Calera del Bohón.
Si hablamos de patrimonio local, y si nos referimos concretamente al rústico (el cual anda diseminado y algo abandonado por nuestros campos), aparte de pozos de huerta, norias, casillas, chozos, cruces, molinos, etc., encuentro en nuestro entorno un elemento primordial que debería ser de especial interés por lo que toca a su conservación. Me refiero, claro, a las caleras.
En mi libro Mapa de Las Pedroñeras. Toponimia histórica señalaba el emplazamiento de todas aquellas de que yo tenía conocimiento en ese mapa de nuestro término municipal con que se inicia el trabajo. Unas ya no existen y otras aún pueden visitarse en el sitio que siempre ocuparon.
Os recuerdo que las piedras de cal que se vendían por las calles (por hombres procedentes del pueblo vecino de La Alberca de Záncara) y con las que se elabora la cal líquida para blanquear las fachadas de tapia (trabajos ambos, por otro lado, ya casi desaparecidos), proceden, como es sabido, de la calcinación de la piedra caliza.
Este proceso se llevaba a cabo en el campo en las llamadas caleras. Estas consisten en grandes agujeros cilíndricos, empedrados, efectuados en el suelo en zonas de monte bajo normalmente. Una vez dispuestas tales piedras en la calera, se prendía fuego a la leña para conseguir el efecto deseado.
Observo que existen dos tipos de caleras: las que constan de una pared de tierra (endurecida) y aquellas en las que tal pared se hizo con piedra, a veces labrada a modo de ladrillos. Las hay más grandes y más pequeñas. Más o menos profundas.
En el sitio pedroñero del Bohón (popularmente, el Bon) existen aún dos de estas caleras. Una de ellas, como podréis ver en el sitio correspondiente del libro mencionado, es, por decirlo de una manera sencilla, espectacular. Es la leche, amigos. Una calera que debería conservarse y como uno de los principales monumentos pedroñeros, digna de ser visitada para ser admirada y valorada. Si alguna vez llegáis a verla, me daréis la razón. Es grandiosa; sencillamente.
La otra, que se puede ver desde el mismo camino, aunque hay que subir un trecho para llegar a ella (recomiendo pedir permiso al dueño, como es de recibo, si os animáis). Son de esta precisamente las fotografías que animan esta publicación. Las debo a uno de los hijos del actual propietario de la finca, David López, que tuvo la amabilidad de proporcionármelas a petición de uno, por lo que también por aquí le doy las gracias públicamente.
Existen otras caleras por la zona de La Veguilla, La Encomienda y las zonas aledañas del cerro Morcilla, en mejor o peor estado.
Yo desde aquí animo que se consideren como elementos patrimoniales de especial atención para procurar su protección y persistencia como parte de nuestra historia y nuestro patrimonio.
Y no te olvides de este (que al final te quedas sin él)
Este está agotado (pero pronto vendrán unos cuantos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario