Cavando ajos (foto cedida por Victoria Ramírez)
Estamos dando un repaso a las labores tradicionales del cultivo y manipulación del año en Las Pedroñeras, y si en entradas anteriores vimos las secciones correspondientes a la preparación de la tierra, el esgorolle y la siembra, ahora hay que hablar de otra labor (desaparecida) como es la de cavar ajos. Tomad la mocha y el hilo entre las patas que nos ponemos a ello.
Para el mes de marzo, cuando los ajos estaban en tres hojas, se cavaban, se decía, a pata coja, es decir, cavando desde el sitio hasta donde se alcanzaba con los brazos por el lado derecho, mientras que se avanzaba poco a poco con el pie correspondiente por el izquierdo (o al contrario, dependiendo del uso de cada uno). Una vez cavado un tramo, se adelantaba también el pie derecho y se tapaba la pisada anterior arrastrando la tierra con el azaón. Las mujeres normalmente cavaban con mocha (azada, más pequeña y sin peto), por ser de menor peso. Con este trabajo se les quitaba a los ajos algunas hierbas parásitas y se le daba labor a la tierra, para dejarla suelta y mullida.
Cavando ajos (foto cedida por Victoria Ramírez)
En los años setenta, y debido sobre todo al aumento de la producción, se procuró evitar esta trabajosa labor y fue cuando se empezaron a asurcar los ajos, usando para ello la mula y el garabato. El problema es que la reja dejaba a ambos lados los costeros de los hilos sin labor, y a raíz de esto surgió un suplemento de dos ganchos que, adaptado a la cama del arado, solventaba este inconveniente. Y es que los costeros, al quedar sin labor, se endurecían, y esto impedía el engorde óptimo de la cabeza del ajo. Otros comenzaron a adaptar al arado dos ganchos laterales a la reja, más abiertos, con lo que se surcaban tres hilos en cada vuelta. Todos estos novedosos artilugios se hacían en las herrerías.
[Los textos han sido extraídos de mi Jardín de curiosidades sobre el ajo]
©Ángel Carrasco Sotos
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