por Miguel Ángel Vellisco Bueno

La Compañía de Jesús se establece en Belmonte, durante el generalato de Diego Laínez, ante la petición de D. Diego II López Pacheco, III Marqués de Villena, señor de Belmonte. Para su fundación ofreció un beneficio de mil quinientos ducados de renta, bajo la administración de un clérigo llamado Juan Lucas. Ante la muerte del marqués el año 1556, el clérigo otorgó sus poderes para que luego se hiciese en Roma la anexión de aquel beneficio a la Compañía.
Los primeros PP enviados
fueron: Pedro Sevillano, Juan de Cuadra y Pedro Rodríguez, que era natural de
la misma población.
Llegados el 20 de octubre
de 1558, se establecieron estudios de
Gramática, que, en palabras del rector, fueron
tan conocidos en la zona, que en cuestión de poco tiempo “llegaron a Belmonte
personas de Valladolid, Toledo, Madrid, Segovia, Alcalá, Guadalajara y Cuenca”,
cuya cantidad ascendía en 1565 a 40 individuos, repartidos en dos casas de
porcionistas o convictores.
En los años siguientes, el problema de los alumnos
externos fue el principal quebradero de cabeza. El problema que se planteó
estuvo relacionado con la financiación de las casas de convictores y la “manera
que se entienda que de ellos no viene utilidad ninguna al colegio”. Entre los
años 1566 y 1577 se suceden las cartas procedentes de Roma llamando la atención
al provincial Toledano sobre los medios existentes por entonces para pagar los
costes del mantenimiento de la casa, como eran las limosnas que pedían los
propios porcionistas y el pago de una determinada cantidad de ducados al
vicerrector y a los jesuitas “porque el
colegio compró las casas en que viven los convictores, a su costa, y toman esto
por alquiler”. Al mismo tiempo, para solucionar la situación y que la gente
no hablase del asunto, en estas cartas de plantea la absoluta necesidad de
reducir o eliminar aquellos lazos existentes entre los convictorios y los
jesuitas que fueran más allá de los puramente educativos. Entre los medios para
que esto se produjera, destacó la propuesta de Pedro de Ribadeneyra en
el año 1577, según la cual Podríase
alquilar la casa por lo que vale y llevar el alquiler, hubiese pocos o muchos
convictores, sin que pueda parescer a nadie que se acrescienta su número por el
mayor interés, y que por una casa que se alquilara en 50 o 60 ducados, se toman
ciento, y ciento y veinte y a las veces más; y aun si se pudiese hacer que la
casa no fuese de la Compañía, creo que sería el negocio menos sin sospecha ni
especie de mal.
La primera casa convento
que se funda estaba debajo de la torre de la Colegiata. La edificación del Colegio
definitivo, se terminó con fecha 18 de febrero de 1640.
Pero el clérigo Juan Lucas murió
repentinamente, de apoplejía, el 27 de diciembre de 1559, antes de aplicarse su
beneficio al colegio, con lo cual quedó éste en el aire, sin tener nuestros
Padres otro recurso para vivir, sino de la caridad pública. A pesar de este
contratiempo, determinaron seguir adelante en la empresa, puesta la confianza
en Dios, y no poco animados, como escribía el P. Sevillano, por el amor de los
vecinos de Belmonte, que venían a ofrecer generosamente sus haciendas para
mantener a los jesuitas
El primero en favorecer al
Colegio fue el Ayuntamiento de Belmonte, quien señaló para esto una limosna
anual de dieciséis mil maravedís. Esta limosna se fue aumentando poco a poco,
hasta que en 1567 se fijó en treinta mil maravedís. Otros veintiocho mil
añadió en ese mismo año D. Francisco López Pacheco, IV Marqués de Villena,
Señor de Belmonte. Juan de Zúñiga y su mujer María de Huesca, vecinos de
Argamasilla de Alba, dieron en 1574 al colegio un mesón, dos casas y algunas
heredades, todo lo cual valdría unos tres mil quinientos ducados, y de este
modo fue viviendo el colegio durante sus primeros veinticuatro años, hasta que a
la orden le proporcionó una cumplida dotación la piadosísima señora Doña
Francisca Ponce de León, noble y rica señora de Belmonte, hija del Doctor Francisco
de León catedrático de Prima de Cañones en Salamanca, y de
Doña Isabel
Arias Osorio, vecinos de Belmonte, prima de Fray Luis de
León.
Ésta, deseando emplear sus
bienes en servicio de Dios, y conociendo la pobreza que padecía el Colegio,
ofreció la hacienda de que podía disponer, para dotarle de una buena renta.
