El eclipse de Luna del 27 de julio desde Pedroñeras: reportaje fotográfico (mis fotos)

La Luna, Marte y, abajo, Pedroñeras (con el silo como edificio visible; era viernes)

El pasado 27 de julio de este 2018 (que vuela más que corre), se pudo ver en gran parte de nuestro planeta Tierra (al que Pedroñeras pertenece por derecho propio siendo consumada capital de un producto básico como lo es el ajo) se pudo ver (decíamos) un eclipse de Luna, de la nuestra, de ese satélite que nos acompaña cada noche y al que no le solemos hacer ni caso. Era el eclipse más prolongado de lo que llevamos de siglo XXI (que en eso de correr tampoco se queda manco, o cojo, mejor sea dicho). En fin, la cosa se anunció a bombo y platillo: había que verlo sí o también.A la hora señalada, la Luna estaba llenetica y poco a poco iba a cobrar un tono rojizo, terroso, como de almagre, una Luna de sangre (decían). Bueno, no sé si de sangre sangre, al menos a simple vista, pero sí que tenía un color amarronado tirando a rojizo, como digo, y así salió en las fotos.

Coqueta y... esplendorosa estaba la Luna para esta noche en la que fue la protagonista.

Pero ya os digo que tampoco mi cámara (y con ella el objetivo) es gran cosa. Es una cámara muy aceptable (que para eso es mía), pero nada profesional, como poco profesional es quien dispara, que siempre la pone en la posición de "Auto" y ella verá lo que saca (me gusta delegar responsabilidades). Así las cosas, cuando fui a fotografiar la Luna de ese día inolvidable la puñetera máquina no me dejaba disparar. Bueno, esto se debió a que había olvidado ponerle la tarjeta de memoria y, claro, no me permitía sacar ni una foto ("¿y dónde la guardo?", parecía decirme a voces). Después de darle vueltas durante un rato, dimos con el problema. Pero los verdaderos (problemas) comenzaron entonces.

Luna; y Marte, abajo (es el puntito luminoso de la derecha).

Antes de nada, tengo que decir que al principio no localizábamos la Luna por ningún lado. No existía en el cielo. Y uno pensaba (en su ignorancia crónica): "a ver si es que con esto del eclipse es que no se ve" (podéis reíros, soy así de sincero). En fin, se ve que resultó -según pude saber después- que hubo unas nubes que la tapaban. Pero a eso de las 23:00 más o menos se dejó ver. Se fue despejando de esas impertinentes y fastidiosas nubes y se dejó ver. Y no solo se veía la Luna, sino un lucero muy resplandeciente que más tarde nos enteramos de que era el planeta Marte. Dos por uno. Era una hora feliz. También me he enterado de que este mes también se verían en el firmamento Saturno y Júpiter. Pero esto ya lo vi yo (lo de localizarlos y tal) como para entendidos.

¡Zasca! Por fin va y me sale una cojonuda (o así lo entendí yo después de tanto disparo infructuoso).

Es el caso que disparé con flash y sin flash. Sin flash era como mejor salían, pero había un problemilla añadido: Las fotografías de noche salen fatal. Había que poner la ruleta en la posición "Scene", centrar el objetivo y disparar. Para ello necesitaba tener la cámara fija, pues en esta posición tarda un ratito largo en disparar por eso de que el obturador necesita una larga exposición para capturar toda la luz (o algo así). Pero yo no tenía trípode, de modo que no podía tener fija, inmóvil, la cámara durante esos segundos del disparo, ¡y mira que tengo pulso yo! Disparaba, miraba la imagen digital y siempre salía movida.

Estas fotos movidas tienen su aquel, pero no es lo que uno buscaba. La solución vino cuando pensé que podía poner como trípode improvisado unos libros, e incluso coger solo un libro: y ese libro fue... (redoble de tambores) ¡EL HABLA DE LAS PEDROÑERAS! Me salvó el jodío gordito del grupo. Pude obtener algunas fotos medianamente aceptables. Y esas fotos, queridos, son lo que os dejo por aquí. Cualquier aficionado a la fotografía sé que pensará que son una basura, pero es lo que pude obtener (perdón) y además son MIS fotos. Así que por aquí os pongo una selección. Es lo que pude captar del cielo pedroñero durante esta noche en la que uno estuvo más pendiente del cielo que de lo que pasaba de tejas para abajo. Ocurre pocas veces. Quizá debería ocurrir con más frecuencia.

Reportaje fotográfico:

©Ángel Carrasco Sotos