En ese libro que publiqué sobre el ajo, titulado Jardín de curiosidades sobre el ajo, en el que tanta literatura sobre el ajo hay metida, descuidé de incluir este poema de Ventura de la Vega (*Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata, 1807 - Madrid, 1865) dedicado a la sopa de ajo. Ventura de la Vega (en realidad, Buenaventura José María de la Vega y Cárdenas) fue un escritor continuista con el neoclasicismo español ya en pleno siglo XIX, cuando la moda del Romanticismo imponía sus reglas, poeta de circunstancias y, sobre todo, reconocido dramaturgo en su época, que desde los 11 años residió en España llegado de la Argentina. Entre sus comedias (muy en la línea de su contemporáneo Bretón de los Herreros), quizá destaque El hombre de mundo (1845).
Se trata, como leeréis, de una poesía compuesta por tres octavas, en la que el autor nos cuenta cómo en tiempo cuaresmal, junto al fuego, no desaprovecha ocasión para prepararse una deliciosa sopa de ajo, cuyos pasos en su aliño nos va exponiendo con gracia. Claro, no falta ese "ajo español" entre sus ingredientes. Así de fácil se hace una suculenta sopa de ajo en palabras de nuestro autor.
Cuando el diario suculento plato,
base de toda mesa castellana,
gastar me veda el rígido mandato
de la Iglesia Apostólica Romana,
yo, fiel cristiano, que sumiso acato
cuanto de aquella potestad emana,
de las viandas animales huyo
y con esta invención lo sustituyo.
Ancho y profundo cuenco, fabricado
de barro (como yo) coloco al fuego;
de agua lo lleno; un pan despedazado
en menudos fragmentos, lo echo luego;
con sal y pimentón despolvorado,
de puro aceite tímido lo riego;
y del ajo español dos cachos mondo
y en la masa esponjada lo escondo.
Todo al calor del fuego hierve junto,
y en brevísimo rato se condensa,
mientras de aquel suavísimo conjunto
lanza una parte en gas la llama intensa:
parda corteza cuando está en su punto
se advierte en torno, y los sopones prensa;
y colocado el cuenco en una fuente,
se sirve así para que esté caliente.
Ventura de la Vega
ÁCS
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