Hablábamos el otro día de la desaparición del sonido [d] en algunas palabras pedroñeras (aún nos falta rematar ese artículo, pues hay muchos otros contextos a los aludidos donde ese sonido se pierde en nuestra habla. Pero, por cambiar de tercio, he pensado que podría hoy dar unas pinceladas sobre otro de los sonidos que merece un comentario fonético en el mismo sentido que el anterior. Me refiero al sonido [b], que, como sabéis, unas veces se escribe con be y otras con uve en español.
Pasa con ese sonido que también lo hacemos desaparecer en ocasiones cuando hablamos en auténtico pedroñero. Otras, en cambio, lo que hacemos es añadirlo en palabras que no lo contienen. De todo eso hablaremos a continuación, aunque un estudio completo tenéis en ese estudio gramatical incluido en ese librote titulado El habla de Las Pedroñeras.
En muy pocas ocasiones el sonido [b] lo eliminamos cuando una palabra comienza por él (aféresis se llama este fenómeno). No obstante, he encontrado algunas en que sí lo hacemos:
¡VÁMONOS! > ¡Ámonos!
¡VAMOS! > ¡Amos!
¡VENGA! > ¡Enga!
VULPIANO> Ulpiano (es un nombre de persona, un antropónimo)
Otras veces lo hacemos desaparecer en medio de la palabra (síncopa). Veamos unos ejemplos:
ABSOLUTO > Absoluto
OBDULIA > Odulia (es un antropónimo)
OBJETO > Ojeto
SUBSIDIO > Susidio
SUBVENCIÓN > Suvención
NUBLO > Nulo
VILLAROBLEDO > Villarroledo
REBINAR > Reinar ('reflexionar, pensar de continuo en una cosa')
TAMBIÉN > Tamién
Otras veces, lo que hacemos es que añadimos el sonido [b] en palabras que no lo llevan. Puede ser al principio, aunque de este caso solo he encontrado un caso (HURRACA > Burraca) o en medio. De estos últimos tenemos más ejemplos:
AHOCIARSE > Abocicase
COHOMBRO > Cobombro
COHETE > Cobete
PÚA > Púa
SAÚCO > Sabuco
TOALLA > Toballa
CARAMELO > Carambelo
CARAMILLO > Carambillo
ESCARAMUJO > Escarambujo
¿Interesante, no? Ya os hablaré de otros fenómenos de este tipo en el habla de nuestro pueblo, fenómenos que han traído como resultado unas palabras que, poco a poco (¡ay!) nos van abandonando, pero que han formado parte de nuestra particular manera de emplear el castellano.
Dos ejemplares me quedan.
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