Un año más, se ha vuelto a celebrar en nuestra localidad pedroñera el concurso de carteles de las fiestas. El nivel ha sido muy aceptable desde que comenzó, al que se han presentado históricamente pintores de talla y renombre (no sé, se me viene ahora a la cabeza Grau Santos), presencia que ha ido disminuyendo en la última época. También, por supuesto, grandes pintores locales, ganadores, con cuadros de original composición y deslumbrante remate (que también se han ido cansando en vistas de que han comprobado que puede ganar cualquier pintura menor dado que el jurado no es especialista; en fin, hay que entenderlos también). Sé que ahora se impone la moda del ordenador con la utilización de aplicaciones que, desde luego, ayudan a confeccionar llamativas ilustraciones que, a mi entender (perdonad), desvirtúan un tanto la naturaleza con la que fue creada esta actividad promovida consistorialmente. Tanto es así, que invita a personas que no han cogido una pincel en la vida a lanzarse a la elaborar carteles cuyo resultado, hay que reconocerlo, puede llegar a ser atractivo y vistoso. Hay que saber, por supuesto, manejar las nuevas tecnologías al uso y desarrollar con ellas cierta creatividad. Para todo se deben tener habilidades que hay que saber reconocer en su grado correspondiente y considerar lo meritorio que hay tras ello.