El romance de Gerineldo en Las Pedroñeras | Las Pedroñeras

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jueves, 7 de febrero de 2013

El romance de Gerineldo en Las Pedroñeras


El romance de Gerineldo es uno de los más conocidos y divulgados de nuestro romancero tradicional. Por decenas, por centenas diría, hay documentadas versiones de este romance por toda la geografía española. Las primeras versiones de las que tenemos noticia datan del siglo XVI, siglo a partir del cual encontró difusión, aparte de la oral, a través de la recién inventada imprenta.

La historia que en él se narra (con variantes diversas) está inspirada en la leyenda de los amores de la hija de Carlomagno, Emma, y Eginardo, el secretario del emperador. Tres de estas versiones del Gerineldo recojo en mi Cancionero popular de la Mancha conquense, y dos de ellas escuchadas en el pueblo de Las Pedroñeras (la tercera proviene del pueblo vecino de Las Mesas).





La primera se la sabía de memoria -como tantas otras- mi abuela Victoriana Pérez Cabeza, ya fallecida, y la dejé registrada en una cinta magnetofónica. Decía así:

-Gerineldo, Gerineldo, 
Gerineldito pulido, 
¡quién te pillara esta noche 
tres horas en mi albedrío! 
-¿A qué hora, gran señora, 
se cumple lo prometido? 
-Entre las doce y la una, 
cuando el rey esté dormido. 
 Gerineldo anda el camino 
con zapatillas de seda 
para no ser conocido. 
-¡Traición, traición en palacio!; 
¿quién ha sido el atrevido? 
-Soy Gerineldo, señora, 
que vengo a lo prometido. 
Empezaron a luchar 
como mujer y marido. 
En medio de la luchada 
los dos quedaron dormidos. 
El rey, que despierto estaba, 
al cuarto [de] la infanta ha ido, 
y a los dos ha encontrado 
como mujer y marido. 
Ha tirado de su espada 
y entre los dos la ha metido. 
-Gerineldo, Gerineldo, 
Gerineldito pulido, 
que la espada de mi padre 
entre los dos ha dormido.


La segunda proviene de la memoria de Milagros Redondo de la Cueva (recogida en 2001). Veréis cómo el mismo romance, cantado en el mismo pueblo, Pedroñeras, encuentra variantes significativas en esta segunda versión. Oigámosla:

-Gerineldo, Gerineldo, 
 Gerineldito pulido, 
 ¿quién estuviera esta noche 
dos horas en tu albedrío? 
-¿A qué hora, gran señora, 
se cumple lo prometido? 
-Entre las doce y la una, 
cuando el rey esté dormido. 
 Llegan las doce y la una, 
Gerineldo en el camino 
con zapatillas de seda 
para no ser conocido. 
Tres vueltas le da al palacio, 
tres vueltas le da al castillo. 
-Soy Gerineldo, señora, 
que viene a lo prometido. 
 Abre la infanta la puerta 
y a su aposento se han ido, 
y en medio de la luchada 
el sueño los ha vencido. 
El rey oye la tragedia, 
al cuarto [de] la infanta ha ido 
y los cogió durmiendo 
como mujer y marido. 
“No te mato, Gerineldo, 
Gerineldito pulido, 
pero aquí dejo mi espada 
pa que sepáis que he venido”. 
La infanta, que está durmiendo, 
se ha vuelto del otro lado, 
y al refrior de la espada 
del sueño se ha despertado. 
-¡Levántate, Gerineldo, 
Gerineldito pulido, 
que la espada de mi padre 
entre los dos ha dormido!

Poco a poco iré trayendo por aquí otros romances viejos, tradicionales, como este, escuchados y recopilados en el pueblo y comarca en la que hemos crecido.

©Ángel Carrasco Sotos

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