SANTIAGO DE LA TORRE o SANTIAGO EL QUEBRADO (Santiaguillo): Capítulo 1 | Las Pedroñeras

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miércoles, 12 de mayo de 2021

SANTIAGO DE LA TORRE o SANTIAGO EL QUEBRADO (Santiaguillo): Capítulo 1

 


SOBRE LA SIGNIFICACIÓN HISTÓRICA DE SANTIAGO DE LA TORRE (I)

por Ignacio de la Rosa Ferrer






Santiago de la Torre se llamó en origen El Quebrado; "que ahora llaman Santiago" se dirá en una carta de avenencia entre el obispo de Cuenca y el comendador de la Orden de Santa María de Cartagena por la partición de los frutos decimales de su iglesia, fechada en 1279. Sin embargo, Santiago, como otras tantas poblaciones, desaparece de los textos en el desierto documental del siglo XIV, justo en el momento que nace El Provencio como puebla a la Historia. El andar renqueante de ambos pueblos en el trescientos confundirá a los hombres varias decenas de años después y en el deseo de buscar identidad a los pueblos hará a uno y otro, sin razón en el caso de Santiago, como lugares de  Alcaraz amputados a esta tierra. Ni uno ni otro pagarán diezmo a las tazmías de Alarcón.

Pero es en la primera mitad del siglo XV, cuando Santiago el  Quebrado surge a la historia. Se dice que un criado de los Pacheco, Rodrigo Rodríguez de Avilés, es quien adquiere el lugar, aunque quien presta sus servicios a Juan Fernández Pacheco (prestaciones carnales incluidas) es su suegra, pero este judío de Ocaña, que presta sus servicios al rey Juan II con varias lanzas, es para los de Alarcón caballero que defiende sus intereses y en virtud de los cuales recibe Santiago como donadío en 1404. A este Rodrigo Rodríguez de Avilés le acompañó la desgracia, preso de los moros, la fortuna de este arrendador de impuestos se pierde en su rescate, pero sus herederos llevarán la sangre de la madre Beatriz Hernández, conocida como la Pachequita, bastarda y hermanastra de María Pacheco, y a su sombra medrarán, cuando se hacen con el señorío de Minaya.

No obstante, el protagonismo de la política de esta zona de la Mancha conquense corresponde en el segundo cuarto del siglo XV al doctor Pedro González del Castillo. De este hombre y de su familia apenas si se sabe nada en su origen; procedente del Castillo de Garcimuñoz, se ha asociado como un miembro más de una de las familias más enigmáticas del obispado de Cuenca: los Origüela. A la espera de que otros demuestren la filiación, no tenemos más constatación de su sangre Origüela que el testamento de su sobrino Pedro, pero tenemos sospechas para pensar que su sangre judía debía quizás más a los Cabrera que a los Origüela. De su padre letrado, Lope Martínez, heredó el oficio en la corte; de su madre Teresa nada sabemos, ni siquiera el apellido. De hecho, el doctor Pedro no quiso recordarlo, adjudicando el paterno, y su hermano Hernán, que se llevó los huesos del padre a enterrar a San Clemente, se olvidó de los de su madre. 

El doctor Pedro González del Castillo y su hermano Hernán eran figuras al alza, bajo la sombra y poder del condestable Álvaro de Luna y ambos constituyeron, con permiso de los Pacheco de Belmonte, el núcleo de poder más fuerte en las inmediaciones del Záncara y del río Rus. En 1428, el doctor Pedro convierte el donadío de Santiago comprado a los Avilés en señorío jurisdiccional, esa jurisdicción se extiende a Santa María del Campo Rus, al tiempo que se dota de una hacienda inmensa, centrada en Santiago y en Las Pedroñeras, sus tierras llegarán a los muros de este lugar. Aunque la base de su poder serán los molinos, en el Júcar y en el Záncara. Su hermano Hernán intentará lo propio en San Clemente, aunque parece llegar tarde a cualquier intento de creación de señorío jurisdiccional.

Es en torno a la década de 1430 cuando esta zona nace para la Historia, aquellos pequeños lugares de Santa María del Campo Rus o San Clemente, donde don Juan Manuel descansaba en sus salidas de Castillo de Garcimuñoz, comienzan a tener historia escrita (desgraciadamente desaparecida en gran parte). Para los aldeanos la visión de ese renacer son las torres que se levantan ante sus ojos: la de Santiago, que ahora se llamará de la Torre, y la de San Clemente, la llamada Torre Vieja. Con estos González del Castillo, los aldeanos de las cuencas del río Rus y el Záncara despiertan a la historia de una familia los González Castillo, y sus parientes Origúela, incardinados en la política del Reino como miembros de los Consejos, embajadores en los concilios o entablando hábiles alianzas con poderosas familias, tales los Portocarrero en Salamanca, los Prestínez en Burgos o los Franco, judíos conversos de Toledo. El símbolo de ese poder es la torre de Santiago y esa otra fortaleza de Torres del Castillo en Salamanca. El doctor Pedro González del Castillo sueña con su fortaleza de Santiago y sus deudas con sus tierras de origen conquenses, quiere ser enterrado en la iglesia del Quebrado, hasta parece renegar de su alianza con los Portocarrero, pues, olvidando un malogrado primer matrimonio, quiere hacer de su bastardo el licenciado Hernán el heredero de su linaje, obviando los intereses de su mujer. Ahora bien, la fortuna es cambiante y la del doctor Pedro irá ligada a la del condestable Álvaro de Luna; cobijado a su sombra ha sido incapaz de ver el fulgurante ascenso de Juan Pacheco.

Continuará...

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