Nicolás y la Condesilla, nuestros Romeo y Julieta pedroñeros | Las Pedroñeras

lunes, 12 de septiembre de 2016

Nicolás y la Condesilla, nuestros Romeo y Julieta pedroñeros

Doña Esperanza, condesa de Colombí, con su hijo Pepito.

por Purificación Moreno Palomares






Esto que os voy a contar lo escuché de boca de otros. Los hechos ocurrían en los años veinte. Tened en cuenta que la curiosidad de los chiquetes es grande, son todo oídos, más aún si vives cerca del lugar de los acontecimientos.


La historia de amores imposibles abundan en la mitología, las leyendas y la literatura: Píramo y Tisbe, los amantes de Teruel, Romeo y Julieta… hasta en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, la historia de Basilio y Quiteria. Es el tema de muchas novelas y películas.

Píramo y Tisbe vivían en Babilonia. Se amaban también pese a la prohibición de sus padres y se comunicaban en secreto. Decidieron huir. Quedaron bajo un moral de flores blancas; ella llegó primero,  pero tuvo un encuentro con un león que dejó su velo manchado de sangre sin sufrir ningún daño. Al llegar Píramo, encontró las huellas y creyendo que la leona la había matado se clavó un puñal en el corazón. El mismo equívoco ocurrió con Romeo y Julieta a cuenta del veneno. En este caso pedroñero que nos ocupa, real, por ventura no fue así.

Nicolás (perdonad si el nombre no es el correcto pues la memoria falla en ocasiones) vivía en la calle Cea Bermúdez, era  familia de “Los Luises” emparentados con “Los Zapatas” y “Los Aceiteros” (Nicolás era hermano de don Anselmo, el juez, así como de María, la que fuera mujer del médico, don Augusto Peña). Pues bien, este caballero fue pretendiente de Doña Esperanza, “La Condesilla”. No sé deciros cómo surgió el flechazo, quizás se encontraron en las clases de música que tomaba Doña Asunción cerca de la casa de este o en alguna visita oportuna entre amistades. El caso es que quedaron prendados el uno del otro.

Su amor no era del beneplácito de Doña Asunción, madre de la joven. Por tanto, llevados por la fuerza de su sentimiento, huyeron para lograr ser felices. No llegaron muy lejos ya que los encontraron pronto, y los obligaron a retornar.

La madre de la condesa tenía reservado para su hija a un amigo suyo, un hombre atractivo de buena planta, un andaluz, abogado, escritor y amigo del mundo de la Tauromaquia: don José María Ballesteros. De este matrimonió nació “Pepito” el último conde de Colombí, fallecido este año 2016.
De Nicolás no sé a ciencia cierta si llegó a casarse.




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Ángel Carrasco Sotos

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