La familia Mendizábal y Las Pedroñeras, según Sánchez Ocaña (y 6) - Heraldo de Madrid (1927) | Las Pedroñeras

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viernes, 9 de noviembre de 2012

La familia Mendizábal y Las Pedroñeras, según Sánchez Ocaña (y 6) - Heraldo de Madrid (1927)


José Mª Álvarez-Mendizábal y Bonilla

[Con este sexto artículo damos por finalizada la reproducción del reportaje que Vicente Sánchez-Ocaña hizo público en el periódico El Heraldo de Madrid de noviembre de 1927. Creo que ha valido la pena, dada la calidad literaria del mismo y porque conocer la historia de esta familia significa también conocer parte de nuestra historia como pueblo. Yo solo me limité a transcribir. En esta última entrega el autor nos habla de la muerte de don Juan y nos ofrece una breve semblanza de su hijo José María].

  
El hombre acabado

            ¿A qué revolverse contra el destino? Sagasta y Cánovas, y los caciques, y los delegados, son el ineludible Destino. ¡Nada se puede contra ello! ¡Qué le vamos a hacer!
            Don Juan Álvarez Mendizábal se encoge de hombros y se mete en su casa, a vivir tranquilamente con su mujer y sus hijos.
            Lee mucho: Literatura, Filosofía, Historia... Escribe algunas veces en los periódicos, en “El Globo”... Va a las tertulias de la “Cacharrería” de Ateneo y a la que tiene en su casa su viejo maestro Salmerón...
            Los electores de San Clemente, para desagraviarle de la sucia derrota que no pudieron evitarle, lo eligen diputado provincial casi por aclamación; en el primer lugar. Pero apenas si va alguna vez que otra a las sesiones de la Diputación de Cuenca... No quiere ser político.
            Retirado en su casa entre su familia y sus amigos, cuidando de sus fincas, pasa apaciblemente la vida. Y procura ir olvidándose de las ambiciones románticas de la juventud, cuando soñaba con la libertad y la justicia para su pueblo y con seguir la obra del abuelo...
            ¡Delirios!...
            Don Juan Álvarez Mendizábal los va enterrando poco a poco.
            Y ya sin ninguno; ya bien cierto de que no hay esperanzas, lo entierran a él en julio de 1893.


El Mendizábal de 1921

            Por entonces empezaba la carrera política de su hijo José María, hombre de la generación que en el porvenir se llamará del 1921.
            (1921 es el año en que principian a dominar la política –no desde los puestos eminentes, sino desde abajo– hombres sinceros y resueltos. Tras ese largo tiempo que han presidido Cánovas, Sagasta, Montero Ríos, Castelar... –¡esa época tan miserable de genios torpes, mansas, cansadas, borrosas, con sombrero hongo y un destino “fijo” de doce mil reales!– empiezan a resucitar los tipos de los buenos tiempos; los tipos como Mendizábal, como Estévanez, como Olózaga, como Riego y como el Empecinado. Ya no se trata de instaurar la libertad, la democracia y la justicia. Se trata de hacerlas efectivas).
            José María Álvarez-Mendizábal y Bonilla ha conseguido vencer dentro de sí la abulia que le ha legado el padre. Nada de esa negra desesperanza, en la que se han hundido como en un pantano el entendimiento y la voluntad de D. Juan, queda en él... ¡Hay que pelear! “La vida es milicia”.
            El distrito de San Clemente le elige, como al padre, diputado provincial. Pero él no se encoge de hombros como el padre. Va a la capital; interviene activamente en los debates de la Diputación; fiscaliza; hace atender las necesidades de los pueblos; organiza a sus amigos; defiende y propaga sus ideas...
            Al llegar al Poder el general Primo de Rivera, Mendizábal era todavía diputado provincial.


Otra vez en el pueblo

            Ahora está retirado en Pedroñeras, como su abuelo y como su padre.
            Allí hemos pasado unos días con él y le hemos visto haciendo una vida sosegada de propietario rural, en el gran caserón solariego, al lado de su mujer –una mujer muy bella y muy agradable– y de sus dos chiquitines: Juanito y Rafaelito.
            Se levanta con el alba; recorre sus tierras, vigila las labores; “echa” un cigarro con los labriegos, y a la noche, concluidos los cuidados del día, charla apaciblemente con la familia, al amor de la lumbre, y atendiendo a los campesinos que llegan, el aire encogido, el paso torpe, el sombrero entre las manos, a pedirle ayuda o consejo.
            –“Venimos”... don José María..., “al tanto” de que..., como hogaño, la tierra...
            Mendizábal los hace sentar; los escucha en sus interminables explicaciones, les habla con dulzura.
            Y mientras tanto, Juanito y Rafaelito, que corretean y saltan por allí, se le suben encima, lo abrazan, le tiran de los bigotes, le estrujan las orejas...
            Así estarían hace treinta años su padre; y hace sesenta su abuelo; recluidos en esta casona, lejos de ruidos y tumultos, jugando con los chicos junto al hogar.
            ¡Estará, como ellos, ya para siempre allí, nuestro amigo José María Álvarez-Mendizábal!

[El artículo finaliza aquí. Viene ilustrado profusamente, con fotografías de la casona, de la zona de la Viñuela (en el Monte), de un medallón con la cara de D. Juan Álvarez Mendizábal, un busto de Rafael Álvarez-Mendizábal y Alfaro, y numerosas fotos familiares: Juanito Álvarez-Mendizábal y de la Vega, Rafaelito Álvarez Mendizábal y de la Vega, Don Juan Álvarez-Mendizábal y Cañavate, Don Juan Álvarez-Mendizábal y Bonilla (también de sus hermanos Rafael y José María) y una última foto en la que aparece el comandante Borrajo y Álvarez-Mendizábal, bisnieto de D. Juan e hijo de Teresa Álvarez-Mendizábal y del general Borrajo, ayudante que fue de Prim y uno de los autores de la Revolución de septiembre].

©Ángel Carrasco Sotos

1 comentario:

  1. Hola,Angel....
    me a gustado un monton....
    el primer,mendizabal,un caballero,de novela..
    me encanto leer,algo que no sabriamos,si no fuera por tí..
    historia de nuestro hermoso y añorado pueblo...Maria jose....

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