FELIPÓN y el CONCURSO DE ASNOS CON LUCERO (fiestas patronales de 1962 en Pedroñeras): capítulo 40 | Las Pedroñeras

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viernes, 9 de septiembre de 2022

FELIPÓN y el CONCURSO DE ASNOS CON LUCERO (fiestas patronales de 1962 en Pedroñeras): capítulo 40

 


El año 1962 fue el segundo año en el que las fiestas se celebraron unificadamente. Celebrándose desde los días del 1 al 6 de septiembre.

Durante dichos días habrá grandes atracciones circenses, cinematográficas, teatrales, deportivas, carruseles, verbenas con vocalistas y festejos populares, sin olvidar la típica “cuerda” de ganado mular y asnal. Esto lo cuenta Ángel Carrasco Sotos en su libro GUIA SECRETA DE LAS PEDROÑERAS  2.

Siendo la típica “cuerda” de ganado mular y asnal la que no ha sobrevivido al paso del tiempo.  Las mulas y los asnos se fueron poco a poco desapareciendo y no siendo remplazados. Quiero dejar constancia de lo que paso uno de esos últimos años.

Explicar en qué consistía la típica “cuerda” de ganado mular y asnal. Suelen tener  su origen en ferias y encuentros  ganaderos especializados para mostrar los mejores ejemplares. Esta vez  reunió a medio centenar de animales en su feria de ganado Mular, Asnal, un encuentro que tenía el sabor de los antiguos tratantes de ganado. 

Quiso Raimundo que su borriquillo Lucero participara en el concurso de asnos pues lo cuidaba y mimaba dándoles doble ración de cebada dos meses antes de que llegase el día  que se tuviese que lucir y competir con los de su especie, en presencia y saber hacer el paseíllo para ganar y ser el mejor borrico del lugar.

Aparejado y luciendo una albarda nueva, un cabezal de cuero, lustroso, vivaracho, enseñando los dientes a todo el mundo en señal de estar a la caza y captura de alguna burra que estuviese receptiva, para el asunto. Y si, alguna sí, que lo estaba, pero el dueño con dos ramalazos les quitaron las ganas de ver lugares.

No siendo el más alto, ni el más gordo, tenía un Ángel que a todo el mundo le agradaba. Ya que a la hora de pasarle la mano por la cabeza, al tiempo que empinaba sus orejas levantaba el rabo dando pequeños saltos en señal de agradecimiento por las caricias recibidas. Pocos rebuznaban como él, lo que hacía que los demás imitaran sin ser su rebuznos ni tan largos ni tan potentes, así, las burras parecían ponerse de acuerdo para dirigir sus miradas a Lucero sintiéndose este orgulloso de aquellos rebuznos, obligando al animal a sacar su miembro hasta llegar a tocar el suelo.

Llegó la hora de hacer el paseíllo del ramal. Felipón se encargó de este menester, mientras Raimundo los seguía desde aquel semicírculo que se formó para que se hiciese el paseíllo de los participantes. Al trotecillo, como cuando era un borrucho, orejas en alto, dando pequeños saltos de alegría al sentirse mirado por tantas burras, sacó todos sus encantos, acompañado de sus rebuznos, no dejando que nadie se pudiese escuchar que no fuese el suyo. Y para dejar al personal con un palmo de narices, echó media espuerta de cajones cuadraos teniendo el culo redondo. Casi todos aplaudieron este hecho. Los que no aplaudieron fueron el dueño de Temerario ni y el presidente del evento.

Antes que Lucero desfiló un burro llamado Temerario, grande sí, pero zopenco sin gracia y harto de ver salir el sol, con las patas abaleás y las orejas cachas que le llegaban a los cascos de las patas delanteras, cansado desde su nacimiento, para los cuatro pasos que tenía que dar el dueño tuvo que tirar del como si estuviera muriéndose. Solo tenía planta. Bueno tenía al tío del amo que presidia el jurado. También participó uno  de Las Mesas, majete el animal, pero no daba la talla. El pernoseño era el más hermoso, pero cojeaba de una de sus patas  y parecía que acababa de llegar de la guerra de lo cansao que estaba.

Otro del lugar, que rompiendo el ramal hizo el estropicio padre, y que no miraba pelo para subir a lomos de lo que tenía delante. No dejando lomos que subir en toda la tarde. Llegó a Lucero y lo mismo que con los otros quiso montarlo. Seguro que pensó Lucero "yo estoy para lo mismo que tú", así, que le soltó un par de coces dejándolo sin dientes para el resto de sus días, quitándosele las ganas de subir al resto del ganado.

Llegando la hora de saber quién era el ganador la cosa andaba reñía entre Temerario y Lucero ¿Ya sabéis quién ganó?  Te__ me__ ra_ _ri_ o. No por ser mejor que él: le ganó por tener en el jurado de presidente al tío del dueño.

No tengo que deciros del mal del que padecemos los españoles en general, la envidia, que somos capaces de quedarnos tuertos con tal de que el vecino se quede ciego.   

Le dijo Felipón a Lucero:

"Para nosotros eres campeón, que lo sepas, Lucero. Esto que ha pasado hoy, ocurre siempre que no hay justicia por el medio".  


(CHASCARRILLO)

Temerario le ganó a Lucero

en el concurso de burros buenos.

Que lo sepáis, paisanos, que Lucero

perdió por ser mejor y más flamenco.






Vencer y perdonar es perdonar dos veces

(Calderón)

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