Lo he entrevistado en multitud de ocasiones. Es mi amigo y cumple siempre. Me ha hablado de su vida, de su trabajo y de sus trabajos, de sus pesares y también de sus alegrías. Lo ha compartido todo conmigo: ¿qué se puede compartir más que la vida de uno? Es esa vida suya que guarda en el recuerdo, esa que nunca se olvida. Y es que lo que no se olvida jamás es verdaderamente nuestra vida. El resto son retales, añadidos de aquí y de allá. La vida es ese poso que se recuerda con nostalgia, lo que nos curtió para hacernos personas, aquello en lo que nos reconocemos, lo que llevamos pegado siempre a la piel porque somos nosotros, lo que no se olvida y permanecerá en la memoria hasta nuestra muerte, porque eso es nuestra biografía y nuestro mundo, lo que quedó grabado de manera indeleble. Por eso Andrés no olvida su pasado y, camino de los 91, aún se reconoce en todos sus detalles.
El pasado 22 de octubre de este 2023 me acerqué porque me lo pidió el día anterior. Fui a comprarle lotería (de la que toca) y a hacerle unas fotos con piezas de su museo del esparto. Iba uno con algo de prisa, pero me empezó a hablar y me encandiló de nuevo, como por hechizo. Me hablaba Andrés de cuando los pastores cazaban chorlitos y perdices con percha, que no sé a santo de qué salió el tema. De modo que me dije que eso tenía que quedar grabado, porque... ¿quién sigue utilizando esos métodos de caza? ¿No había que recogerlo por escrito o en un documento sonoro? Así que ambos tomamos asiento y esto es lo que hablamos. Hoy en día, este uso de lazos y perchas está prohibido, pero antes no, y el hambre apremiaba, de modo que uno, de la manera que fuese, tenía que buscarse las mañas para engañarla.
Puedes escucharlo pinchando AQUÍ y dándole a la flechita del play cuando se abra la pantalla.
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