Águila calzada fotografiada en el carreterín de Belmonte, a la altura de Los Barreros (Pedroñeras). agosto de 2017.
por Job Moya Peraira
Es poco habitual que un ave rapaz se encuentre en expansión, ya que la pérdida de hábitat (deforestación, concentración parcelaria, etc.), así como la presión cinegética, restringen mucho las probabilidades de cría/nidificación y la disponibilidad de alimento. En ocasiones son directamente envenenadas o abatidas, pese a tratarse en su mayor parte de especies protegidas, y estar duramente castigado por la ley.
Águila calzada fotografíada en Tresjuncos, en el casco urbano. Agosto de 2017.
Sin embargo, las acertadas políticas de repoblación forestal llevadas a cabo hace 20 años, sobre terrenos agrícolas de bajo rendimiento, han favorecido a determinadas rapaces forestales como la que hoy vamos a presentar: el águila calzada (Hieraaetus pennatus). Aunque algunos ejemplares pasan el invierno en el sur de España (Doñana), la mayor parte de los individuos invernan en el África subsahariana (Mauritania, Mali y Níger), y regresan a nuestra comarca para mediados de abril.
Caza todas las presas de tamaño medio que estén a su alcance: palomas débiles o envejecidas, lagartos, gazapos, etc. No es especialista en presas pequeñas –roedores-, ni en aves veloces, tampoco en presas de gran tamaño (liebres, culebras, etc.). Por tanto, es una buena aliada para mantener a raya las poblaciones de conejos, causantes de importantes daños en agricultura, incluso en infraestructuras (autovías, vías de tren/ave, etc.).
Castillo de Haro (Villaescusa), mayo de 2016. Una grajilla (izquierda) y un águila calzada acosan a un buitres leonado (Gyps fulvus), que descansaba y secaba al aire sus plumas sobre uno de los torreones.
Casi todas las rapaces se identifican mejor por el plumaje y diseño ventral, es decir, vistas desde abajo, pues es como normalmente las podemos divisar, por eso no entraremos en detalles del dorso ni la cabeza, por lo general difíciles de observar para los que no somos biólogos u ornitólogos profesionales. Tampoco detallaremos medidas; es una rapaz pequeña-mediana, mayor que un gavilán, pero menor que un águila ratonera.
Muestra dos tipos de plumaje, siendo más característico el blanco y negro: vientre y parte anterior del ala, blancos; extremos y parte posterior del ala, negros. Existen individuos que presentan el vientre de color castaño poco contrastado con los extremos y borde posterior del ala, que pueden confundirse de lejos con el milano negro (Milvus migrans), también presente en la zona. Se diferencian por la forma de la cola: recta en el aguililla calzada y ligeramente escotada en el milano –tipo avión o vencejo–.
Necesita de árboles maduros para anidar, en bosques o aislados, pero algo retirados de la actividad humana. Ha utilizado chopos y fresnos de la ribera del Záncara para nidificar, pero el pino piñonero (Pinus pinea), con su amplia copa, resulta ideal para esta especie. De hecho, existen varias parejas nidificantes en La Veguilla, La Vereda –San Isidro– y el Monte Jareño.
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