Plato de potaje pedroñero.
por Jordi San José
Mañana de Viernes Santo. Como diría mi suegrecilla, hay trasiego en los fogones. Aunque Celia Pérez Peláez dejó atrás Las Pedroñeras con tan solo doce años, en 1948, no hay Viernes Santo que no haya puesto en la mesa el potaje manchego de Semana Santa.
Celia Pérez Peláez, mi suegra, habla con orgullo del pueblo que la vio nacer. Era la segunda hija de la hermana María de los Revenga, María Peláez Revenga. Cuenta que nació el mismo 18 de julio de 1936, pero con el estallido de la Guerra Incivil no se registró su nacimiento hasta el 28 de agosto, fecha en la que celebra su cumpleaños. Su padre, Eulogio Pérez Pacheco, de los Rivera, murió de pulmonía cuando tenía tan solo dos años.
En la única vez que he estado en Las Pedroñeras con mi suegra, fuimos a visitar a la señora Teresa Haro, que veneraba a la hermana María, y me contó cómo en las elecciones de febrero de 1936, embarazada ya de mi suegra, las dos formaban parte de la juventud que recorría el pueblo con banderas rojas y republicanas pidiendo el voto para el Frente Popular. Entre los recuerdos borrosos de mi suegra, siempre me cuenta cómo su madre y su abuelo enterraron en el corral de su casa un retrato de Negrín y una bandera tricolor. O cómo comió pan blanco cuando entraron los nacionales. O el poder comer en el Auxilio Social, en la casa de los Mendizábal.
Mi suegra era la tercera de seis hermanos. La mayor, Antonia, nació ocho años antes. Después, Víctor, cuatro años antes. El cuarto fue Eulogio, el único que aún vive, que nació dos años después que ella. Tal vez para sobrellevar las dificultades de una viuda roja con cuatro hijos en aquella inhumana postguerra, la hermana María se casó en segundas nupcias con Faustino Llanos, el tío Cigarro, con el que la tuvo a su quinto hijo, Francisco. Aún tendría, con más de cincuenta años a su sexto hijo, Luis, que murió de sarampión, por no poder comprar penicilina, a los tres años.
Mi suegra habla con pasión de su madre, de cómo se desvivía para ayudar en lo posible a sus familiares y vecinos. Mi esposa habla también con devoción de su abuela María. A mí me hubiera gustado conocerla, saber de las ilusiones y desilusiones, de las luchas y dificultades de aquella mujer que supo sacar adelante a toda su familia y merecer la devoción de esta.
Abuela María (sentada), a la izquierda, mi suegra (mirándola) y su hermana Antonia.
La infancia de mi suegra transcurrió entre los cuidados de sus hermanos pequeños y las tareas del campo. Se recuerda segando desde los diez años, cuidando de sus hermanos, recorriendo los caminos hasta las lagunas a la derecha del Taray para recoger ajos, lentejas o lo que hubiera en la huerta del tío Cigarro, acompañando a su madre a pedir ayuda a don Ángel Tortosa, o consulta médica aunque no pudieran pagarla al doctor Augusto Peña. Con apenas once años, en la temporada de siega, se hizo un corte en la mano, y se juró a sí misma que nunca más volvería a segar.
Como había hecho su hermana mayor unos años antes, como habían hecho millares de chicas jóvenes en aquellas décadas, mi suegrecilla se fue a servir, con tan sólo doce años y sin saber leer ni escribir, sin haber ido nunca a la escuela. Su hermana fue a servir a Madrid, y mi suegrecilla fue a servir a Valencia con su prima Isidra Peláez Jiménez, siguiendo a las hermanas de esta, Inés y Florencia, que habían tomado anteriormente esta ruta. Se pagó el viaje con lo que se había sacado de vendimiar, unos días antes. Insisto: ¡doce años! Después, por los avatares de la vida, mi suegra fue a servir a Barcelona. Allí conoció a su marido, Pedro Cano, con el que se casó y tuvo dos hijos, mi mujer, Celia, y su hermano, Luis, muerto en accidente de tráfico.
La hermana María, de los Revenga, dejó también atrás Las Pedroñeras cuando alcanzó los sesenta y muchos. Medio año con su hija mayor en Madrid, medio año con su segunda hija en Barcelona. Sembrando amor en todas partes, murió en Madrid en 1981.
Mi suegrecilla nunca volvió a segar, como se juró a sí misma en el verano de 1947, cuando tenía tan solo once años. Su trayectoria, su vida, buscando horizontes que en la postguerra manchega le resultaban imposibles, es la de tantos hombres y mujeres que tuvieron que construir su vida lejos del pueblo que los vio nacer. Pero ha ido volviendo a la capital mundial del ajo, y nos ha ido transmitiendo amor por su querido y nunca, nunca olvidado pueblo. Su castellano es hermosísimo y rico, y contiene palabras que nunca antes había oído (tahona, mandil, chozo, etc), expresiones, según ellas, genuinamente pedroñeras (al estornudar, “Jesús te mate”, “y a ti debajo, petate”), y los versos que por Navidad o por Semana Santa le recuerdan a su abuelo recitándolos junto al fuego, y transmite hoy a nuestros hijos, sus nietos.
Como este potaje de Semana Santa que hoy, al degustarlo nuevamente, ha motivado en ese pedroñero sobrevenido, nacido a cientos de kilómetros de distancia, el deseo de mostrar amor a su suegra y, por extensión, a ese lugar en el mundo que la vio nacer.
Jordi San José, Viernes Santo, 2018.
Este potaje “Pedroñeras”es el plato preferido de mis nietos, que como tú también son catalanes.
ResponderEliminarQue casualidad que tú después de tantos años que hace que te conozco y nunca he sabido que tenías relación con mi pueblo.
Soy Encarna Liébana
Un abrazo
Hola, Encarna!!!
ResponderEliminarLas Pedroñeras están muy presentes en las conversaciones y en los pensamientos de mi suegrecilla. Y ha conseguido transmitirnos a los más jóvenes el amor por su pueblo.
Sant Feliu y Las Pedroñeras le tienen el corazón partío...!
jsj
Cuando te leo decir muy cariñosamente suegrecilla,no lo asimilo con la Celia que yo recuerdo ,dentro de mi corta edad soy de los pequeños de su querido tío Manolo ,PelEz Revenga ella mi prima Celia era una mujer de bandera ,guapa a rabiar ella y la prima Toñi para todos ,eran par mi como aquellas actrices de la tele o el cine que las miras y ya no las puedes olvidar,nosotros nos queríamos mucho todos ,ojalá se conserve muchos años y nosotros volvemos a vernos,la ultima ves que nos vimos fue cuando su hijo tuvo el accidente ,un abrazo para todos y uno muy grande y especial para mi prima hermana Celia,ella es de querer mucho y a ella hay que quererla por que no se merece otra cosa ,un abrazo..
ResponderEliminarHola!!!
ResponderEliminarSi quieres ponerte en contacto con ella, escríbeme un mensaje privado a: jordisanjose@gmail.com.
Un abrazo de tu prima!!!