Con gozo y regocijo inesperados recibimos esta información de nuestra amiga María José Martínez Carrión. Se trata de un texto debido a David González Corchado referente al estudio de "la certificación postal más antigua conocida" (así se titula el artículo redactado para dar cuenta, entre otras cuestiones, de este propósito). Resulta, amigos, que esa primera carta certificada está fechada en un 28 de enero de 1599 en nuestro pueblo de Las Pedroñeras. Es ni más ni menos que esta que aparece aquí abajo.
Esta es su transcripción:
El Rey
Don Luis Carrillo de Toledo mi Gobernador y Capitán General en el Reino de Galicia. Por
convenir a mi servicio que, con mucha brevedad, diligencia y cuidado, se recoja y junte el dinero
que en cualquier manera me pertenezca en estos Reinos y fuera de ellos, he ordenado y mandado
que se trate de recoger el dicho dinero y que se entregue a mi Tesorero General de las arcas de tres
llaves con intervención de los contadores de la razón de mi hacienda para efectos de mi servicio. Y
porque mejor se cumpla y ejecute yo ordeno y mando que con toda diligencia y cuidado hágase
juntar y enviar, como queda dicho, el dinero que procediere y me tocare por cualquier vía que por
esa Audiencia haya pasado o pasare y ayudándoos y teniendo buena correspondencia con los
demás tribunales a quien he mandado lo mismo me daréis aviso de lo que se fuere haciendo para
saber como se cumple mi mandado, en Las Pedroñeras a 28 de enero de 1599.
Yo El Rey (rúbrica)
Don Martin de Idiaguez (rúbrica)
La firma es del rey Felipe III. La parte del artículo referente a esta carta es extenso y de él extractaremos algunos fragmentos a nuestro interés en relación a Las Pedroñeras. No os lo perdáis.
Origen del sobrescrito:
"La carta se encuentra datada en Las Pedroñeras, población perteneciente a la Corona de Castilla,
actualmente en la provincia de Cuenca. En el siglo XV era una pequeña aldea formada por algunas
casas de adobe y unos 150 habitantes pero el 28 de enero de 1470 recibe el título de Villa de
Realengo, en pago a su colaboración a favor de la causa de los Reyes Católicos en su lucha contra el
tercer Marqués de Villena, partidario de Juana “la Beltraneja”. Este nombramiento será nuevamente
confirmado en 1479 y ratificado en las décadas siguientes por diferentes monarcas de la Casa de
Austria. En el siglo XVII la villa ya pasaba del millar de habitantes".
Marco histórico:
"La Jornada de Valencia de 1599:
El hecho de encontrarse Felipe III en la villa de Las Pedroñeras aquel 28 de enero de 1599, obedeció a que dicho lugar se encontraba situado en el camino de la carrera de postas que unía la ciudad de Valencia con Madrid. Días antes el monarca había partido hacia la ciudad del Turia para ratificar los votos nupciales con su prima Margarita de Austria, con la cual ya se encontraba desposado por poderes desde el 13 de noviembre del año anterior en la ciudad italiana de Ferrara, de manos del papa Clemente VIII. El hecho de haber escogido Valencia para celebrar esta ceremonia hay que atribuírselo, una vez más, a Don Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia y futuro duque de Lerma (título que obtuvo ese mismo año), que por aquel entonces ya empezaba a ejercer una importante influencia en la débil voluntad del joven rey. El monarca partió de la Corte el 21 de enero, siendo posible reconstruir gran parte del itinerario seguido a partir de los comentarios que aparecen en las cartas de algunos de los cortesanos que lo acompañaban y que se han conservado, así como de las crónicas de la época. Estas evidencias ponen de manifiesto que prácticamente, todo el recorrido se hizo por la posta, es decir, siguiendo el itinerario destinado a los correos para el envío de comunicados entre Valencia y la Corte. La tónica general para este tipo de viajes reales llamados “jornadas” consistía en que, previamente al comienzo del mismo, el Correo Mayor General, acompañara al “aposentador de camino” para supervisar todo el recorrido, estableciendo los lugares de parada y pernocta del rey y su séquito. También debía articular un servicio de correos extraordinarios que acompañarían al séquito garantizando las comunicaciones desde cualquier punto del itinerario seguido, no solo con Madrid, El Duque de Lerma sino con todos los territorios de sus extensos dominios, ya que en aquel tiempo el centro neurálgico del Imperio Español estaba donde se encontrara en cada momento Su Católica Majestad. Durante el transcurso de estos viajes reales las paradas no se realizaban necesariamente en las aldeas y posadas que solía utilizar los correos y otros viajeros para almorzar o dormir, sino que el séquito se desplazaba siguiendo su propio ritmo pudiendo alterar tanto los puntos donde descansarían como la duración de sus paradas; es lo que se llamaba “viajar por sus jornadas”; de hecho, la ruta que tomaron según el mapa de postas que puede verse más abajo y que podría ser datado a finales del siglo XVI y principio del XVII, nos muestra la villa de Las Pedroñeras en la ruta de ida de Valencia a Madrid, de lo que parece deducirse que el Real Cortejo siguió la ruta de postas en sentido inverso. La estancia el día 28 de enero en la villa de Las Pedroñeras (una semana después de su partida de Madrid) es muestra evidente de que el séquito no tenía demasiada prisa en