ÁCS
Desde hace algún tiempo, nuestra ruta de paseo es la que siguen muchos paisanos. Subimos la cuesta los Palos y cogemos el camino de San Clemente, asfaltado hasta pasar el puente sobre la autopista. Es un camino cómodo, no muy transitado en cuanto a tráfico de vehículos y, además, uno sale al campo, que es algo que a mí me gusta. Siempre hemos hecho (cuando la hemos hecho, que no somos de salida diaria) esta ruta, unos seis o siete kilómetros desde que salimos de casa y volvemos, que viene a concretarse en una hora o así a paso rápido. El otro día, en cambio, decidimos tomar el camino de El Provencio para rodear luego el Consuelo y volver por el camino que sirve de vía de servicio paralelo a la autopista, al final del cual enlazamos con el camino de San Clemente (asfaltado, repito) y, así, regresar al pueblo. Os cuento.
Este segundo recorrido es de hora y media o más, dependiendo del paso que uno lleve, pero también es más campestre. Ahora el campo está hermosísimo debido a las lluvias caídas y el tiempo primaveral que está haciendo. Las lindes y ejidos andan llenos de coloridas flores silvestres, las aves no dejan de hacer acto de presencia en sus deferentes especies y los conejos cruzan de un lado a otro del camino haciendo más bucólico aún el paisaje. Da gusto pasear, por el placer del que se adueña el cuerpo a través de todos los sentidos, por esa sensación de relax y de retiro del bullicio y de la vida electrónica y cotidiana del hogar y las calles del pueblo... con el efecto de llegar a casa con el cuerpo y el alma renovados.
Al sitio del Consuelo se le ha conocido también como la casa Sebastián. Se trata de una elevación (desde Pedroñeras) en mitad del paraje conocido como El Guijoso. En cuanto al nombre de "Guijoso" barajo distintas posibilidades, por lo que a su origen se refiere, en el libro Mapa de Las Pedroñeras. Toponimia histórica comentada, aunque yo me quedo con la de 'campo sembrado de guijas', debido a que era habitual verlas sembradas antes en este sitio. En fin, el nombre de El Consuelo se debe a Consuelo Mogorrón Granero, natural de La Alberca, y casada con Sebastián Molina del Olmo, hermano de don Paco (es el Sebastián de la casa de ese mismo lugar). Sebastián se conoció, sobre todo, por su comercio, abierto en la calle Montejano, comercio que luego llevó su hijo Adolfo. Lo veo también por ahí mencionado como exportador de azafrán. Decir que su hijo Antonio fue el que abrió el primer cine que tuvo el pueblo. Es el caso que el hijo del matrimonio llamado Sebastián también se casó con su prima Amparo y fruto de este matrimonio nacieron Paquito y Amparito, siendo esta última la actual dueña del Consuelo. La casa, por cierto, la hemos podido ver los de mi generación totalmente derruida, pero una reconstrucción permite que, hoy en día, se muestre esplendorosa. La casa está habitada por los guardeses.
Como no podía ser de otra manera, no nos hemos podido resistir en tomar unas instantáneas del trayecto para poder compartir con vosotros la experiencia, al menos visual, de la ruta. Estas fotografías llevan la autoría de mi santa, Pilar Martínez. He realizado una selección y por aquí os la dejo. Sobresalen los almendros centenarios que rodean la finca y los paseos flanqueados de esos mismos árboles que conducen a la casa principal, como también las majestuosas carrascas que pueblan el entorno, algunas tan singulares que merecerían una protección especial. También nos cruzamos con un juego de bocas (madrigueras de conejos) que merecieron nuestro interés y causaron nuestro asombro. Os dejo con el reportaje fotográfico. Espero que lo disfrutéis.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO
Si iniciamos la ruta desde el camino de San Clemente, pronto observaremos esas carrascas que animan el paisaje, y una pequeña y vistosa cantera si uno quiere ladearse unos metros a la derecha.
El tronco y ramaje de este árbol que nos encontramos junto al caminillo muestran su extraordinaria y despeinada belleza.
Sirve de distorsionado espejo al viandante.
El Consuelo ya se muestra a la vista ahí en lo alto, con sus pinos, almendros y encinas centenarias.
Grandiosa, con un tronco formado de vástagos excepcional. Solo estando a sus pies (nunca mejor dicho) uno puede admirar esta enormidad.
Fijaos en ese pie desprendido, caído por su extraordinario peso, pero aún asiéndose a la vida por su base.
La casa Sebastián vista en la lejanía se entrevé entre las tamarillas que pueblan y amarillean nuestros campos.
Y de pronto... la sorpresa
Este juego de bocas, este conjunto de madrigueras, forma una especie de poblado troglodítico, prehistórico. Daría el pego si tomásemos unas fotos procurando que no se viese la superficie.
Y continuamos nuestro camino...
Y continuamos nuestro camino...
Más almendros con sus heridas y tumores de guerra y tiempo.
La entrada principal a la finca. Al fondo, los ladridos de los perros.
Nos vamos ya alejando del Consuelo, dejando atrás, en esa revuelta del camino, la caseta de la luz que da electricidad a la finca.
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