El segundo tomo de mi Cancionero popular de la Mancha conquense, libro que muchos de vosotros estáis disfrutando en casa, registro las canciones más extensas, entre las cuales se recogen numerosos romances tradicionales. Este que os presento hoy es muy conocido. Se trata del popularmente conocido como "La doncella guerrera". Como toda la poesía popular, corrían estos romances de boca en boca, de generación en generación y haciéndose fuerte en toda la geografía peninsular y de habla hispana desde tiempos para los que no hay memoria escrita. Varias son las versiones se registraron en Las Pedroñeras, y junto ellas, también recopilé otras de Las Mesas, Motilla del Palancar o Iniesta, según me llegaron directamente de quienes las conocían y aún recordaban, recitaban o cantaban. Pocos de vosotros recordarán este romance seguramente, y muchos menos lo conservarán aún en su memoria por haberlo escuchado a padres o abuelos.
Una de estas versiones es la que recordaba mi abuela Victoriana Pérez Cabeza. La grabé y transcribí en los años 90, que es cuando tuve yo especial interés en recuperar estas cosas para nuestra memoria colectiva. Es tal versión precisamente la que os copio por aquí abajo. Otras versiones registran en recopilaciones clásicas de don Ramón Menéndez Pidal (cuyo seminario ha recopilado decenas), Ana Pelegrín, Carmen Bravo Villasante, Francisco Mendoza Díaz-Maroto, Paloma Díaz-Mas, etc., etc. Fue un romance cuyas primeras versiones conocidas datan del siglo XVI.
Vale la pena comparar las distintas versiones para comprobar cómo, sin traicionar el hilo argumental, se extienden o reducen en detalles, se modifican partes del texto... es decir, ocurre lo propio de la poesía oral tradicional: bailan las palabras y no se dejan fijar en los textos.
Cancionero popular de la Mancha conquense
(casi 100% pedroñero)
La doncella guerrera
Estando el conde comiendo
con sus hijas alredor,
a la pobre condesita
una maldición le echó:
-¡Que has tenido siete hijas
y en medio ningún varón,
y ha salido la pequeña
a razón de la mayor.
-No maldiga usté a mi madre,
no la maldiga usté, no,
que si el rey precisa gente
a servirlo me voy yo.
-Eres muy alta de pecho;
dirán que no eres varón.
-Yo me daré con la uncia,
con la uncia de León.
-Eres muy fina de cutis;
dirán que no eres varón.
-Yo me pondré a los rayitos,
a los rayitos del sol.
-Tienes muy largo el cabello;
dirán que no eres varón.
-Ya me lo cortaré, padre;
ya me lo cortaré yo.
¿Cómo me llamaré, padre?
¿Cómo me llamaré yo?
-El caballero don Marcos.
-Don Marcos me llamo yo.
Al montar en el caballo
la espada se le cayó,
y por decir "yo pequé",
dijo "pecadora yo";
y el hijo del rey, que estaba,
estas palabras le oyó.
-De amores me muero, madre,
de amores me muero yo,
que los ojos de don Marcos
son de hembra, no de varón.
-Convídala tú, hijo mío,
al mercado a comprar,
que si ella fuera hembra,
a los collares se irá.
Allí todas las señoras
se iban a los collares
y el señorito don Marcos
soltar y coger puñales.
-Convídala tú, hijo mío.
a los baños a bañar,
que si ella fuera hembra
ella lo rechazará.
-Por dar gusto a los señores,
los pies me voy a bañar,
que padezco de reúma
y los baños me sientan mal.
-Convídala tú, hijo mío,
a la cama a acostar,
que si ella fuera hembra
ella lo rechazará.
-Carta ha venido al correo
de mi hermana la mayor,
que está mi madre en la cama
y le van a dar la unción.
Quedaros con Dios, soldados,
y el hijo del rey también.
Siete años le ha servido
una doncellita fiel.
con sus hijas alredor,
a la pobre condesita
una maldición le echó:
-¡Que has tenido siete hijas
y en medio ningún varón,
y ha salido la pequeña
a razón de la mayor.
-No maldiga usté a mi madre,
no la maldiga usté, no,
que si el rey precisa gente
a servirlo me voy yo.
-Eres muy alta de pecho;
dirán que no eres varón.
-Yo me daré con la uncia,
con la uncia de León.
-Eres muy fina de cutis;
dirán que no eres varón.
-Yo me pondré a los rayitos,
a los rayitos del sol.
-Tienes muy largo el cabello;
dirán que no eres varón.
-Ya me lo cortaré, padre;
ya me lo cortaré yo.
¿Cómo me llamaré, padre?
¿Cómo me llamaré yo?
-El caballero don Marcos.
-Don Marcos me llamo yo.
Al montar en el caballo
la espada se le cayó,
y por decir "yo pequé",
dijo "pecadora yo";
y el hijo del rey, que estaba,
estas palabras le oyó.
-De amores me muero, madre,
de amores me muero yo,
que los ojos de don Marcos
son de hembra, no de varón.
-Convídala tú, hijo mío,
al mercado a comprar,
que si ella fuera hembra,
a los collares se irá.
Allí todas las señoras
se iban a los collares
y el señorito don Marcos
soltar y coger puñales.
-Convídala tú, hijo mío.
a los baños a bañar,
que si ella fuera hembra
ella lo rechazará.
-Por dar gusto a los señores,
los pies me voy a bañar,
que padezco de reúma
y los baños me sientan mal.
-Convídala tú, hijo mío,
a la cama a acostar,
que si ella fuera hembra
ella lo rechazará.
-Carta ha venido al correo
de mi hermana la mayor,
que está mi madre en la cama
y le van a dar la unción.
Quedaros con Dios, soldados,
y el hijo del rey también.
Siete años le ha servido
una doncellita fiel.
Uncia: Posiblemente sea “juncia”,
planta medicinal y olorosa.
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