llegar a su destino, ya que ese mismo recorrido era realizado por un correo a caballo despachado a las 15 (15 leguas de postas por día o lo que es lo mismo, unos 60 kilómetros) en aproximadamente dos días y medio. Son un total de 164 kilómetros que equivalen a 41 leguas de posta. No sabemos con exactitud tampoco el tiempo que duró la parada en Las Pedroñeras, aunque en los itinerarios de postas, esta localidad no aparece ni como punto de detención a medio día ni como parada nocturna. No obstante, sabemos que Las Pedroñeras sirvió de parada al Rey Felipe II en la Jornada de 1585-1586 cuando recorrió los reinos de la Corona de Aragón. En aquella ocasión, el Cortejo Real hizo un alto en Las Pedroñeras entre el 10 y el 15 de marzo de 1586 (6 días). Por lo que lo más probable es que el cortejo se detuviera a hacer, como mínimo, una noche, alojándose el rey, como venía siendo costumbre, en la casa del máximo potentado de la villa previamente dispuesta y seguramente la misma que ocupó su padre 13 años antes. El resto de los cortesanos dormiría en viviendas de hidalgos y mercaderes adinerados, el personal de su administración en casas más humildes, pensiones y posadas, y los soldados y criados acampando al raso".
El hecho de encontrarse Felipe III en la villa de Las Pedroñeras aquel 28 de enero de 1599, obedeció a que dicho lugar se encontraba situado en el camino de la carrera de postas que unía la ciudad de Valencia con Madrid. Días antes el monarca había partido hacia la ciudad del Turia para ratificar los votos nupciales con su prima Margarita de Austria, con la cual ya se encontraba desposado por poderes desde el 13 de noviembre del año anterior en la ciudad italiana de Ferrara, de manos del papa Clemente VIII. El hecho de haber escogido Valencia para celebrar esta ceremonia hay que atribuírselo, una vez más, a Don Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia y futuro duque de Lerma (título que obtuvo ese mismo año), que por aquel entonces ya empezaba a ejercer una importante influencia en la débil voluntad del joven rey. El monarca partió de la Corte el 21 de enero, siendo posible reconstruir gran parte del itinerario seguido a partir de los comentarios que aparecen en las cartas de algunos de los cortesanos que lo acompañaban y que se han conservado, así como de las crónicas de la época. Estas evidencias ponen de manifiesto que prácticamente, todo el recorrido se hizo por la posta, es decir, siguiendo el itinerario destinado a los correos para el envío de comunicados entre Valencia y la Corte. La tónica general para este tipo de viajes reales llamados “jornadas” consistía en que, previamente al comienzo del mismo, el Correo Mayor General, acompañara al “aposentador de camino” para supervisar todo el recorrido, estableciendo los lugares de parada y pernocta del rey y su séquito. También debía articular un servicio de correos extraordinarios que acompañarían al séquito garantizando las comunicaciones desde cualquier punto del itinerario seguido, no solo con Madrid, El Duque de Lerma sino con todos los territorios de sus extensos dominios, ya que en aquel tiempo el centro neurálgico del Imperio Español estaba donde se encontrara en cada momento Su Católica Majestad. Durante el transcurso de estos viajes reales las paradas no se realizaban necesariamente en las aldeas y posadas que solía utilizar los correos y otros viajeros para almorzar o dormir, sino que el séquito se desplazaba siguiendo su propio ritmo pudiendo alterar tanto los puntos donde descansarían como la duración de sus paradas; es lo que se llamaba “viajar por sus jornadas”; de hecho, la ruta que tomaron según el mapa de postas que puede verse más abajo y que podría ser datado a finales del siglo XVI y principio del XVII, nos muestra la villa de Las Pedroñeras en la ruta de ida de Valencia a Madrid, de lo que parece deducirse que el Real Cortejo siguió la ruta de postas en sentido inverso. La estancia el día 28 de enero en la villa de Las Pedroñeras (una semana después de su partida de Madrid) es muestra evidente de que el séquito no tenía demasiada prisa en llegar a su destino, ya que ese mismo recorrido era realizado por un correo a caballo despachado a las 15 (15 leguas de postas por día o lo que es lo mismo, unos 60 kilómetros) en aproximadamente dos días y medio. Son un total de 164 kilómetros que equivalen a 41 leguas de posta. No sabemos con exactitud tampoco el tiempo que duró la parada en Las Pedroñeras, aunque en los itinerarios de postas, esta localidad no aparece ni como punto de detención a medio día ni como parada nocturna. No obstante, sabemos que Las Pedroñeras sirvió de parada al Rey Felipe II en la Jornada de 1585-1586 cuando recorrió los reinos de la Corona de Aragón. En aquella ocasión, el Cortejo Real hizo un alto en Las Pedroñeras entre el 10 y el 15 de marzo de 1586 (6 días). Por lo que lo más probable es que el cortejo se detuviera a hacer, como mínimo, una noche, alojándose el rey, como venía siendo costumbre, en la casa del máximo potentado de la villa previamente dispuesta y seguramente la misma que ocupó su padre 13 años antes. El resto de los cortesanos dormiría en viviendas de hidalgos y mercaderes adinerados, el personal de su administración en casas más humildes, pensiones y posadas, y los soldados y criados acampando al raso".
