En una extensa introducción a la nueva edición del diccionario del Lugar daré cuenta de las irregularidades fónicas y gramaticales que definen de alguna manera el habla de Pedroñeras, pese a que gran parte de ellas están relacionadas con lo que se conoce como vulgarismos. En el plano gramatical, hoy os voy hablar de tres fenómenos que se dan en mayor o menor medida en el habla de nuestro pueblo. Os los presento: son el dequeísmo, el queísmo y el deísmo. Ahora paso a hablaros de ellos un poco. Son muy majos.
El dequeísmo
Este vicio del lenguaje está muy extendido en el mal uso del castellano de todas las regiones. Sin embargo, no ha calado demasiado entre nosotros tal fenómeno que consiste en añadir una preposición de no regida por el verbo ante la (perdonad) la proposición sustantiva con la conjunción que que lo acompaña como complemento directo. Lo entenderéis mejor con los ejemplos.
Así, está mal decir: "Pienso de que no van a venir". Suprime esa de y quedará correcto: "Pienso que no van a venir". No lo he escuchado en el Lugar con otros verbos en los que se da este fenómeno. Evitadlo en cualquier caso, amigos.
El queísmo
Tampoco es frecuente aquí, no creáis. Es un fenómeno de ultracorrección. Es decir, uno para no decir "de que", creyendo que se evita así caer en el dequeísmo, lo que hace es no poner de en casos en los que esa preposición sí está regida por el verbo y por lo tanto es obligatoria. Os pondré unos ejemplos escuchados en Pedroñeras, aunque no sea lo frecuente.
Uno va y dice: "Me acuerdo que íbamos tu hermanico y yo". No, no. Lo correcto en este caso es utilizar esa de (uno siempre se acuerda de algo), que es obligatoria con el verbo acordarse. Acertaremos si decimos "Me acuerdo de que íbamos tu hermanico y yo".
El mismo error cometemos cuando decimos "Cómetelo antes que venga padre". Antes de, antes de, por favor. Así que lo correcto sería: "Cómetelo antes de que venga padre". ¿Ok?
El deísmo
Pero vamos con mi favorito, el más extendido y peculiar. El fenómeno –que yo he bautizado así, aunque por ahí he visto en la Red algunos que también apuestan por esta denominación–, consiste en el uso incorrecto de la preposición de tras verbos que no rigen tal preposición. Es una caso parecido al del dequeísmo, pero sin el que.
Os muestro la extensa y variopinta muestra de ejemplos en donde tal incorrección caemos los pedroñeros de manera harto frecuente, pues el fenómeno está más que asentado en nuestra habla. Fijaos. Y ya sabéis, quitad la preposición de siempre en tales casos.
Os muestro la extensa y variopinta muestra de ejemplos en donde tal incorrección caemos los pedroñeros de manera harto frecuente, pues el fenómeno está más que asentado en nuestra habla. Fijaos. Y ya sabéis, quitad la preposición de siempre en tales casos.
Decimos "Le cunde mucho de cortar ajos" y no el correcto (aunque dialectal) "Le cunde mucho cortar ajos"
Decimos "Lo he visto de venir", en vez del correcto "Lo he visto venir".
Decimos "No me deja de jugar", y hay que decir "No me deja jugar".
Decimos "Le gusta de venise conmigo", y no el correcto "Le gusta venirse conmigo".
Decimos "Me ha hecho de venir pa na", y lo correcto es "Me ha hecho venir para nada".
Decimos "No hay de na en el frigorífico", y lo correcto sería "No hay nada en el frigorífico".
Decimos "Allí no dejaron de na", en vez del correcto "Allí no dejaron nada".
Decimos "Se le olvidó de pedir", y no el correcto "Se le olvidó pedir".
Decimos "No piensa de venir", evitando el correcto "No piensa venir".
Decimos "Da pena de velo", y lo correcto sería "Da pena verlo".
En fin, hay otros casos, pero con esta muestra creo que queda meridianamente claro que si el verbo no rige (no necesita) esa preposición, cada vez que la pongamos estaremos cometiendo un error gramatical.
Ya os iré dejando otras miguitas sobre estas incorrecciones propias del habla de nuestro pueblo que, en fin, de alguna manera nos definen, pero desde luego no se trata de dialectalismos, sino de vulgarismos, o lo que es lo mismo, de patadas en el estómago de la gramática general de nuestro idioma que, entre otras cosas, vela por la normalización y normativización del mismo para crear una resistente unidad entre los más de 400 millones de hablantes que la utilizamos.
Para la distribución de usos de deber y deber de os remito a este otro artículo mío. Buen provecho. ¡Aique!
Ángel Carrasco Sotos
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