El bollero
por Fabián Castillo Molina
En las tardes soleadas de primavera, el hermano Carrasco pasea arriba y abajo todo el pueblo, Las Pedroñeras de sus entrañas. De cuerpo menudo y ágil, con blusa negra, gorra de visera y zapatillas de loneta, anda ligero y siempre alegre saludando a todo el que se encuentra. Gasta bromas a los chiquetes que se acercan, emitiendo sonidos guturales como salidos de recovecos de una gruta profunda. Es amable y simpático, con cesta de mimbre en bandolera pregona sus bollos como nadie. Un paño de lino de cuadros azules cubren y protegen los exquisitos bollos azucarados de las golosas moscas que se acercan. Con voz sonora y limpia pregona:
¡ El bollerooo, bollero, bollero, bollero
bollerooo... !
©Fabián Castillo Molina
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