos al pozo Morillo, antiquísimo, y mojón de separación de nuestro pueblo con Belmonte. Tenía su brocal original de piedra hasta que un inculto y cafre ladronazo hijo de su madre lo robó furtivamente (furtivamente porque sabía que estaba robando, llevándose lo que era de todos para su propio lucro), de modo que el que ahora posee viene del pozo de doña Camila que estaba orillada del mismo y no es malo el empleo que le dieron. Este está afianzado para evitar otro deleznable acto similar. Antes de llegar al pozo, por la senda del Tornajuelo, paramos a echarle un vistazo a la casa de los Zoílos, que vemos su dueño está arreglando con buen criterio. También nos alegra esto.
Este pozo y su entorno se documenta, al ser mojón, desde el año 1282 (podéis leerlo en el libro señalado). Nos regocija verlo incluso con agua en estos tiempos de sequía. Y nos reconforta ver lo bien que está cuidado el paraje por los familiares de Ricardo, que fuera propietario de la casa situada a pocos metros, de piedra, fenomenal ejemplo de arquitectura rural con materiales del terreno. Preciosa está con sus antiguos corrales, su gorrinera... Da la gloria ver este entorno, que es uno de mis favoritos de nuestro término. Todo aquí respira placidez, descanso, reposado retiro, y bien merecería una oda.
Por no extenderme más, por aquí os dejos unas fotografía de esta parte del viajecete. Las pongo solo para daros envidia, que lo sepáis.
Los Riscos
Mi hijo Ángel con los riscos de fondo.
Yo prefiero salir de espaldas porque tengo mejor ver.
Parte de la extensa riquera, desde lo alto.
El musgo haciéndose apropiándose de una piedra.
El "carril-bici" por la loma de los Riscos.
Vista lateral de los riscos.
Una beyuna (o mierda de vaca) al borde de la vereda, junto a los Riscos. También tiene su estética.
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La casa Ginche parece que nos esperaba. Esta es la parte mejor conservada.
Mi hijo posando. ¡Cuánto está disfrutando de estos viajecetes!
La parte derrotada de la casa.
Los tapiales han quedado desnudos.
Uno pasó por la puerta, por no ser maleducado. Todavía se conserva parte del enlucido y la cal de las paredes interiores de esta dependencia.
La casa desde otro ángulo. Esta es la parte hundida.
Este pasaba por allí y le pedimos que se pusiera para una foto.
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La casa de los Zoílos. Un ejemplo de cómo mantener el patrimonio. Lo merece, más aún con el entorno que la rodea, ¡como para dejarla hundirse! ¡bien!
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El pozo y su pila. Si quitáis la tapa, luego hay que colocarla en su sitio. Y cuidad el entrono. Este pozo es parte de nuestra historia como pueblo. Pensar que, como mínimo, viene de época medieval ha de ser motivo de su conservación, vigilancia y cuidado.
Si observáis bien, tiene agua.
Desde otra perspectiva.
La casilla el hermano Ricardo.
Corrales aledaños a la casa.
La gorrinera se mantiene aún en pie y es digna de ser conservada. No veréis otra igual en nuestro pueblo ni término municipal.
El entorno es una preciosidad.
¡Habrá más viajecetes! ¡HASTA LA PRÓXIMA!
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