El recorrido Valencia – Madrid:
"Tenemos constancia de la existencia
de un mínimo de dos correos
ordinarios que partían mensualmente
desde Valencia hacia Madrid desde
mediados del siglo XVI:
El primero de ellos era despachado
por cuenta del Real Patrimonio, y por
lo tanto las cartas del Real Servicio
estaban exentas de porte, ya que este
gasto se compensaba con las ayudas
de costa que facilitaba la Corona para
el despacho de estos correos. Dicho
correo partía de Valencia el primero
de cada mes y era conocido
popularmente como el “Correo de la
Guarda” por desempeñar quien lo
ejercía también el oficio de soldado.
El segundo de los ordinarios se
despachaba por cuenta del Correo
Mayor y salía de Valencia a mediados
de cada mes. Las cartas y pliegos del
real Servicio remitidas con este
correo sí estaban sujetas al pago de
los portes que se calculaban en
función del peso del envío.
Es muy posible que estas dos
expediciones mensuales se
incrementasen en alguna más, a
finales del siglo XVI, aunque esto
no deja de ser una conjetura; ya que
el trayecto total entre Valencia y Madrid de unos 486 kilómetros siguiendo el itinerario de la
ilustración (121 leguas de posta) se realizaba en unos 7 días en la ida, empleando otros tantos en el
regreso aunque siguiendo una ruta diferente.
La prueba más evidente de la existencia de un correo ordinario desde Valencia a la Villa y Corte
está en este fragmento del texto interior de una carta remitida al marqués de Caracena desde Madrid
el 6 de agosto de 1599 por parte de Álvaro de Rivera:
“Hoy viernes seis de este llegó el ordinario de Valencia, trae de nuevo la asistencia de Su Majestad
en Denia a donde hay nuevas, se huelga mucho yendo y viniendo a la mar y oyendo comedias y
Mapa esquemático con la carrera de postas de Madrid a Valencia de
principios del siglo XVII, cortesía de Carlos Celles.
viendo toros, tiene salud a dios gracias, y a lo que se dice, muy fuera de venir presto a este reino.”.
La fecha en que se recibió (6 de agosto) también demostraría elocuentemente el hecho de que aquel
año se seguía despachando un ordinario desde Valencia a primeros de cada mes.
Los correos ordinarios no se limitaban a transportar las cartas y pliegos con destino exclusivo a la
Villa y Corte, sino que también llevaban las dirigidas a las ciudades y villas del Reino de Castilla,
(42)
que serían distribuidas desde el Oficio del Correo Mayor de Madrid. Las estafetas no se implantaron
en el Reino de Valencia hasta principios del siglo XVII, concretamente cuando la capital de la
Monarquía se trasladó a Valladolid (1601-1606) según testimonio del Correo Mayor de la ciudad,
Pedro de Valda de 1658. No obstante, la implantración de dicho sistema en los territorios de la
Corona de Aragón se ha venido atribuyendo siempre a Antonio Vaz Brandao en 1611, haciéndolo
por cuenta de la Corona.
Ambos correos ordinarios seguirían en sus trayectos a la capital la ruta de postas que se describe en
el mapa, con lo cual el paso por Las Pedroñeras de cualquiera de estos era obligatoria.
También cualquier correo extraordinario despachado desde Valencia por el virrey o procedente de
otro órgano administrativo tuvo que recalar necesariamente en Las Pedroñeras donde podría haber
recogido el pliego con los despachos y cartas del Rey dirigidas a la Corte. Por algunos partes de
correos recogidos por el doctor Thebussem(43) sabemos que un correo extraordinario despachado
desde Valencia a Madrid a las quince leguas, tardaba 4 días y 8 horas percibiendo 96 reales
castellanos. Si dicho correo era despachado “a las veinte” tardaba 3 días".
"Saliendo la carta de Las Pedroñeras el 28 ó 29 de enero y estando dicha villa a menos de 3 jornadas
de camino de Madrid, según el mapa de postas, la carta llegaría justo a tiempo para que pudiera ser
certificada por el teniente del Correo Mayor y salir rumbo a La Coruña con el ordinario que partiría
el día 1 hacia el Reino de Galicia".
En fin, os remito a la totalidad del artículo en donde podréis leer muchos más datos que sirven para contextualizar y saber más sobre el contenido y lo que circunda a esta misiva que tan importante es, según parece, para nuestro pueblo.
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