El caso que nos ocupa es uno de los más felices reencuentros con la naturaleza que cualquier amante del campo puede llegar a experimentar, y es que La Mancha conquense cuenta actualmente con varias parejas asentadas de una de las rapaces más impresionantes de Europa, exclusiva de la Península Ibérica: la majestuosa águila imperial ibérica (Aquila adalberti).
Hasta 1890 se distribuía prácticamente por toda Castilla-La Mancha, pero entró en grave declive a partir de 1950, básicamente debido a la pérdida de hábitat (roturaciones de montes de encina), y en las décadas posteriores, al uso generalizado de veneno en los cotos para eliminar depredadores naturales. En 1966 se decretó la protección de la especie, y en el primer censo (1967) solo se detectaron 100 ejemplares en toda España, distribuidos en cuatro núcleos, siendo los más importantes Montes de Toledo y Ciudad Real.
Como en todas las grandes rapaces, suele ser más grande la hembra que el macho, pudiendo alcanzar los 85 cm de altura y los 220 cm de envergadura alar. Es una especie con plumaje muy variable según la edad de los individuos. Los adultos muestran los “hombros” con manchas blancas características, así como el píleo o nuca. Afortunadamente, se han podido fotografiar ejemplares de todas las edades en nuestra comarca, lo cual facilita mucho la identificación (ver fotografías adjuntas abajo).
Su principal presa es el conejo, lo cual la convierte en buena aliada del agricultor, debido a la superpoblación actual de lagomorfos. A diferencia del águila real, que prefiere atacar a mamíferos –incluidos zorros-, al águila imperial depreda con más frecuencia sobre bandos de aves, como gansos –de paso- o grullas –invernantes-, grajas y palomas.
La imperial es una especie monógama, y forma parejas de por vida. Nidifican preferentemente en viejas carrascas –muy escasas ya-, aunque puede hacerlo en pinos piñoneros. Forma una gran plataforma que si nadie se lo impide, reutilizan e incrementan año tras año. Pone 4-5 huevos, pero no suele sobrevivir más de un pollo, que abandona el nido a los 60-80 días de eclosionar. La baja tasa reproductiva mantiene a la especie en la categoría de “en peligro”. Es tremendamente territorial y agresiva con sus congéneres, cada pareja necesita un territorio de 2000 has, y solo conviven durante la cría.
Su población actual ronda los 1700 individuos, de los cuales solamente 14-17 viven en La Mancha conquense. En Las Pedroñeras se han visto cazar en la confluencia con los términos de Belmonte y El Pedernoso. Podría tener mayor presencia debido a la abundancia de conejo, pero por desgracia, aún en pleno siglo XXI, existen malnacidos que la cazan y envenenan. En 2016, el guarda de un coto de caza de Villar de la Encina –natural de San Clemente- fue sorprendido con más de 255 anzuelos preparados con cebo para matar aves y mamíferos mediante hemorragias internas, jaulas trampa con cebo vivo y más de 29 cepos. En 2019 fue condenado a casi dos años de prisión y 268.000 € de indemnización. Finalmente no fue a la cárcel y a pesar de que fue inhabilitado como guarda, siguió cometiendo delitos, hasta que julio de 2022, fue finalmente detenido, junto a cinco cazadores, tras ser hallados dos cadáveres de águila imperial (casual y afortunadamente dotadas de un emisor de radio implantado para seguimiento) en un coto de Villalgordo del Marquesado.
Además de los venenos, hoy existen nuevas amenazas para el águila, como la electrocución en líneas y postes eléctricos, que probablemente constituya la principal causa de muerte. La necesaria proliferación de alternativas renovables a la producción de energía eléctrica, ha multiplicado los kilómetros de tendido eléctrico, y con ello, el riesgo de impacto o electrocución, también para avutardas o búhos reales.
Águila imperial intentado cazar una grulla
(paraje de La Pesquera, Tresjuncos, 2016)
(Tresjuncos, 2023)
Águila imperial subadulta (menos de 4 años)
(Belmonte-Las Pedroñeras, 2023)
Águila imperial adulta
(Ruidera, junio de 2020)
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