La mayor parte de este nuevo libro sobre Las Pedroñeras, Los trabajos y los días, está dedicado a trabajos o faenas o tareas que han caído en desuso. Si no pasa nada y el tiempo no lo impide, quizá en el próximo libro hable con el detalle que deriva de las entrevistas a quienes han practicado con ellos de oficios perdidos, como los son el de tejero o el de guarnicionero (estos ya prácticamente los tengo facturados), y otros que han cambiado muchísimo con respecto a la manera en que se practicaban hace ya unas largas décadas, como el de panadero, albañil o herrero. Es lo que tengo en mente, pero ya veremos; son solo proyectos.
Uno de los apartados más interesantes de este último libro, a mi modo de ver, es el dedicado al oficio de carretero, al que se han dedicado más de 20 páginas. Para ello hemos contado con un informante muy especial, Segismundo Esteban Araque "Segis", el último carretero, que en varias entrevistas (unas ocho horas de conversación) y gracias a su espléndida memoria conocemos ahora pormenorizadamente: me refiero a todo aquello que formaba parte de ese oficio perdido que consistía en hacer carros y galeras. Segis nos habló largo y tendido sobre ello, pero también de otras facetas que tenían más relación con la carpintería en la que, igualmente, se empleó.
Toda la larga historia de esta familia de carpinteros se ha recogido en el libro, de cómo Segis fue aprendiendo y practicando con él, primero ayudando a su padre y, luego, teniendo él mismo su propia carretería-carpintería. Segis nos describió todo el proceso que se seguía para hacer un carro, desde que se serraba y traía la madera del monte o de La Veguilla hasta que se le daban al carro (o galera) los últimos toques de maestro para que el producto terminase siendo el deseado.
Segis nos habló de las herramientas que se usaban en cada momento, y que aún conserva, del proceso que se iba siguiendo desde la formación del cubo de la rueda, que era lo primero que se realizaba, del enraye (poner los rayos a las ruedas), del momento en que se articulaban las pinas, el aro y la manguilla, con la correspondiente visita al herrero, de la labor de enejar, en la que su padre era un auténtico maestro... y cómo, una vez confeccionadas las ruedas, se fabricaban la caja y la plataforma del carro. Y lo mismo sobre el trabajo para hacer una galera. El vocabulario en torno a estos trabajos, casi un arte, es extensísimo y sumamente interesante, de una riqueza singular. ¡Cuánto se aprende, amigos!
Pero Segis también nos contó cómo se hacía una banca, las tijeras de los tejados, portadas de madera, yugos, tumbillos, tornajas, cabinas de tractor... y todo aquello para lo que se empleaba la madera en aquella época. Todo lo sabe porque con todo ha practicado siendo un maestro y es un oficio con el que sigue conviviendo aunque se jubiló hace tiempo, habiendo en su última época trabajos artesanales que exhibe en su taller.
El apartado se cierra con la lista de los carreteros que, desde el año 1883, ejercieron el oficio en Las Pedroñeras.
Un auténtico lujo, en definitiva, pues todo este trabajo ha quedado aquí recogido para siempre y descrito con sumo cuidado y detalle. Y todo ello se debe a la generosidad y simpatía de nuestro paisano, con el que todos quedamos en deuda. Solo nos queda decirle ¡GRACIAS, SEGIS!
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