La romanización en La Mancha ¿conquense?
(estado de la cuestión)
Durante
varias décadas, principalmente en la primera mitad del siglo I d.C., pero
también con anterioridad, las culturas locales y la romana fueron integrándose
en un lento proceso de asimilación cultural, dando lugar a la nueva cultura
hispanorromana. Lo que no supuso la desaparición de todos los elementos de la
cultura local, sino la combinación de la misma con la cultura romana. El ritmo
de integración de la cultura indígena con la romana no es ni lineal ni continuo.
Fuentes
Existen
muchas más fuentes literarias de época republicana que de época imperial,
debido a que se concentran en los episodios militares, es decir, en tiempos de
la conquista. Mientras que en época de mayor esplendor no hay acontecimientos
importantes en estas tierras, algo que ocurre con el resto de Hispania. En el
momento en que la situación de tranquilidad se generalizó, el territorio deja
de aparecer en las fuentes[1].
Las
fuentes para el estudio de la romanización en La Mancha son desiguales. En
primer lugar, las fuentes literarias se centran en las referencias de los
historiadores al proceso de conquista, quedando después un vacío en las mismas,
así como las descripciones de geógrafos, siendo Estrabón su máxima
representación, y naturalistas. Las fuentes sobre la conquista no serán objetivas,
pues presentan un exagerado número de fuerzas y ciudades de indígenas
resistentes, además que son presentados como pueblos violentos y atrasados
donde era necesaria la acción civilizadora de Roma[2].
Plinio,
por su parte, centra su descripción en el seguimiento de datos administrativos,
con el listado de las principales ciudades del Conventus Carthaginensis.
En cuanto a las fuentes arqueológicas, se encuentran muy dispersas y han sido
objeto de estudio tardío. También son relevantes los datos que aportan la
epigrafía y la numismática, destacando los epígrafes hallados en Segóbriga.
Segóbriga (Saelices, Cuenca).
Romanización
La
Mancha se identificaba con el grueso territorial del Conventus
Carthaginensis. Sin embargo, aunque esto se detecte con claridad, mayor
dificultad supone la relación de esta entidad territorial con los pueblos
indígenas, de los que los romanos se servían para introducir el concepto de
región. Y es que la romanización de los pueblos prerromanos de la Meseta Sur
presenta tan solo un estudio introductorio y reducido, al contrario que la
romanización de la Meseta Norte, sobre los cuales existe un buen estudio de
conjunto[3].
Antes
del desembarco de los Escipiones en Emporion, la Península Ibérica ya formaba
parte de los planes expansionistas de Roma. La política de Roma consistirá en
absorber las mejores y más avanzadas zonas de la PI, para, posteriormente, ir
tomando el resto de puntos de la costa y el interior[4].
Tras
la expulsión de los cartagineses de estas tierras, la región sería escenario
del conflicto con Roma en las primeras décadas de la presencia romana en
Hispania. El cónsul Fulvio Nobilior dirigió una campaña en la zona del Tajo
entre el 193 y el 192 a.C., conquistando Tolt (Toletum), rindiéndose Ercávica
dos años después. Los conflictos en la región se repetirían entre el 186 y el
179 a.C. Tras décadas de conflicto con Roma, la región hacia mediados del siglo
II a. C., era ya territorio romano, aunque no tenemos noticias precisas de los
acontecimientos bélicos que aseguraron definitivamente el dominio romano de la
región. Durante más de un siglo tras la conquista romana apenas se cita en las
fuentes la situación de este territorio y sus ciudades.
Ercávica (Cañaveruelas, Cuenca).
La
primera consecuencia de la conquista romana fue el cambio de propiedad del
territorio, pasando las tierras a ser ager publicus del pueblo romano, y
sus habitantes indígenas pasaron a la condición de estipendiarios y a estar,
por tanto, obligados al pago del stipendium[5].
En
este territorio una de las primeras ciudades en ser romanizada fue Ercávica, al
ver los castigos que se le imponían a su vecina Segóbriga. Disfrutó del derecho
latino y se incluyó dentro del Convento de Cesaraugusta, después de las Guerras
Celtibéricas deja de aparecer en las fuentes. En cuanto a Contrebia Cárbica,
según Francisco Burillo, la ciudad no fue destruida durante la Guerra
Sertoriana, pues las últimas emisiones de moneda de esta ciudad indican que no
existió un abandono total de la misma. Por lo que cabía la posibilidad que
coexistiera con Segóbriga entre la época de Sertorio y César, hasta el apogeo
definitivo de la nueva Segóbriga, lo que supondría el despoblamiento de
Contrebia[6].
Zona en que se encontraba Contrebia Cárbica (Villas Viejas, Huete, Cuenca).
Moneda de Contrebia Cárbica.
En
el reinado de Augusto volvemos a saber sobre la situación de La Mancha gracias
al Censo de Agripa, donde se recogen los nombres y status jurídico de
las ciudades de la región. Ninguna de las comunidades tenía status privilegiado
antes de la época augustea. Por Plinio sabemos que a comienzos de este periodo
recibieron el ius Latii y probablemente ya el rango municipal Ercavica y
Valeria. En Segóbriga, al menos en el 15 a.C., funcionaba ya un ordo
decurionum, lo que significa que en estos años ya había recibido los mismos
privilegios[7].
Ruinas de Valeria (Valeria, Las Valeras, Cuenca).
