Las primeras noticias referentes a la sanidad pública de Las Pedroñeras que aparecen constatadas en documentos consistoriales son de finales del siglo XVIII. La mayoría de ellas se han recogido de manera más o menos resumida en 20 provechosas páginas del libro Los trabajos y los días (el tercero de la serie cuyo título general es Guía Secreta). Desde el llamado "Cuestionario de Tomás López" (del año 1787) hasta los años 60 del siglo XX se consignan estas noticias sanitarias y contratos médicos, que nos ayudan a ampliar esa visión histórica del devenir de nuestro pueblo.
Son muchas las enfermedades y pandemias por las que desde esta época hasta la actualidad ha pasado Pedroñeras y cada uno de estos episodios supuso tomar decisiones importantes para prevenir o acabar con tales epidemias que, en muchos casos, supuso la muerte de muchas personas (incluso médicos). Hablamos de tercianas (calenturas, malaria), tifus (tabardillo), fiebre amarilla, cólera morbo, viruela, difteria (garrotillo), sarampión, fiebre tifoidea, gripe, escarlatina, parotiditis (paperas), disentería (diarrea), paludismo, tosferina... y quizá me deje alguna por mencionar.
Todo esto determinó medidas sanitarias e higiénicas en nuestro Lugar, unas veces fueron adoptadas de modo particular, pero en la mayoría se involucró a la totalidad de la población, y la concienciación consistió en la obligación de adoptar y seguir de terminadas medidas que podían venir de de la Junta Sanitaria de Cuenca o del mismo Ayuntamiento por consejo o prescripción de los facultativos. Consistió mayormente en el cierre de escuelas y barberías, pelados al cero, blanqueo de fachadas, limpieza de acequias, limpieza y desinfección de ropas, calles (prohibición de vertidos, orinar...), de casas, plazas, pudrideros, mataderos, tiendas, lugares con aguas estancadas, clausura de pozos municipales de agua potable (el del Pilar, el pozo Nuevo...), el tratamiento de las basuras, construcción del toril de la iglesia, vacunaciones, ventilación de espacios cerrados, usos del alcohol, el azufre, el zotal... e incluso rogativas con pago a la Iglesia.
Todo esto se cuenta con detalle en el libro, en las páginas dedicadas a ello más otras que, en lugar distinto, afectan a la intervención veterinaria y control de alimentos.
Uno recuerda aquella epidemia de varicela que en mi época de colegio (fueron los primeros años 80) nos afectó a la mayoría de los niños llenándonos el cuerpo de granos que nuestras madres embadurnaban de Talquistina, unos polvos blancos que venían en botecitos con un tapón de color rosado. Ese picor es imposible olvidarlo. Leyendo estas medidas, uno pronto las relacionará con las tomadas en nuestros días a causa de la última pandemia de covid (yo, al menos, pensaba: "no ha cambiado nada").
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