Muerto Fernando VII (1833), habiendo dejada abolida la Ley Sálica y establecida la Pragmática Sanción, correspondió a su hija, Isabel, la herencia del reinado y trono (y no a Carlos, su hermano, como pretendían los carlistas), regencia que, hasta la mayoría de edad de Isabel (que sería Segunda), recaería en su madre, y esposa (la cuarta) de Fernando VII, María Cristina, según todos sabemos.
La proclamación de Isabel como beneficiaria del trono se recibió con alborozo inusitado en nuestro pueblo de Pedroñeras, faustos y actos que quedaron recogidos en la Gaceta de Madrid (nombre que recibió el actual Boletín Oficial del Estado desde su fundación, en 1661, hasta la Guerra Civil). Así se recoge en el nº 10 del 21 de enero de 1834 (actualizamos las grafías):
“Pedroñeras 1º de Enero. En la memoria de estos vecinos quedará indeleble el recuerdo de la proclamación de nuestra augusta Soberana, verificada el 26 de Diciembre último. Desde que se anunció por bando la noticia de tan suspirado momento, todo fue júbilo y alborozo entre estos habitantes, quienes colgaron las fachadas de sus casas con vistosas telas y ricos tapices, mientras un magnífico tablado fue dispuesto con el retrato de S. M. la REINA para el acto de levantar pendones los jefes de las danzas y cuadrillas que rodearon el tablado en loor de nuestra ínclita Soberana y de su excelsa Madre la REINA Gobernadora. En seguida pronunció un discurso alusivo a la ceremonia el benemérito regente letrado D. Antonio Álvarez Baragaña, que fue aplaudido unánimemente, y por su disposición se dio libertad con tan plausible motivo a los presos de faltas leves, los cuales no pudieron menos de expresar con lágrimas su profundo reconocimiento.
Tremolado el pendón Real se echaron monedas al pueblo, y seguido el ayuntamiento de una comitiva numerosa, volvió a las casas consistoriales con su digno presidente, habiendo en todo aquel día celebrado el grandioso acto de la proclamación con danzas, iluminación, fuegos artificiales, y con una magnífica procesión en que se llevó en triunfo el retrato de S. M. la REINA, acompañado de más de 60 hachas [antorchas] de cera, y vitoreado sin cesar por un inmenso concurso. Terminaron esta función patriótica una solemne misa y Te Deum que se cantó en acción de gracias, y varios actos de beneficencia del mencionado Sr. Baragaña, el cual después de haber obsequiado al ayuntamiento y a muchas otras personas con un suntuoso banquete, [palabra ilegible] una abundante comida para los presos, y repartió a cada uno de los pobres un real de vellón y una libra de pan”.
La Gaceta de Madrid recoge en su nº 12 (del día 25 del mismo mes) el extenso discurso -pese a ser extracto- del cura párroco, “una tierna alocución propia de las circunstancias, y muy recomendable por el espíritu de paz y de conciliación”. En fin, al texto remito si es que el lector quiere buscarlo a través de Internet. Termina con unas palabras que no dejan de ser irónicas, dado que ese mismo año tendría lugar el inicio de la primera guerra carlista que, en sucesivas fases, sumiría a España en lo que sería un anticipo premonitorio de la Guerra Civil; son estas: “Ambas [refiriéndose a Isabel II y Mª Cristina] son el áncora de nuestra patria, y la patria augusta de paz que el cielo nos ha concedido”.
Yo me quedo de todo esto, por lo impactante de las imágenes, con esos dineros tirados desde algún balcón y recogidos por el pueblo en promiscua rebatiña, con la amnistía de esos presos con “faltas leves” llorando a lágrima viva y besando manos (supongo) y el resto de los otros reos empachándose a comida; por supuesto con el reparto limosnero de ese real y esa libra de pan a los pobres de la localidad cuya fila para recibirlos seguro que sería digna de la portada de un libro sobre una historia de la fotografía de la infamia (lástima que aún no existieran ni los primeros daguerrotipos). Imágenes de un antaño de hace apenas dos siglos, pero que parecen sacadas de alguna de esas películas de ambientación medieval con sus refritos y sus tópicos. El resto de la celebración ya sabemos que aún sigue formando parte de nuestra España de charanga y pandereta, como dijera el pobre Machado.
En el nº 3.909 del miércoles 28 de mayo de 1845 de la misma Gaceta de Madrid, se recoge la noticia de la pernocta en Pedroñeras de la Reina:
“La Reina nuestra Señora (Q. D. G.) y su augusta Real Familia continúan sin novedad en este Real Sitio. S. M. ha resuelto pernoctar mañana 26 en Pedroñeras, y el día 27 en Chinchilla, continuando después el itinerario anteriormente designado”. Y más abajo: “De Real orden lo digo a V. E. para su conocimiento y efectos oportunos. Dios guarde a V. E. muchos años. Pedroñeras 26 de Mayo de 1845. Ramón María Narváez. Sr. Ministro de la Gobernación de la Península”. Creo que lo hizo en la casa de los Bosch, propiedad actualmente de Damián Carrión.
Datos nimios para nuestra historia local que no dejan de tener su interés.
©Ángel Carrasco Sotos
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