Doña Esperanza, condesa de Colombí, con su hijo Pepito.
por Purificación Moreno Palomares

Esto que os voy a contar lo escuché de boca de otros. Los hechos ocurrían en los años veinte. Tened en cuenta que la curiosidad de los chiquetes es grande, son todo oídos, más aún si vives cerca del lugar de los acontecimientos.
La historia de amores imposibles abundan en la mitología, las leyendas y la literatura: Píramo y Tisbe, los amantes de Teruel, Romeo y Julieta… hasta en la segunda parte de Don
Quijote de la Mancha, la historia de Basilio y Quiteria. Es el tema de muchas
novelas y películas.
Píramo y Tisbe vivían en Babilonia. Se amaban también pese a la prohibición de sus
padres y se comunicaban en secreto. Decidieron huir. Quedaron bajo un moral de
flores blancas; ella llegó primero, pero
tuvo un encuentro con un león que dejó su velo manchado de sangre sin sufrir
ningún daño. Al llegar Píramo, encontró las huellas y creyendo que la leona la
había matado se clavó un puñal en el corazón. El mismo equívoco ocurrió con
Romeo y Julieta a cuenta del veneno. En este caso pedroñero que nos ocupa, real, por ventura no fue
así.
Nicolás (perdonad si el nombre no es el correcto pues la
memoria falla en ocasiones) vivía en la calle Cea Bermúdez, era familia de “Los Luises” emparentados con “Los
Zapatas” y “Los Aceiteros” (Nicolás era hermano de don Anselmo, el juez, así como de María, la que fuera mujer del médico, don Augusto Peña). Pues bien, este
caballero fue pretendiente de Doña Esperanza, “La Condesilla”. No sé deciros cómo
surgió el flechazo, quizás se encontraron en las clases de música que tomaba
Doña Asunción cerca de la casa de este o en alguna visita oportuna entre
amistades. El caso es que quedaron prendados el uno del otro.
Su amor no era del beneplácito de Doña Asunción, madre de la
joven. Por tanto, llevados por la fuerza de su sentimiento, huyeron para lograr
ser felices. No llegaron muy lejos ya que los encontraron pronto, y los obligaron a
retornar.
La madre de la condesa
tenía reservado para su hija a un amigo suyo, un hombre atractivo de buena
planta, un andaluz, abogado, escritor y amigo del mundo de la Tauromaquia: don
José María Ballesteros. De este matrimonió nació “Pepito” el último conde de
Colombí, fallecido este año 2016.
De Nicolás no sé a
ciencia cierta si llegó a casarse.
Y esto es lo que os puedo contar.
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