Aceptose esta donación el año 1582, y aunque Dña. Francisca quería desposeerse
al instante de todos sus bienes, no lo consintió la Compañía, que quiso que la
bienhechora gozase de su hacienda mientras viviese. Así se hizo, pero la buena
señora ya en vida entregaba al colegio todo lo que podía, de suerte que éste se
sostuvo perfectamente
Servía el Colegio con sus
ministerios, no solamente a la Villa de Belmonte, sino a los Lugares de su
comarca, cuyos vecinos (mayormente en el tiempo de cuaresma) acudían de algunos
Lugares a confesarse con los padres Jesuitas.
El llamado Palacio de los Jesuitas en Las Pedroñeras
Fue muy abundante la asistencia
de Estudiantes, y muchos tomaros los hábitos en diversas Órdenes Religiosas, particularmente
en la de San Francisco.
Penoso era, ciertamente,
este trabajo de enseñar gramática, y sólo se explica que pudiesen desempeñarse
tantas clases, teniendo en cuenta que en todos estos años, como, por regla
general, en todo el tiempo de la antigua Compañía, los colegios se componían
solamente de externos, que acudían al colegio para los ejercicios literarios y
a su iglesia para las obras de piedad.
El primer convictorio o
internado que hubo en España fue el de Belmonte, que llegó a tener en 1569 cerca de cuatrocientos
alumnos.
En los siglos XVI Y XVII tuvo siempre dos maestros de gramática y dos Primeras letras.
En 1767
tenía un maestro de gramática y un Ludimagister (maestro de juegos)
Asombran a primera vista
estos grandes concursos, reunidos tal vez en poblaciones secundarias, como
Belmonte, Monterrey y otras menores.
Para explicar este fenómeno
deben tenerse en cuenta dos circunstancias:
Una, es que en varias
poblaciones los Ayuntamientos y tal vez algunas universidades hicieron una
especie de concierto con la Compañía para que ella se encargase de enseñar la
gramática. Los Ayuntamientos concedían a los padres Jesuitas las rentas de
alguna preceptoría, y las universidades les otorgaban algunas ventajas a
trueque de descargarse en ellos del peso no tan ligero de enseñar latín.
De aquí nació que el
enseñar gramática vino a ser con el tiempo una especie de monopolio de los
jesuitas.
Otra circunstancia que explica el gran afluencia de niños en estos colegios era,
que muchos de ellos tenían escuelas de instrucción primaria, las cuales solían
ser muy concurridas. Los Ayuntamientos veían con agrado que la Compañía
emprendiese una tarea que a ellos les excusaba el pagar un maestro, y las
familias, conociendo la virtud de sus religiosos, les fiaban de buen grado la
educación de sus hijos. En varias partes el colegio de la Compañía era la
escuela del pueblo, y como la instrucción se daba enteramente gratis, todo niño
que podía tenerse en pie era mandado por su madre al colegio de los padres
jesuitas, para que aprendiese al menos el catecismo y las primeras letras.
El 25 de junio de 1580,
murió en el Colegio con 46 años el P. Provincial Baltasar Álvarez, Místico
español y teólogo, confesor de Sta. Teresa de Jesús.
Escudo pedroñero con las iniciales JHS.
En el año 1626 fue el
Superior del Colegio el padre Josef de Tobalina, natural de Oñate (Vizcaya), un
hombre docto, de grandes virtudes y muy querido
y admirado por los belmonteños de entonces, famoso por un caso que
sucedió en la villa de Belmonte: “Fue que
el demonio se entró en el cuerpo de una mujer que había levantado un falso
testimonio a ciertas personas. Lleváronla a varias partes para que lo lanzasen
hombres que tenían nombre de Santos, mas no pudieron desencastillar al demonio.
Recurrieron al padre Josef el cual libró a la mujer del demonio que le
atormentaba”.
Con su expulsión por real
decreto del rey Carlos III, con el título de: Colección general de las providencias hasta aquí tomadas por el
gobierno sobre el estrañamiento y
ocupación de temporalidades de los Regulares de la Compañía, etc…
Después de un prólogo o advertencia se inserta, a la página 5, El Real
Decreto de Execución cuyo preámbulo dice así: Habiéndome conformado con el
parecer de los de mi consejo en el extraordinario que se celebra con motivo de
las ocurrencias pasadas, en consulta de 29 de enero próximo y de lo que sobre
ellas me han expuesto personas del más elevado carácter…He venido en mandar se
extrañen de todos mis dominios de España e Indias, Islas Filipinas y demás
adyacentes, a los religiosos de la Compañía, así sacerdotes como coadjutores o
legos que hayan hecho la primera profesión, y a los novicios que quisieran
seguirles; y que se ocupen todas las temporalidades de la Compañía en mis dominios…Rubricado
de la Real mano.- En el Pardo a 27 de febrero de 1767.- Al Conde de Aranda
Presidente del Consejo.
