por Fabián Castillo Molina
Puri Puri, nuestra paisana y compañera del grupo “No eres de Pedroñeras si…” preguntaba la semana pasada por métodos o sistemas para matar moscas. Este comentario ha sido motivo para escribir la siguiente entrada, que titularé
Las moscas como excusa
Todos conocemos unos cuantos métodos
para apartar las moscas de nuestro alrededor y no siempre matándolas.
Por experiencia diré que el más antiguo que conozco
(para exterminarlas) es el que se usaba en las casas humildes de nuestro
pueblo, la famosa tira pegajosa que se colgada como si fuera palo de chorizos y
las atrapaba dejándolas a la vista pegadas sin
posibilidad de escapar. Supongo que sería para ellas algo así como las arenas movedizas para nosotros, aunque la pegajosidad no las
engullera. ¿Os imagináis quedar pegados a algo y por más
esfuerzos que se hagan no poder escapar y morir allí sin compasión
ni ayuda posible?
Otro método era el de toda la vida, el
palmetazo, con palmeta o con cualquier cosa que tuviéramos a mano. Lo más
innovador que conocí hace unos treinta y tantos años
fue el llamado Coopermatic, que no las mataba, sino que mediante la dosificación
espaciada pero constante de un aerosol con “piretrinas naturales” conseguía crear un ambiente que repelía
estos insectos, dejando el local o la casa libre de moscas y mosquitos, sin
matarlos. Por entonces salieron también aquellos tubos
fluorescentes especiales con bandeja para ir recogiendo las moscas que morían
electrocutadas al acercarse demasiado a la luz y el calor, como le ocurrió a Ícaro con el Sol, según cuenta la leyenda.
Pero dejemos aquí los métodos
de lucha contra las moscas y conozcamos otro sistema que con su humor
particular me contó en su momento Jesús
Ramírez Buedo “El maestro pilas” cuando yo empezaba a trabajar como aprendiz de albañil.
Dijo que una vez vino al pueblo, a Pedroñeras, un viajante que decía tener un nuevo invento
para matar “pulgas” aunque también
podría servir para matar moscas. Hizo echar un pregón
por el lugar y reunió en la posada de “El
Garrotero" a unos cuantos curiosos. Después de hablarles del
producto mágico que él había
conseguido traer del extranjero les explicó con detalle y muy
concisamente la forma de aplicarlo, y esta era la siguiente:
Dijo: “Se coge el pulguis (o el
mosquis), se la abre el boquis, se le echa el “polvis” y muerto el pulguis” o el mosquis.
Los
curiosos presentes soltaron una carcajada, pero no todos. Uno dijo que “¡vaya tontás!”, pa eso las mato de un
zumbío con un peal o lo primero que pille”.
A lo que el viajante, tranquilamente, respondió que “tampoco
estaba mal eso”, pero que su producto era mucho más
fino y moderno y sobre todo daba al animal la alegría de morir harto.
Aparte
de lo anecdótico del chistecillo, hay mucho que decir sobre las
moscas, por ejemplo, que al menos tres poetas españoles que citaremos aquí se ocuparon de ellas. El primero y más famoso, Antonio
Machado, a cuyo poema titulado “Las
moscas”, puso música y la interpretó por el mundo Juan Manuel Serrat (que también es poeta y cantante de
éxito
internacional) y el tercero, Julián Escudero Picazo, poeta pedroñero de pura cepa,
olvidado y desconocido totalmente en nuestro pueblo hasta febrero de 2010, que apareció el artículo
de Ángel Carrasco en Pedroñeras 30 días,
haciendo una semblanza de Julián y pidiendo ayuda para desenterrar
el misterio de este escritor. De este
autor pedroñero ponemos al final de esta entrada el poema titulado
“No
me toquís un álbol ni a una mosca”, obra premiada por el
Patronato Central para la Protección de Animales y Plantas
(Ministerio de la Gobernación), en su “Concurso entre
periodistas españoles”, en noviembre de 1935, y cuya lectura merece el tiempo que se emplee en ello y hasta aprenderla de
memoria si le gusta y le apetece a alguien este ejercicio. Descubriremos así que nuestro paisano, además de poeta, era uno de los primeros
ecologistas atrevidos a defender la naturaleza y a las moscas públicamente,
sin darle apuro en aquellos años de segunda república.
También hay que hablar del cine y
literatura para terminar esta entrada,
recomiendo conocer tanto la novela
“El señor de las moscas” de William Golding, publicada en 1954, así como la película
del mismo título dirigida por Harry
Hook en
1990 basada en la citada novela (aquí va el enlace para poder verla completa : https://www.youtube.com/watch?v=523EYRQ46sM). Añado finalmente otras dos
película con el título de “La mosca”,
la primera dirigida por Kurt Neumann, en 1958, que fue un
auténtico éxito y con razón,
fue de lo más avanzado entonces en
ciencia ficción. La segunda, un remake de la
anterior, producida en 1986 y dirigida
por David Cronemberg.
