por Fabián Castillo Molina
Nota preliminar:
Cuando me he puesto a la
tarea de preparar un texto dedicado a las manos, sabía lo mucho que decir que
dan las manos, pero confiaba en conseguirlo de forma resumida en un par de páginas.
Mi sorpresa ha sido la imposibilidad de hacerlo. Ha sido necesario repartir el
trabajo en varias entregas, quizás en dos, no sé si será preciso emplear tres
partes. Aquí va la primera a ver qué os parece.
Un cariñoso abrazo a toda la
gente que se adentre en este laberinto de manos.
Primera parte
Ha llegado la
hora de escribir a las manos
A las manos que dan amor y
paz
A las que dan brío y calma
A las de firme apretón
A las que dan el pésame
A las que dan la enhorabuena
A las manos sensibles
A las que acarician
A las que cocinan
A todas las manos que en el
pueblo son y han sido
desde que empezó a nombrarse
Pedroñeras
allá por el tercer siglo del
segundo milenio.
A todas las manos,
a las manos cuyos cerebros
que las dirigen
hablan otros idiomas
que no entienden Las
Pedroñeras
por haber nacido en otras
tierras
tan lejos y tan cerca.
Manos negras, manos
callosas, manos finas
manos inocentes, manos
inmaculadas
manos purísimas, manos
manchadas
manos custrías,
manos pequeñas y grandes
anchas y estrechas
manos de cavaor y de pianista
manos con uñas rojas y uñas
violeta
uñas cuidadas como de
manicura
manos desnudas deterioradas
y con padrastros
por el trabajo rudo y sin
guantes.
El principio
Las manos que vienen
moviendo los hilos de este pueblo, Las Pedroñeras, desde que tenemos noticia,
allá por el año 1272, ya superan ampliamente la cifra de seis dígitos. Son
muchas más de doscientas mil, pero no hay estadística certera que pueda
demostrarlo hasta ahora, aunque sin tardar mucho tiempo la tendremos.
Sobre las manos que
mantienen la vida en Pedroñeras en 2017 se habla muy poco. Más de catorce mil
manos se ponían en marcha cada mañana, día tras día.
Manos de madre que apartando
la sábana, se incorpora y observa antes que nada, a su criatura que duerme
plácidamente, inocente en su cuna o en su cama. Coge sus tiernas y minúsculas
manos, calientes, las acaricia y vuelve a dejarlas reposar.
Madre que se levanta, se
prepara para ir a trabajar y con sus manos consigue pelando ajos, traer un
jornal para el sustento de la casa. Manos que preparan el biberón, la comida y
la cena. Manos que manejan ágiles el teclado del móvil para consultar los
mensajes que como gotas de agua suenan de vez en cuando y le cuesta resistir la
tentación de mirar a ver quien hay detrás de ese aviso, de ese mensaje.
Manos
expresivas
Manos sobre todo femeninas
que cuidan de las personas que no pueden valerse por sí mismas, y no solamente las mayores, sino también
tantas y tantas que de no ser por esas manos morirían. Manos de estudiantes,
chicos y chicas que van a la escuela cada día, con sus mochilas a la espalda
con su carrito arrastrándolo para evitar la carga a las costillas. Manos de
educadores, maestras, profesores cuyas manos ayudan a orientar las de los
alumnos para que abriendo libros, ordenadores, manejando bolis y teclados,
obedeciendo las órdenes que les dan sus cerebros compongan los trabajos que
demuestren su entendimiento de lo estudiado. Manos también de carniceros
preparando las carnes que la clientela comprará esa mañana.
Manos abiertas acompañando
lo dicho por las palabras que no son capaces de expresar en su totalidad lo que
sienten, lo que desean transmitir a quien escucha. Dedos índices de manos,
apuntando derechos como cañón de pistola, dando
órdenes escuetas. Dedos pulgares mirando al cielo y los otros cuatro
recogidos, indicando que Ok, que muy bien, que… adelante y si ese pulgar
acompañado de sus cuatro inseparables dedos recogidos, va dirigido al suelo,
mala señal. Como en los circos romanos, de gladiadores en tiempos de Nerón y
otros emperadores. No hay piedad. Dedos corazones rectos hacia arriba que dicen
“tururú”, provocadores, causa en muchas casos de disputas, disgustos que a
veces terminan “llegando a las manos”.
Manos abiertas con todos los
dedos separados indicando algo grande, deseos de abrazar con amor a las
criaturas que se quieren. Manos también expresando crispación, hartazgo por no
saber qué hacer ni qué camino tomar.
Manos con los dedos
recogidos en la palma clavándose las uñas, con el puño cerrado, protestando,
pidiendo justicia y libertad.
Comunicación
A las manos que escribieron
en otro tiempo tantas cartas, como única
forma de comunicarse con los seres queridos, y a las de los carteros que se
encargaban de hacer llegar a su destino aquellas letras tan esperadas por
madres, novias, padres y hermanos. A las
manos que ahora teclean en los ordenadores y teléfonos, mensajes que cumplen la
misma función que cumplieron las cartas o que marcan los números para
establecer una llamada con la mismo deseo de comunicación.
El último libro de Fabián Castillo Molina
FCM
Precioso!!
ResponderEliminarMuchas gracias por expresar lo que sientes al llegar al final de esta lectura.
EliminarMuchas gracias por expresar con tus manos tal sentimiento al llegar al final de esta lectura.
ResponderEliminarBenditas manos!
ResponderEliminarMe encanta!