Entre los años 1954 y 1955 se llevó a cabo la obra que daría lugar al desvío de la carretera general que, hasta entonces -como todos sabéis- pasaba por mitad del pueblo. Esta fotografía aérea es de 1956 o 1957, esto es, con ese "desvíe" (como se le ha llamado siempre) casi recién estrenado. Llama la atención que no se vea ningún coche en todo su trayecto (cosa habitual, supongo, por aquellas ya alejadas fechas).
La construcción del "desvíe" supuso un corte entre el campo y el pueblo que antes no existía, una especie de dique artificial (como lo es ahora -este sí que de verdad- la autovía). No obstante, los caminos siguieron, igualmente, su curso y aquello que no se llevó por delante la obra pues siguió en su sitio funcionando como antes. Eso sí, propició, desde muy temprano, el levantamiento de nuevos establecimientos a su vera, como el restaurante El Bomba, que fue el primero en este sentido. Lo podéis ver en la foto, junto al tejar. Fue un avance sustancial que acabó con ese trasiego de coches por mitad del pueblo, aunque hoy en día nos gustaría que estuviera más alejado de la población, que unas cuantas vidas ha segado ya, más allá de lo que entorpece para desplazarnos a lugares cercanos.
En la imagen que os dejo arriba (lo más grande que nos permite el blog) he situado los topónimos a un lado y otro del desvío en el tramo que va desde el restaurante El Bomba (muy pequeño entonces) hasta el punto (casi) en que se une con la antigua carretera en su tramo final de la cuesta los Palos. Da gusto apreciar nítidamente todo: el Bomba, su tejar, el corral de Miró (que sirvió de campo de fútbol), las eras (¡una chulada!), el carril de la Utrera, los límites de cada pequeña propiedad...
Observo que ya ha desaparecido el Pinarcillo (os señalo dónde estaba: tan solo se ven dos pinetes), que no lo talarían mucho antes, pues puede visualizarse en una foto aérea de diez años antes. Mirad cómo quedó dividida en dos la viña de los Polis (o Segis). También os señalo otros nombres de lugar (topónimos): El Rollo, el camino Viejo de Villarrobledo (un trocito), la Guindalera (que era como se denominaba a este paraje), la huerta del Chato Vitorio, la cuesta los Palos...
A mí me hace mucha ilusión ver la era de mi abuelo Antonio Carrasco Asensio "el Fraile", tan blanquita desde lo alto, un terreno que ahora, erial y sin valor, pertenece a mi familia. Hoy ya no queda casi nada de estas eras, labradas o abandonadas, aunque podrían considerarse patrimonio local. Un paisaje que pasó a la historia, un paisaje arcaico, extraño -con toda seguridad- a los ojos de los jóvenes. Yo recuerdo venir por aquí a jugar al fútbol (en la era que se ve más grande en la parte de abajo de la foto) y en esa zona también hicimos una choza donde quedábamos a convivir, en calurosa concordia, los amiguetes del barrio. Allí cerca escondimos un tesoro: con indios de plástico y otros chismes que metimos en una cajita. ¿Dónde estarán sus huesos? Muchos recuerdos de infancia, de la mía al menos, yacen en este paraje (ya irreconocible) de nuestro pueblo de Las Pedroñeras.
[Prometo poneros más fragmentos de ese pueblo antiguo y comentarlo para vosotros].
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