Pedroñeras 30 días, nº 122, diciembre de 2011
Un centenar largo de adivinanzas
tradicionales he recogido en nuestra localidad, número que sobrepasa las 200 si
sumo las anotadas también de otras localidades de la zona. Todas se recogerán en ese voluminoso libro prácticamente terminado sobre el Folclore Infantil de Las Pedroñeras. Quiero referirme
aquí a dos de estas adivinanzas que tienen sabor añejo -de otras muchas que existen- por
recogerse desde antiguo en diversos textos de los que daré cuenta.
La primera
es aquella que dice así:
Una
tenajilla de bote en bote,
no
tiene tapa ni capirote.
La
solución, como muchos sabrán, es “el huevo”: el huevo se asemeja a una pequeña
tinaja cerrada. Pues bien, ya en el Vocabulario
de refranes, escrito por Gonzalo Correas durante los siglos XVI y XVII, se
recogen dos muy semejantes con solución idéntica. Una es esta:
Tinajita
de buen vino,
ni tiene
tapón ni tiene
tapón ni
taponcillo”.
Y la otra:
Tinajita
de zombodombón,
que no
tiene boca ni tapón,
ni
taponcillo.
La adivinanza seguro que ya sería antigua por aquel
entonces, pero siguió pasando de generación en generación hasta llegar
transformada hasta nuestros días. De hecho, Francisco Rodríguez Marín, en ese gran
libro recopilatorio de coplillas, publicado en 1882, titulado Cantos populares españoles registraba
otras dos versiones. La primera:
Un
barrilito de pon pon,
que
no tiene bujero ni tapón.
Y la
segunda:
Una
arquita muy chiquita,
blanquita
como la cal;
todos
la saber abrir,
nadie
la sabe cerrar”.
La
solución, por supuesto, siempre es el huevo.
La segunda
adivinanza pedroñera a la quiero referirme es incluso más conocida. Es la que
dice:
Entre
dos piedras feroces,
sale
un cura dando voces.
La
solución, claro, es el pedo saliendo entre las nalgas. La he anotado también en
nuestro pueblo con otras variantes que aseguran que lo que salió entre tales
piedras fue un “hombre” o un “fraile”. Pues bien, es de nuevo el maestro
Correas en el citado libro quien recogió la siguiente versión:
Entre peña
y peña,
albaricoque
suena”.
Una adivinanza, por cierto, que también recogía Quevedo (¡cómo
no!) en aquella obra que tituló Gracias y
desgracias del ojo del culo. Correas, en la glosa que hace a tal adagio,
añade la variante, más cercana a la nuestra:
Entre dos
peñas feroces
sale un
fraile dando voces.
Autores actuales se han hecho eco de
la adivinanza en distintos lugares de nuestra geografía nacional. Así José Luis
González en su más que digno Dichos y
proverbios populares apunta:
Entre dos piedras
feroces,
salió un hombre dando
voces.
Y López y Ortiz (en ese centón titulado
Etno-Escatologicón) anotan los
siguientes:
Entre dos piedras
feroces
sale mi tía dando voces:
me oirás, no me verás,
pero por el olor me
conocerás”.
Pero también otras variantes del
nuestro con un hombre, un fraile o un dómine como protagonistas:
Entre dos peñas feroces
un dómine daba voces.
¡Cuántos tesoros no habrá aún por
descubrir en todo lo que integra la cultura tradicional de nuestro pueblo!
Cantares, romances, adivinanzas, juegos, cuentos... suelen tener unos
parentescos antiguos que vale la pena desvelar para otorgarles el valor
histórico que sin duda tienen en el diverso y variado entramado la historia
general de nuestra cultura nacional; una pátina intelectual que les añade un
singular brillo, del que inmerecidamente carecen sin esos brochazos eruditos
tan necesarios para encarecer definitivamente la cultura de nuestro pueblo. Y
en ello andamos.
©Ángel Carrasco Sotos
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