Poesía "Accidente", de Fabián Castillo Molina | Las Pedroñeras

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viernes, 7 de mayo de 2021

Poesía "Accidente", de Fabián Castillo Molina



por Fabián Castillo Molina 


Septiembre de 1991, todavía estaba en vigor la ley según la cual todos los jóvenes debían prestar el servicio militar obligatorio, salvo las excepciones previstas por la ley. Algunos optaban por hacer un servicio militar voluntario en diversos servicios sociales. No había llegado aún el teléfono móvil, ni el navegador para uso particular, tampoco llevavan las ambulancias de Cruz Roja emisora con la que comunicarse.

El siguiente relato  está basado en hechos reales contados por el soldado protagonista al autor del siguiente trabajo.

 

A c c i d e n t e

 

Muchos puestos de socorro

llamados de la Cruz Roja

donde prestan sus servicios

los voluntarios de ahora.

 

Ayudan a accidentados,

sobre todo en carretera

y en esos trances dramáticos

la vida de desdichados

hácenla más llevadera.

 

Un día con o sin razón

comentaba un motorista

la poca preparación

de soldados socorristas.

 

Accidente inesperado,

choque entre coche y camión,

hierros retorcidos, sangre,

huesos rotos, amasijos, un montón.

 

La gente que va parando

se acerca a curiosear

al ver sangre, aunque no mucha,

corriendo se echan atrás.

 

Avisan a motoristas

que pronto llegan

después, vienen ambulancias

deprisa con sus sirenas.

 

Una mujer hay gritando

a las doce de la noche

presa de ataque de nervios

y de las chapas del coche.

 

¡Ay, mi cabeza, Dios mío!

!Ay, mis piernas y mis brazos

mi cuerpo tengo partido,

y la sangra goteando!

 

Siente un poco de esperanza

al ver jóvenes soldados

con la Cruz Roja en sus gorras

dispuestos y preparados.

 

Soldados con las camillas

y conductores mirando

todos quieren ayudar

sin saber cómo ni cuándo.

 

No llevan a ningún médico

ni entendido en medicina,

solo buena voluntad

los coches y las camillas.

 

Por fin el más decidido

decide intentar sacarlo

al parecer al más grave

al del volante clavado.

 

Ya lo echan en la camilla,

sin duda va respirando,

lo meten en la ambulancia

también su mujer, más leve

junto a él la traen a su lado.

 

Un coche con familiares

que venía un poco detrás

se incorpora en este instante

tras de la ambulancia van.

 

El conductor es recluta,

pero sabe conducir,

con la sirena ululando

pronto llegará a Madrid.

 

En Villatobas y Ocaña

hay colas interminables

la ambulancia por la izquierda

poco tarde adelantarles.

 

El coche de los parientes

tiene que quedarse atrás,

control de guardia civil

no le ha dejado pasar.

 

Cruza Aranjuez y Seseña

Valdemoro, Pinto, Getafe,

por medio los Villaverdes

y la Ciudad de los Ángeles,

si todo termina bien

ya está acabando el viaje.

 

¡Dese prisa, por favor!

¡Mi marido va muy mal!

Tranquilícese, señora,

hemos de estar al llegar.

 

Piensa el conductor novato

“A Madrid ya hemos llegado,

ahora al Primero de Octubre.

Preguntemos a esta gente

a estos que tienen la lumbre".

 

Junto a la lumbre hay un guarda

en un edificio en obras:

Lo siento, yo no lo sé-.

Dice inclinándose un poco

mientras se quita la gorra.

 

Un transeúnte que va andando

se acerca a curiosear

Si me suben en el coche

yo allí les puedo llevar.

 

El guía que los acompaña

al cabo de un cuarto de hora

dice: Para, para aquí,

que ya le indico de sobra:

 

Ahora siga por la M-30

y continúe por  el carril izquierdo

y por el segundo puente

al hospital va derecho.

 

¡Dese prisa, por su vida!

¡Que mi marido no llega!

¡Que ya apenas si respira!

 

El conductor va nervioso

esto se está complicando,

le habían dicho que el hospital

estaba en Madrid entrando.

 

Ya sube el segundo puente

y el hospital no lo ve

la boca se le reseca

y le tiembla un poco el pie.

 

Para un momento y pregunta

a uno que la acera sube:

Por favor, sea tan amable,

¿El Primero de Octubre?

 

¿Van al Primero de Octubre?

¡Si está usted en Chamartín!

Justo todo lo contrario

de Madrid, tiene usté que ir.

 

¡Ay, Dios mío de mi alma!

¡Mi marido se me va!

Y el conductor de ambulancia

sin saber al hospital!

 

El conductor va aturdido

goteando sudores fríos,

se da cuenta que en Madrid

ahora mismo está perdido.

 

Él jamás en su vida

hubiera podío pensar

que le iba a ser tan difícil

encontrar el hospital.

 

De nuevo vuelve hacia atrás

con la sirena gritando

y a una gran velocidad.

 

La mujer desesperada

en un ataque de histeria

a él le amenaza de muerte

si su marido muriera.

 

El soldado conduce bien,

pero los nervios le aprietan

grandes gotas de sudor

le chorrean por las cejas.

 

Ve difícil solución

 a estas horas de la noche

él no conoce Madrid

y todavía no llevan

emisoras en el coche.

 

Apartados en la orilla

ve con la sirena puesta

un coche de policía.

Los que otras veces temió

hoy parece le dan vida.

 

Para brusca y secamente,

sin dar las intermitencias

y les cuenta brevemente

la angustia que lleva a cuestas

 

El coche de policía

rápido  ya va delante

con la sirena silbando

se le dilata el gaznate.

 

Allí en la entrada de URGENCIAS

esperan hace una hora

la familia que venía

y quedó atrás en la cola.

 

Llorando, desesperados,

dando a su padre por muerto

se lanzan al conductor

con intención de comérselo

 

Gracias a los policías

que hasta aquí le han conducido

se libra de gran paliza

el soldado desconocido.

 

El pobre ¿qué culpa tiene

de no conocer Madrid?

Y de que sus superiores

todavía funcionen así.

 

El herido viene mal.

Pero tras la intervención,

dice el médico de guardia

que trae afectado un pulmón.

 

Que está fuera de peligro

gracias que han llegado a tiempo,

con unos días ingresado

vendrá el restablecimiento.

 

El soldado vuelve solo

con su ambulancia

hacia el pueblo

va pensando seriamente

¿Por qué le ha ocurrido a él esto?

 

Este trabajo no llegó a leerse en público y ha permanecido inédito hasta la fecha de hoy. 

1 comentario:

  1. Siempre tan realista, pues aunque el tiempo ha pasado sigue siendo real como casi todo lo que sale de su puño y letra. Mi hijo fue uno de esos de los que izo la mili en esas condiciones.
    Gracias Fabián.

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