Cuando La orden desaparece
de Belmonte, Se retira el escudo con su emblema y se manda colocar en su lugar
el escudo Real.
Los Padres Jesuitas del
Colegio de Belmonte fueron conducidos al puerto de Cartagena, y embarcados, rumbo a Italia.
Con el ministro Godoy,
todos los bienes de la Compañía pasaron
a formar parte de los bienes de la Corona.
Como Curiosidad, la
expulsión de los jesuitas coincide con la introducción de los Carnavales en
España y el entierro de la Sardina.
En cuanto al futuro del Colegio, el Consejo extraordinario creado para la expulsión de la Compañía, a consultas
de 18 de mayo de 1769, resuelve lo siguiente:
1º Por resolución de S.M., se aplica en este colegio, en la Diócesis de
Cuenca, para establecer Aulas de primeras Letras. Latinidad y Retórica, con
casa de Pensión, o Pupilage, separada con pared divisoria de la Iglesia.
2º Esta se destina para ayuda de Parroquia de la Colegiata de Belmonte;
proveyendo dicha Colegiata un Vicario perpetuo, o movible, con la aprobación
del Ordinario Diocesano.
3º El Vicario, que se establezca, a de cumplir las cargas espirituales,
sirviéndole de dotación la limosna, o estipendio, con que s ele atribuya.
4º Quedará provista la Iglesia de Ornamentos, y vasos sagrados,
distribuyéndose los sobrantes en la forma generalmente expresada.
En 1834, con motivo de la desamortización de
Mendizábal, se le privó a la iglesia de
este edificio, junto con todas sus posesiones, transformándose en cárcel
comarcal
En el mes de diciembre de
1922, por iniciativa de la Junta del
casino de Belmonte salen a subasta las obras de construcción de un teatro en el
edificio de la antigua iglesia del Colegio de la compañía de Jesús, las cuales
se adjudican al maestro albañil de la localidad, D. Basilio Fernández, con la
premisa que dichas obras tendrán que estar acabadas el 31 de 1923.
Actualmente se ubican en el
mismo la Casa de la Cultura, la Biblioteca Municipal, el Cine-Teatro, el Juzgado
de Paz y Correos.
Fueron alumnos del mismo, entre otros:
El P. Pedro Páez jesuita
misionero, primer europeo que llegó a las fuentes del río Nilo.
Los Padres belmonteños: P. Gabriel
Vázquez, San Juan del Castillo, P. Luis de Ávila, P. Fco. Vázquez de la Mota,
P. Cristóbal Ramírez, P. Antonio Monreal,
P. Andrés de Rada, P. Francisco de Ávila, P. Manuel Collado, etc.
Algunos Rectores del colegio de Belmonte:
P. Pedro Sevillano, 1558
P. Paulo Hernández, 1560
P. Gaspar de Salazar, 1574
P. Pedro Sevillano, 1576
P. Luis de Guzmán (el de
Oflorno), 1579
P. Josef de Tobalina, 1626
P. Manuel Fernández de
Beteta, siglo XVIII
BIBLIOGRAFÍA:
-Constancia de la Fe y
Aliento de la Nobleza Española, P.M. Iván Cortés Ossorio, 1684.
-Chono-Historia de la
Compañía de Jesús en la provincia de Toledo, P. Baltasar Alcázar, 1710.
-Censura de Historias
Fabulosas, D. Nicolás Antonio, 1749.
-Diccionario Histórico de
la Compañía de Jesús, Charles E. O’Neill.
-Discurso de las
enfermedades de la Compañía, P. Juan de Mariana, 1768.
-Biblioteca de autores
Españoles, P. Pedro de Rivadeneira, 1868.
-Historia de la Compañía de
Jesús, P. Antonio Astrain, 1905.
-Francisco de Borja y su
tiempo…, Enrique García Hernán y Mª Pilar Ryan, 2011
-La voz de Cuenca de 18 de
diciembre de 1922.
-El Día de Cuenca de 6 de
abril de 1923
©Miguel Ángel Vellisco Bueno
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