Ya publicado mi Cancionero popular de la Mancha conquense (10 años ha costado), construido sobre todo con coplillas, seguidillas y romances del pueblo de Las Pedroñeras, me va llegando material -como no podía ser de otra manera- que no recoge este voluminoso libro en dos tomos (casi 4.000 coplas y decenas de romances, oraciones, mayos, bailes de danzantas, via crucis, etc., recuerden).
Como no me gusta que estos cantarcillos se pierdan, o al menos no me gusta que lo hagan sin que antes queden registrados, aprovecho este medio para hacerlo.
Estos cinco me han llegado generosamente de la Pili "la Villalba!, gran conocedora de este tipo de poesía popular. Aunque parecen de tono subido, picantón, en realidad tienen una gran importancia, pues es frecuente que estas conocidas coplillas no pasen a los textos escritos en las recopilaciones al uso; por pudor, imagino. Cientos recojo yo, no obstante, en el libro citado, pues entiendo (y no soy el único) que el recato no ha de mezclarse con el rigor literario ni filológico al menos en esta tarea noble de recoger por escrito lo que el pueblo canta (o cantaba). Allá van:
Cada vez que te veo
la saya rota,
se me corre el pestillo
de las pelotas.
Yo se lo pedí a mi novia,
que venía de lavar
y me dijo la so tuna:
"Fresco lo quieres pillar".
Yo se lo pedía a mi novia
y me contestó llorando:
"Esta semana no puedo
porque tengo el ringuirrango".
Yo se lo pedí a mi novia
y no me lo quiso dar.
¡Que le cague la moscarda
y lo tenga que arrojar!
Si mi abuela tuviera
un par de huevos,
ya no sería mi abuela...
sería mi abuelo.
©Ángel Carrasco Sotos.
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