En una entrada anterior os quise copiar tres versiones pedroñeras que recogí en su día sobre este difundido y conocido romance de la loba parda, y a tal texto remito para poneros en antecedentes. No obstante, pues el trabajo sobre el Cancionero popular de la Mancha conquense pretendió ser algo más ambicioso que la dedicación exclusiva al ámbito local, quise al menos hacer algunas calas en los pueblos de la contornada, de modo que de esas averiguaciones copié otras dos versiones de tal romance: una de Las Mesas y otra de Casas de Roldán. Es lo que os ofrezco hoy.
Romance de la loba parda
(Versión de Casas de Roldán)
[La siguiente versión me fue facilitada por Antonio Garrido; recogida en Casas de Roldán, era recitada por su abuelo Serafín Carretero].
Estando yo en mi chocica
calzándome las abarcas
vide bajar cuatro lobos
por una espesa cañada.
Venían echando suertes
a ver cuál les tocaba;
le tocó a una pobre loba
tuerta,
manca y jorobada.
Le da una vuelta al redil
y no pudo sacar nada,
pero cuando dio las dos
sacó una borrega blanca,
hija de la oveja negra,
nieta de la oveja parda,
la que tenía el mayoral
para el Domingo de Pascua.
-¡Arriba, siete cachorros
y mi perra Guadiana,
y el mastín con siete hierros
que Cortijuelo le llaman.
Si me traéis la borrega
tenéis la peya ganada!
Los perros que oyen esto
no corrían, que volaban.
Han corrido cuatro leguas
por cañadas y montañas,
y al llegar al arroyuelo
la loba iba cansada.
-Ahí tenéis vuestra borrega,
gorda, flaca o como estaba.
-No queremos la borrega
de tu boca mascujada,
que queremos la pellica
para el pastor una zamarra,
y tus manos para guantes
para visitar madamas,
tus piernas para un guitarrero
para guardar la guitarra.
Vente con nosotros, loba,
para la tienda acompaña,
que nos espera el pastor
con la peya bien ganada.
(Versión de Las Mesas)
[Esta otra interesante versión proviene de Luis Mena Martínez, del vecino pueblo de Las Mesas. Fijaos en ese comienzo tan poco habitual].
¡Qué alta que va la luna,
los aires la remenean!
Las ovejas de un cornudo
ya se van por la majada.
“¡Malditas sean las ovejas
y el pastor que las guardaba,
y así viniera una loba
y a todas se las llevara!”
Cuando acaba de decirlo
asoma la loba parda.
-¡Llega, llega, loba parda,
con mis siete cachorritos
y mi perra Truquillana,
y mi perro el de los hierros,
que para ti sólo basta!
-Ni tú, ni tus cachorrillos,
ni tu perra Truquillana,
ni tu perro el de los hierros
cogeréis la loba parda.
Se ha metido en el rebaño
y ha cogido una cordera,
la hija de La Pintada,
que la tenían sus amos
para el día de la Pascua.
-¡A ella, siete cachorrillos!,
¡a ella, perra Truquillana!,
¡a ella, el perro de los hierros!
¡A coger la loba parda!
Si la cogéis esta noche,
tenéis la cena doblada,
y si no la cogéis,
con el gordo la gallada .
La corrieron siete leguas
por unas ásperas montañas,
y otras siete la corrieron
por unas verdes llanadas;
al subir una subida
y al bajar una bajada
se puso el pastor delante
con el cuchillo a matarla.
-¡No me mates, pastorcito,
por Dios y la Virgen santa!
Toma la tuya borrega,
blanca, sana y como estaba.
-Yo no quiero la borrega
de tu boca embabosada,
que quiero tu pellejina
para hacer una zamarra;
los dientes para pendientes,
las orejas para mangas
y lo demás que me sobre
para atacarme las bragas.
©Ángel Carrasco Sotos
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