Aquí dejamos a continuación
el poema de Julián Escudero Picazo
NO ME TOQUIS UN ALBOL NI A UNA MOSCA
Es mi manía:
«No me toquís un árbol ni a una mosca»,
y el que, por probame la
pacencia,
pill´a
éstas
u aquéllos troncha,
con el pan de las
razones vie a partío
u s´acaba´l
pan… y vién las “tortas”.
Es que sois borricos
hasta ejalo e sobra;
¿os
train algún mal las moscas, animalejos
c´a
denguno estorban?
¡Tan
chiquetillas, tan recortás,
sin saber qu´es
pereza, tan hermosas,
tan a lo suyo siempre
que puén
enseñar a las presonas!…
¿Que
se ponen pesás?,
c´amuelan,
c´os
joroban
al arrear picazo tras
picazo
en la «calamocha»?
¡Probecillas!
Y si no hacen eso,
¿van
a pasar las horas
sin parase nunca?
¡Ni
que fuán pirindolas!
Déjalas
que güelen,
que piquen, que corran,
qu´escansen
tranquilas, a gusto,
que caten, que traigan y
lleven, que sorban.
¿No
es eso lo c´hacen
y han hecho, siempre com´ahora,
hombres…,
y chiquetes…,
y viejas…,
y mozas?
Pu´aquí quien no güela,
ni pica, ni carga´n
el sol y escarga´n la sombra,
u s´hincha
con cosejas d´estas
qu´en
aquél arroja,
u arrea con mentiras y
to
que como verdades, y güenas,
las cobra,
es qu´está´n la higuera
u ya no l´importa
estirar la pata
pa golves´,
enterrao, una momia.
Y si viven y triunfan
haciendo tantismas
presonas
lo c´hacen
los bichos,
¿será mucho “pidir” qu´end´ahora
pa tos rija esta regla:
A jugaores iguales,
igual la pelota?
Eso sin contar que y´antaño,
los antiguos,
que sabían
mucho de muchismas cosas,
practicaban el politeísmo—¿s´iz´así?—
qu´es,
como sabís, cuand´l hombre s´asocia
a la naturaleza y más
c´a
sus semejantes
a los animales respeta,
y cudia, y adora.
¿Por
qu´én estos tiempos
ha d´hablase
de los bichos de groma
u metese con ellos diquia ver s´escastan
los padres que los train
y amontonan?
Déjalos
que güelen,
que piquen, que corran,
que vivan a gusto,
lo mesmo que si fuan
presonas;
to son vidas, y en la
vida de ca uno,
si no manda´l
que la da, menos el c´abusa y se la toma.
Y lo que s´ice
d´un
bichero e na,
com´es
una mosca,
s´ice,
pa querer y cudialos, de los animales tós
con sus parentelas toas,
de los álboles,
las plantas;
to lo que, nació´n la tierra en ella da sombra,
y empués
de servimos pa mucho y mu güero,
tadí´alegra y adorna.
¡Los
álboles!
«Templos», icía
Plinio qu´eran,
y ca divinidá pagana tenía uno pa su custodia.
¡Los
álboles
nombraos! Es tan larga la lista
c´anque
quisiera no puó icilo e memoria.
¡Los
álboles!
Monjones de puntillas en el suelo
c´a
velo to s´asoman
y, agraecíos,
s´empinan
pa contáselo al aire
cuando menea sus hojas.
¡Los
álboles!
Conta la llovía, paragüas;
pa quitas´el
sol la mejor sombra:
pantasmas quietos en la
noch´escura;
de los gigantes c´andan
po´l aire, garrotas;
vegilantes de ríos
que tién leguas y más leguas,
d´arroyos
anchos, de cequias hondas;
brújula
e los aires;
perch´ande
los pájaros su casa esconden y acomodan;
norte c´al
labrador imanta y guía;
voz qu´en
la llaná fresquit´agua pregona;
monte, alameda, pinar,
vivero: amigos del hombre
que siempr´están
en su sitio, porque no hacen mamolas.
To esto y más
es el árbol vivo,
c´al
muerto no lo miento, aunque sirve pa mil cosas.
¿Será mucho “pidir”
pa qu´el
álbol
siga su envidiá historia
y en la vida e los
hombres n´haiga un hecho
por el c´avergonzaos
la cara escondan,
que´el
álbol
y las plantas, respetaos, cundan
diqui´hacer
d´España
un vergel de rosas?
¡Españoles:
un rústic´os convid´a la tarea,
de tan sentía
y elevá, española!
Fabián Castillo Molina
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