En nuestro término municipal existen otras zonas de extracción de piedra y canteras, pero quizá la más grande y vistosa es esta llamada cantera de Josa, por haberla explotado en su día (hablamos del siglo XX, de mediados) José Antonio Llamas "Josa", aunque pertenecía a los Pelayo. Como dejé escrito en el libro Mapa de Las Pedroñeras. Toponimia histórica comentada, aquí trabajaron, entre otros, los "Mollejas", Andrés "Santano", Francisco "Sarnilla" o Matías Iniesta.
Parra, Sebastián. Pedroñeras (Cuenca), c. 1588 – Carracedo (León), m. s. XVII. Religioso cisterciense (OCist.), poeta, filósofo, teólogo.
En el extenso apartado del nuevo libro LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS, dedicado a Los Animales (130 páginas, casi un pequeño libro en sí mismo), comenzamos hablando del cerdo. Esto de que en las casas se tuviesen cerdos, mulas, burros, gallinas, conejos, etc. se lo cuentas a las nuevas generaciones y no se lo creen. Menos mal que están las fotografías y documentos que lo atestiguan (más allá de la oralidad de nuestros mayores). Nuestra convivencia entonces con la mayoría de los animales de la casa era de supervivencia, y no se tenían como mascotas según el uso actual. Los animales proporcionaban comida, por un lado, y ayudaban en los trabajos del campo, por otro. El gorrino pertenecía a la primera categoría.
por Vicente Sotos Parra
No es nada fácil que se den estos casos, pero se dio, y por eso yo vengo a contarlo.
Desde la más temprana edad fueron amigos ya que nacieron en el mismo año y en el mismo mes. Se criaron puerta con puerta, lo que les hizo que fueran uña y carne. Desde los culones hasta la escuela con don Aurelio, aquel maestro de las gafas de culo de vaso que repartía hostias a diestro y siniestro cuando corregía las cuentas de multiplicar o dividir y estaban mal los números. ¡Las hostias que se llevaban! Iban parejos en casi todo, menos en su crecimiento corporal. Uno a los diez años tenía el cuerpo de los dieciocho, y el otro tenía el cuerpo de un chiquete de cinco, esto junto a su viveza y picardía hacía que se complementaran el ingenio y la fragilidad de Fidel con la figura robusta, y noble del Jabato, Felipón.
Hoy he terminado de leer Los trabajos y los días (Guía secreta de Las Pedroñeras 3), y con este intento de breve comentario, únicamente quiero dejar constancia de algunos detalles que me llaman la atención especialmente, de los muchos que tiene a lo largo y ancho toda la obra. Aseguro que es difícil resumirlo y mi recomendación es tener el libro, leer el índice que tiene cinco páginas y elegir. El índice siempre orienta y despierta curiosidad sobre lo que el autor ha querido decir en esas líneas, que son el primer resumen del libro.
El otro día, estando con nuestra amiga Mari Ángeles Pérez Arellano, aproveché para preguntarle que si al meter la excavadora para hacer su casa en la calle García Izquierdo no había salido del subsuelo nada destacable: piedras, objetos, cuevas... Y sí, de estas últimas aparecieron nada más y nada menos que cuatro. Eran cuatro cuevas de las que se utilizaron de manera particular para guardar vino para el gasto del año. Como sabéis, muchas de las casas de nuestro pueblo tenían su propio jaraíz para hacer el vino, que luego se guardaba en lugares fresquitos, y nada mejor que una cueva cavada en las risqueras de esta zona para conservarlo como es debido. En esa misma calle, en la casa de mis abuelos Julio y Pascuala (muestro el plano completo en mi último libro, Los trabajos y los días), había -y creo que aún existe- una pequeña cueva con dos o tres tinajas, lugar al que me encantaba bajar pese al frío y la oscuridad que reinaban bajo su bóveda.
Queridos amigos, estos días últimos de febrero y primeros de marzo estamos disfrutando de un gran espectáculo crepuscular (pues se ve con mayor claridad al anochecer). Se trata de esa maravillosa estampa que nos están brindando los planetas Júpiter y Venus, que se perfilan perfectamente en nuestros cielos como dos naranjas que uno pudiera coger con la mano. Sin embargo, están muy lejos de nosotros en realidad: a 40 millones de kilómetros tenemos a Venus y a más de 500 a Júpiter por estas fechas; y lo mismo el uno del otro: unos 900. Pero aparentan dos bolas luminosas que cuelgan junticas de un celeste árbol de Navidad. Tratándose de Júpiter y Venus, la verdad es que el romance no podía acabar de otra manera, y ambos planetas acaban (aparentemente) juntándose como fundidos en un amoroso abrazo (o algo más, ¿quién sabe?). Ahora ya se van separando a nuestros ojos. Cabe añadir que estos dos planetas son los más luminosos del Sistema Solar y que Júpiter es 1500 veces mayor que Venus, aunque intuimos que, debido a la menor distancia de la Tierra, Venus será el que presenta un mayor volumen. Por cierto, para verlos, hay que mirar hacia el oeste.
