Ya sabéis que intento evitar las polémica en este blog y en el grupo del Lugar, pero esta mañana hemos llegado cabreados a casa o lo siguiente. Vamos a ver, nosotros salimos a andar normalmente por carreteras o caminos y lo habitual es que sea un paseo agradable: uno ha hecho unos kilómetros, ha quemado unas calorías y ha disfrutado de ese paseo campestre. Pues bien, hay días en que esto no es así; quiero decir que no disfrutas del viajecillo... precisamente por los perros sueltos.
Esta mañana nos ha ocurrido algo que es para denunciar (y uno se corta no sabe ya por qué). Me parece bien que a uno le gusten los perros y tengo en su casa los perros que le dé la gana. Pero lo que es incomprensible es que los tenga por ahí sueltos, sin bozal, con el consabido peligro y perjuicio que pueden acarrear a personas que simplemente han salido a andar para dar una vueltecilla.
Íbamos andando por la carretera de La Mesas y a eso de un kilómetro del pueblo hemos oteado dos perros sueltos. Uno, en principio, sigue adelante, porque piensa que serán inofensivos y tal. Pero esta vez no ha sido así. A la altura de los perritos se encaran con nosotros (normalmente los perros van más bien huyendo o van a lo suyo, ¡pues estos no!). Comienzan a ladrarnos como si no hubiera un mañana y a acercarse a nosotros, con mala hostia (y perdón si se me escapa alguna palabrota), y con ganas de llegar hasta nosotros. Y ¡joder! como con ganas de mordernos y devorarnos vivos. Esa era la impresión. El susto, te muerdan o no, te lo llevas ¿HAY DERECHO A ESO? ¡y no pequeño el susto! Porque uno no tiene en ese momento con qué defenderse si te atacan (que no parecía otra esa intención, eso se intuye).
Pero imaginaos que ocurre (lo he visto en directo alguna vez), te muerden, tienes que llamar al centro de salud, y armar la de Dios es Cristo. Todo porque al dueño, algún inconsciente, los ha dejado a sus perritos (eran bien grandes) sueltos porque, inconsciente que es él, se ve que le importa una mierda que asusten o les hagan algo a la gente de a pie, con bicicleta o su moto. Que les asustan, a mí plin; que les muerden, a mí plin; que me caigo de la bici por los perros salvajes estos, a mi plin. Pues que sepas o sepa quien esto hace que eso es denunciable: salvajes, sin bozal, ¡pero esto qué coño es!
La próxima vez no me corto. Cojo el teléfono y denuncio. Si a ti te da lo mismo lo que me hagan tus perros, a mí también si te meten una más que merecida multa, y cuanto más gorda más gusto me va a dar. Tus perros, que son tuyos, los tienes en tu casa, y si los sueltas, al menos con bozal. Y que no molesten mucho. Y espero que haga lo mismo cualquiera que sufra algo similar a lo que hemos sufrido nosotros esta mañana. Ocurre pocas veces, pero es que no tendría que ocurrir nunca si los dueños tuviesen vigilados a sus mascotas.
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