Hacía tiempo que no dedicaba una entrada a algún objeto de mi pequeño y particular museo del labrador. Uno lleva entre manos demasiadas ocupaciones, entre ellas una (esperemos) futura publicación que me está dando mucho trabajo. También existen proyectos que uno no sabe si valdrá la pena poner en marcha en alguna ocasión. Entre estos futuribles se encuentra un libro sobre Las Pedroñeras en la prensa histórica (material tengo para hacer algo chulo), otro sobre las calles de Las Pedroñeras, una ampliación del habla de Las Pedroñeras y, en fin, quizá otro que uno quisiera titular "Palabras y cosas". Este sería muy vistoso, entretenido, plagado de imágenes y dibujos a modo de compendio de todos los objetos usados, sobre todo, en la casa y en el campo (todo eso que forma luego parte de museos etnológicos) y las palabras que se han usado en nuestro pueblo para denominarlos. Uno puede leer en nuestro diccionario local la definición de cada palabra, pero nada como ver la cosa en una imagen. Esa imagen también mostraría el referente exacto de la palabra, aunque la palabra no forme parte de nuestra habla particular o exclusiva por pertenecer a un ámbito más amplio. Me explico: Palabras como cántaro, yugo (aquí, lluvo), carro, horca, losa, etc. etc. evidentemente aparecen en un diccionario general, pero, dependiendo del lugar geográfico, tales palabras designan referentes distintos, con características propias: no es lo mismo un cántaro empleado en Pedroñeras que uno empleado en un pueblo de Huesca, o de Huete (sin necesidad de desplazarnos tan lejos); esto por poner un ejemplo. En fin, sería un libro muy didáctico y entretenido. ¿Os imagináis dibujos de un yugo completo, de un carro o galera completos en donde se indicasen los nombres de cada parte que los componen? En fin, tiempo al tiempo, y a ver si quedan ganas porque a medida que van desapareciendo pedroñeros que aún tienen memoria para identificar estas cosas, van apagándose, a la par, las ganas y el interés de saber sobre esta vida antigua y rural de nuestra población. Una pena.
Pero vayamos con este objeto concreto que en el lugar se llamó pala de traspalar y que algunos también denominan pala de ablentar. A mí me gusta más el primer nombre pues es más exacto, pues ese era su uso y no ablentar (aventar) con ella. Os lo recuerdo. Una vez el cereal estaba trillado, la parva se amontonaba en un pez sirviéndose para ello del palo de allegar y el rastro para formarlo. Todo este montón se ablentaba (normalmente por la mañana, aprovechando el solano) usando para ello la horca, que servía para lanzarla hacia arriba y que el viento fuese, naturalmente, separando la paja del grano. Este grano se iba amontonando, con la pala de madera que hoy traemos por aquí, faena que se denominaba traspalar. [Para la descripción completa de este y todos los trabajos del campo, remito a mi libro Los trabajos y los días, además de al diccionario sobre nuestra habla].
La pieza que conservamos en nuestro museo es de las de antología, usada y reparada, con sus lañas. Hoy en día esto no lo entendería nadie: reparar una pala de madera a base de lañas. Pero hay que pensar que antaño cuartos es lo que no sobraba en cualquier casa humilde de labradores (la mayor parte de la población). Pese al trabajo que lleva este apaño, el lañaor cobraba (se conoce) bastante menos de lo que costaba una pala nueva. Así estaban las cosas. ¡Y qué trabajo tan artesano, qué hermosura ver esos puntos con lañas a lo largo de toda la superficie curvada de la pala! Es de una precisión absoluta para lo que se requería una maña extraordinaria, de oficio, aprendido y usado una y otra vez. Hacer ese cosido y que luego la pala aguantase un año tras otro sin que que se moviera el fragmento desprendido es para mí casi un milagro de técnica manual. Algo formidable, digno del mayor elogio.
No puedo dejar de contar lo que pasó el otro día, durante este mismo mes de enero de 2024. Nos llamó la atención algo expuesto en el escaparate de la tienda de Patricio (que lleva Victoria Iniesta, su hija) y vimos, cuando pasamos, que aún tenía a la venta palas de traspalar. Era un resto que mantenía, de cuando estos instrumentos tenían venta. Palas de traspalar ¡nuevas!, como recién salidas de la carpintería. Evidentemente, no me pude resistir a realizar esa compra que uno pensaba imposible. Os animo, que aún le quedan tres o cuatro. ¿Se podrá esto comprar en nuevo en algún otro sitio, algo que ya no se usa, que ya no se fabrica?
Y poco más, amigos y paisanos. No tiréis la basura estas cosas de antes, que son nuestra historia y a ella remiten... solo si siguen existiendo. Además, dicen muy bonito en las paredes. Mantengamos un poco esa atmósfera rural, típica, para que no se nos olvide nunca de dónde venimos. La memoria es nuestra patria. Y la medida identitaria que nos hace ser pueblo.
Mi pala nueva.
Pronto lucirá junto al arado común de mi cocinilla.
Me gustó esta, con un nudo en su parte delantera y vetas laterales.
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