por Job Moya Peraira
Un pajarillo urbano, propio de ambientes humanizados, cuya presencia se hace especialmente llamativa en invierno, es el colirrojo tizón (Phoenicurus ochrurus). La mayor parte de los individuos son invernantes, procedentes del norte y centro de Europa, pero cada vez es mayor el contingente de individuos sedentarios, nidificantes en la comarca.
Colirroja tizona
(abrevadero (El Pilar) de Tresjuncos, noviembre de 2017)
Se trata de un ave insectívora a la que favorecen la ganadería y las construcciones de piedra rústicas abandonadas o semiabandonadas. La presencia de ganado y establos garantiza la existencia de larvas de insectos en invierno, sobre todo en los excrementos de las caballerías y montones de sirle. Los individuos residentes suelen construir el nido en oquedades o rendijas de porches, cortes, cuadras abandonadas, e incluso cuevas; siempre bajo cubierta. A veces reutilizan nidos abandonados de golondrina, adosados a la pared.
Colirrojo
(Tresjuncos, mayo de 2017)
Colirroja
(Tresjunco, mayo de 2017)
Son muy activos e inquietos, y están poco tiempo posados en un mismo lugar. A menudo parecen agacharse o hacen el amago, para a continuación sacudir alegremente la cola de arriba abajo, y salir volando. El macho suele emitir su reclamo desde el caballón de un tejado o una antena. Es más oscuro que la hembra y tiene unos paneles alares blancos característicos. La hembra es menos negra, de color gris ratón, más uniforme. Ambos presentan la característica cola de color rojo óxido hasta la base, con una banda central oscura.
Colirrojo
(Tresjuncos, noviembre de 2017)
(Tresjuncos, noviembre de 2017)
Su principal amenaza es el abandono de la ganadería o su industrialización, así como el uso de insecticidas. Hacen una gran labor de limpieza de forma completamente sostenible y gratuita, pues devora larvas de mosca, mosquito, escarabajos, cochinillas, pulgas, etc…
Colirrojos
(castillo de Moya, septiembre de 2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario