¡Qué cosas más maravillosas podemos visitar en nuestro término sin necesidad de viajar, reservar habitaciones de hotel o comer fuera de casa! Son visitas de una tarde o para los fines de semana, de dos o tres horas largas; cada uno lo que desee quedarse en el paraje en que se encuentre, porque no solo existen los elementos que describimos, porque el entorno (más en este tiempo primaveral y apetecible) es maravilloso, para degustar y saborear despaciosamente: la naturaleza vegetal floreciendo y revelándonos la vida, las aves, conejos, bichejos que ahora aparecen por todas partes yendo de un lado para otro, viviendo, latiendo, siendo que uno tiene la sensación de ser un extraño, alguien que ha venido a perturbar, un ser molesto que no encaja en ese entorno, en esa vida vegetal y animal que parecen de otro mundo, o de un mundo paralelo y, por lo tanto, incógnito.
El 4 de abril de este 2023 hice una de esas visitejas o viajecetes con mi hijo Ángel, que le está cogiendo el gustillo. Fueron apenas unas tres horas en un lugar previamente acotado, de diez a una de la mañana. Nos dirigimos primero por la vereda hasta la casa Ojillos. La pétrea casa en sí no deja de ser un vestigio pues está totalmente derrumbada con unos corrales en estado similar. El apelativo Ojillos en principio parece que provendría del apodo de su dueño o morador, pero uno quiere pensar que sea por esos "ojillos" que hay en sus inmediaciones. Me refiero a lo que en esta zona se denominó morteros o morterillos (y en otras latitudes, cazoletas). Buscad por Internet sobre su origen incierto. Abundan, como digo, en esta comarca. Hay más en nuestro término y alrededores (los de El Pedernoso son impresionantes, por su número y estar todos ellos juntos). ¿Para que se usarían? ¿De qué época hablamos? Otra incógnita... agazapada tras el silencio del paisaje. Una vez llevé a un conocido arqueólogo que ha operado en nuestra comunidad autónoma (y en San Blas, en nuestro término) y me dijo no tener ni idea. Existen unos estrechos conductos que llegan hasta ellos y quizá esto pueda indicarles algo a los especialistas. Siento no poder deciros nada más, pero os dejo este enlace que aporta algunas soluciones provisionales.
Después de disfrutar con los morterillos (tres hay aquí; y otros en diversos puntos de los que ya di noticia en el libro Mapa de Las Pedroñeras. Toponimia histórica comentada), nos encaminamos hacia el cercano chozo de la Bisnieves. Desconozco el origen de este nombre, aunque algunas hipótesis apunto en el libro. También fue conocido hace más de cien años con el nombre de chozo de los Acedos o Salcedos. El chocete es del tipo pedroñero, en forma de cascarón de huevo, y se conserva tal y como lo venimos conociendo estos últimos años: un boquete amplio casi anuncia que podría desmoronarse de un momento a otro. Y junto a él, un corral, amplio, de paredes altas en su día, con piedras bien elegidas. Que aún queden algunos de estos chozos en nuestro término es casi un milagro, dado que dejaron de utilizarse hace tiempo y no se ha efectuado su debida protección y afianzamiento por parte de las autoridades competentes. En fin, ese aspecto romántico ruinoso también los hace bellos, pero verlos hundidos sería un mazazo, o mejor, una revelación de nuestra ignorancia e ingratitud.
Os dejo unas seleccionadas fotos del momento que de seguro os gustarán. Así sea.
[Continuará (prometido)].
Casa Ojillos y sus morteros
Nuestro Lugar desde una choza cercana a la casa Ojillos.
La casa el Sol desde la casa Ojillos.
La casa Ojillos entre las carrascas.
Primer mortero de la casa Ojillos. Observad el canalillo que llega hasta él.
Segundo mortero. También tiene una muesca tallada en el borde de enfrente.
Un calderón en una risquera aledaña.
Tercer mortero (no terminado) alejado de la pareja anterior.
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Chozo la Bisnieves
Un águila nos salió en la senda Garnosa, de camino al chozo (se paró en lo alto de la carrasca)
A su pareja la cazamos al vuelo (parte izquierda de la foto, camuflada con el grisáceo terreno)
Lo pillamos con la boca abierta. ¡Qué lástima!
En su interior, el esqueleto de un zorro que, en su día, vimos muerto recientemente.
Bebedero tallado en la roca en las inmediaciones del chozo.
El chozo desde el costado en que se observa más entero.
En esta foto se observan las dimensiones del ahora derruido corral del chozo la Bisnieves.
¡Hasta el próximo viajecete!
(Continuará)
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