Estos días, como consecuencia de la grabación de partes de la representación teatral de La pasión de Cristo, en Las Pedroñeras, a cargo del grupo de teatro dirigido por Gema Blasco y con la intervención de más de sesenta personas, entre actores, actrices con palabra, más figurantes y técnicos, me han venido a la memoria, sin poder remediarlo, de nuevo, las noticias del desastre que en la actualidad y desde hace 5 meses viene produciéndose entre vecinos, Israel, Palestina y Gaza. Además de la guerra entre Rusia y Ucrania que dura ya más de tres años. Pero en lo que pensaba es en el Evangelio de Jesús, por aquellas tierras llamadas “Tierra Santa”, hablando de amor al prójimo, en aquella frase «Amar al prójimo como a ti mismo», u otra que siempre he tenido en cuenta desde aquel álbum de cromos de los años 50 del siglo pasado “Dejad que los niños se acerquen a mi”, pero además, he recordado uno de los Mandamientos de la ley de Dios más corto y contundente: «No matarás». Todo ello circunscrito a la citada Tierra Santa, y, si queremos, yendo un poco más atrás, hasta la época de Moisés. Después de todo esto, sigo sin entender ya con tantos años, cómo es posible que el poder político y la ambición por ganar más y más dinero, aunque sea a costa de suministrar armas, municiones y medios para matar personas y destruir hospitales, colegios, viviendas necesarias no se haya superado y se inviertan todos esos medios en crear acuerdos para proporcionar medios de vida dignos, trabajos decentes necesarios y comida para mantener a tantos y tantos millones de personas que en la actualidad pasan hambre, mientras en una gran parte del mundo sobra tanto y hay tanto derroche.
Para terminar una reflexión reciente sobre cifras y datos que me extraña no haber visto reflejado todavía en ningún medio:
Si comparamos cifras de población de Madrid capital y comunidad en 2023, siete millones, seiscientos veintiún habitantes y la población de Palestina y Gaza, vemos que es aproximadamente el doble. Si la llevamos a pensar en un magnicidio de menores equivalentes a los que reconocen tener en estos cinco meses los que están siendo diezmados, o sea, los palestinos y gazatíes, nos iríamos a unos treinta mil solo en Madrid. ¿Y si lo extrapolamos a toda España? Y pensamos en los Estados Unidos de norte América, que superan los 333 millones de habitantes nos damos cuenta de la barbaridad que se está cometiendo. ¿Sería posible que el resto del mundo siguiera su vida normal ante una hecatombe de tal magnitud?
Por favor, que ya hasta el papa ha dicho "¡No a la guerras! ¡Basta ya!"
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