por Fabián Castillo Molina
Lo dije y lo sigo diciendo, en El habla de las Pedroñeras hay una mina de vida a través de las palabras, por explorar. Quien tenga tiempo y ganas puede empezar a comprobarlo cuando quiera, no tiene fecha de caducidad. En el siguiente enlace
http://angelcarrascosotos.blogspot.com.es/2016/07/en-apoyo-de-el-habla-de-las-pedroneras.html
puede leerse el
texto publicado en apoyo de dicha obra, con unos ejemplos mínimos que solo eran
eso, una muestra de las expresiones del lenguaje pedroñero, de las muchísimas
que pueden hallarse dentro de sus más de 1.400 páginas. En dicha entrada
pueden encontrarse fragmentos escogidos de entradas anteriores en el blog:
Ya ha pasado más de un año desde que publiqué dicha
entrada y vuelvo a elegir otras expresiones que incluyen en este caso palabras
con la P, y ejemplos que Ángel Carrasco
introduce en el diccionario con acierto y que, mezclados en el texto que
trabajo, pueden llevarnos a conversaciones y momentos de la vida de las gentes
del pueblo de diferentes épocas, edad y condición, capaces de recrear
relámpagos de vida.
¡ya puen venir!
–Hoy te toca d’ir al campo. –¿A mí? ¿Ir al campo
yo a trabajar? ¿Pero qué dices? ¡Ya puen venir! En eso estaba pensando yo,
cabalico. Sabes de sobra que a mí no hay quien me haga de hacer na en el campo,
como no sea en San Isidro comeme una paella en su punto, o una caldereta así
bien cociná, como saben hacela algunos. No me faltaba ya
a mis años na más que eso, coger la mocha y poneme a quitar grama de las olivas
del Cerro Ratón, o si no, ir a escardar ajos con las manos, sin guantes, como
si no hubiera líquido de ese que echan pa que no salga hierba, sentaícos en su
trastor. Si se piensan que lo vi a’cer yo… ¡ya puen venir!
polvisca.
¡Madre mía! ¡Qué polvisca
cortando ajos! Aquello no se le veían las manos. Las tijeras se abrían y se cerraban como boca de león, pero a cien, como a cámara rápida, cortando las
ricias que no daba tiempo a ver tanto trajín. Una mano abriendo y cerrando las
tijeras, mientras la otra, no sé como le daba tiempo a coger la cabeza y
colocala a tiempo del tijeretazo, después dale la vuelta boca abajo la cabeza
con tos sus dientes, para que le afeitara las barbas, y al final a la caja;
pero to eso sin pensar, automáticamente. Eso si no lo ves no lo puedes creer.
Ahí si puedes decir que llevaba ¡la polvisca padre! cortando ajos.
Polvisco.
Después bajando
los haces de la cina, llevándolos al tajo, desatándolos con brío y dejándolos a
pie de obra, uno tras otro sin parar, ¡que no les faltara material! ¡Allí se li’un
polvisco!, no había visto cosa igual, ¡ qué polvisco! Ya lo había advertío la
mujer, ¡mia tú! si lo sabía de sobra de tos los años, y volvía a repetilo ¡Vais
a’rmar un polvisco!, pero y qué ibas a hacer, los ajos había que cortalos, y no
despacio. Luego se volcó el botijo y sin danos cuenta ninguno, ¡qué polvisco entre el barro!
Hacer to polvo
Ya han abierto las bodegas, hogaño más
temprano que otros años.
—Dicen que vamos
doce a vendimiar.
—Hoy lo hacís to
polvo.
—Aique, pos
haremos lo que se pueda, ¿qué vamos a hacer?
—De toas maneras
luego han dicho que "¿Pa to la noche los vais de fiesta? Hoy lo hacís to polvo".
Arder igual
que la pólvora.
Algunas veces se
dicen cosas sin pensar que duelen. Hasta maldiciones hay que quien las dice desearía le pasaran a
quien van dirigidas:
—“¡ Mia si
ardieras igual que la pólvora!”.
Más tarde, ya en
frío quien las dijo piensa:
—¡Tepaique lo
que le he dicho al chiquete, señor mío, con lo que yo lo quiero!
Ponese (algo a alguien)
por delante.
Hay cosas que
cuesta mucho asumirlas, afrontarlas, vamos que no quieren hacerse, que parece
que es imposible llevarlas adelante:
—Es que me se
pone por delante comeme eso.
Otras veces
ocurre sin saber por qué razón, no se traga a personas que sin embargo tienen
quien la quiera de verdad:
— A esa persona
no hay quien l’aguante; es que me se pone por delante del to.
También hay
tareas sencillas para unos e imposibles para otros, y se manifiestan esas
dificultades:
—Ea, que me se
pone por delante tener que sollar el conejo.
Y como decíamos
al empezar esto, hay trabajos inasumibles para unos y deseados por otros:
—Se le pone por
delante’l ir al campo y que no va.
En otras ocasiones, se intenta superar la
dificultad pero no se puede:
—Se le puso por
delante y, ea, que lo tuvo que dejar.
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