Uno de los apartados más interesantes del libro es, a mi juicio, el que se dedica a los caminos de nuestro término. Pocos vamos conociendo ya por sus nombres antiguos, a no ser los que más transitamos y, aun así, seguro que muchos desconocéis cuál es el camino de Manjavacas, cuál el antiguo de Pedroñeras a La Alberca, o el que llevaba a Las Mesas, cuál el carril de La Piedra o la Senda Cabeza Porra...
Más de 200 caminos apuntamos con la información puntual sobre cada uno de ellos en ese libro. Son para uno nombres mágicos: el carril de los Alamillos, el camino del Chirrión, el carril de la Escolástica, el carril del Pan, el camino de las Vigas, el camino de la Atalayuela, el carril Tenajero, la senda de los Muleteros, el carril de la Tociniega, la senda Garnosa y un larguísimo etcétera de nombres abandonados y que deberíamos recuperar, porque solo se ama aquello a lo que damos un nombre propio; pensadlo si no.
Ampliamente se habla de algunos principales, como la Vereda, de la que se aportan numerosos datos históricos. O de la carretera general, antiguo camino de Madrid a Valencia donde se relatan los numerosos accidentes, mortales, que en ella se han producido durante el siglo XX a su paso por nuestro término, más aún en la llamada Cuesta Grande o de los Mataos.
Uno podrá comprobar también que algunos de estos caminos, señalados todos en el mapa hecho a mano, de nuestro término, han desaparecido o se han desviado de su antiguo trayecto. Otros, en cambio, mantienen unos nombres que les viene de épocas medievales; otros cambiaron ese nombre con el paso del tiempo. Algunos, ni fueron bautizados.
En fin, un auténtico manual para el paseante, para el viajero, para todo aquel que albergue un mínimo amor por el lugar donde nació, para el caminante y amante del campo, para todos vosotros, que teniéndolo entre vuestras manos, tendréis también el pueblo a vuestros pies... para caminarlo.
Ángel Carrasco Sotos
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