El
profesor Geza Alföldy considera a Augusto como el verdadero implantador de la
vida urbana en La Mancha, así como la promoción de algunas comunidades, siendo
el desarrollo de Segóbriga un buen ejemplo de ello[8].
Con
motivo del tercer viaje de Augusto a Hispania entre el 15 y el 13 a. C., se
llevó a cabo la reorganización de los antiguos enclaves peninsulares y la
promoción jurídica del régimen municipal en numerosos asentamientos. Siendo
esta la primera etapa urbana de la Meseta Sur, destacada por el progresivo
control de la vida ciudadana por parte de determinadas familias, que toman
posiciones en las magistraturas urbanas y que llegan a situar a algunos de sus
miembros en puestos de rango provincial.
La
presencia indígena en la zona es muy importante aun en época augustea, aunque
será algo en descomposición progresiva. La evidencia más importante del mantenimiento
de las estructuras sociales indígenas son las llamadas organizaciones
suprafamiliares, reflejadas en los nombres personales. También será importante
el mantenimiento de su religión que en muchos casos va asociado a esas
estructuras familiares. A pesar de ello, a comienzos de época augustea estos
elementos se encontrarán ya en recesión, pues la religión romana en estos años
será ya dominante. Aunque, cabe destacar que, gracias a las fuentes
epigráficas, existen testimonios de religiosidad indígena hasta comienzos del
siglo II d. C., lo que hace suponer que en época Flavia todavía existía cierta
base social indígena[9].
Para
Cravioto la religión vendrá a ser el elemento más significativo para mostrar la
síntesis entre el mundo indígena y el romano, pues se mantienen los cultos
indígenas en unión con otros romanos, además de la expansión del culto imperial,
siendo la zona de Cuenca donde existe un buen primer estudio de conjunto[10].
Otro
elemento de suma importancia en el proceso de romanización será el trazado de
vías y calzadas romanas, que en la mayoría de los casos debieron seguir el
trazado de las vías prexistentes utilizadas por los indígenas[11].
Calzada romana en Puteis (Pozoamargo, Cuenca).
En
el mundo de la onomástica la desaparición del estrato indígena fue mucho más
lento, puesto que, en la Meseta sur, más de un centenar de individuos en las
inscripciones llevan nombres indígenas. En la cultura material, se dará la
fabricación de cerámicas pintadas de tradición indígena (y consecuentemente un
mercado para ellas) hasta mediados del siglo II d.C., las cuales se popularizan
en la vida doméstica de villas rústicas y ciudades donde se manifiestan las
organizaciones suprafamiliares y las divinidades indígenas[12].
El
conocimiento que se tenía sobre la romanización en la Meseta Sur está cambiando
gracias a los recientes trabajos arqueológicos, los cuales nos están informando
sobre una gran fase de desarrollo de la población indígena, que se vio
potenciada por la presencia romana.
NOTAS:
[1] GOZALBES CRAVIOTO, Enrique. Caput Celtiberiae: La Tierra de Cuenca en las fuentes clásicas. Cuenca: UCLM, 2000, p. 174.
[1] GOZALBES CRAVIOTO, Enrique. Caput Celtiberiae: La Tierra de Cuenca en las fuentes clásicas. Cuenca: UCLM, 2000, p. 174.
[2] GOZALBES CRAVIOTO, Enrique.
Estudios recientes sobre la romanización de la Meseta Meridional. Hispania
Antiqua, 2004, p. 89.
[3] GOZALBES CRAVIOTO, Enrique.
Estudios recientes sobre la romanización de la Meseta Meridional. Hispania
Antiqua, 2004, p. 90.
[4] I Congreso de Historia de
Castilla-La Mancha. Vol. 4: Romanos y visigodos: Hegemonía cultural y cambios
sociales. JCCM, 1988, pp. 25-26.
[5] CARRASCO SERRANO,
Gregorio(coord.). Los pueblos prerromanos en Castilla La Mancha, Cuenca: UCLM,
2006, p. 288.
[6] GOZALBES CRAVIOTO, Enrique.
Caput Celtiberiae: La Tierra de Cuenca en las fuentes clásicas. Cuenca: UCLM,
2000, p. 211.
[7] CARRASCO SERRANO,
Gregorio(coord.). Los pueblos prerromanos en Castilla La Mancha, Cuenca: UCLM,
2006, p. 290.
[8] GOZALBES CRAVIOTO, Enrique.
Estudios recientes sobre la romanización de la Meseta Meridional. Hispania
Antiqua, 2004, p. 95.
[9] CARRASCO SERRANO,
Gregorio(coord.). Los pueblos prerromanos en Castilla La Mancha, Cuenca: UCLM,
2006, pp. 292-296.
[10] GOZALBES CRAVIOTO, Enrique.
Estudios recientes sobre la romanización de la Meseta Meridional. Hispania
Antiqua, 2004, p. 96.
[11] I Congreso de Historia de
Castilla-La Mancha. Vol. 4: Romanos y visigodos: Hegemonía cultural y cambios
sociales. JCCM, 1988, pp. 28.
[12] CARRASCO SERRANO,
Gregorio(coord.). Los pueblos prerromanos en Castilla La Mancha, Cuenca: UCLM,
2006, pp. 296-297.
Y no te olvides de este
No hay comentarios:
Publicar un comentario