Y tras la primera entrega sobre aquella ya vieja lectura que se hizo de los motes de pueblo durante las fiestas del Pozo Nuevo del año 1989 por parte del amigo Fabián Castillo, os dejo con esta segunda que no tiene tampoco desperdicio (con el debido respeto, siempre). Esta vez, el vídeo viene introducido por un texto en recuerdo de aquellas pasadas fiestas por parte, también, de Fabián. Dsifrutad.
por Fabián Castillo Molina
La fiesta del Pozo Nuevo, más conocida en Las Pedroñeras como "La fiesta´el pozo" es uno de esos acontecimientos festivos que surgen espontáneamente del pueblo vivo y hacen felices a un número considerable de personas unos días cada año, lo cual supone una esperanza y un alivio para esas gentes que lo viven con tanta ilusión.
Duró 14 años (1984 - 1997). Nació, vivió y murió como algo natural, necesario entre gentes sencillas que conviven en un barrio y se quieren aunque no se lo digan con palabras. Como toda iniciativa, hay unos iniciadores, otros que se unen a la idea y algunos más que la secundan. Su principal motor fue el trío formado por Emiliana Ramírez Araque, Julián Ramírez Lopezosa y Fernando Ramírez Araque. A ellos se unió un número considerable de colaboradores en la organización y al servicio de sus vecinos y todo el barrio se volcó en su fiesta. Sus valores principales fueron la amistad, la generosidad y la libertad. La participación colectiva era lo que la mantenía año tras año y en vista del éxito que iba subiendo, cuando habían pasado algunos años la corporación municipal ayudó económicamente a su mantenimiento en pequeña medida, en vista de que se trataba de algo bueno para el pueblo en su conjunto. Tres bloques formaban las actividades de los días principales, por lo general siempre celebrados en sábado y domingo.
Por la mañana deportes y juegos populares de participación para niños y jóvenes: vuelta ciclista al barrio, mini maratón, tiro de maroma, hito, petanca, concurso de arada... Durante algunos años, sobre las 12, se añadió una misa de campaña, sobre todo para las mujeres que acudían por cumplir con la Iglesia.
Al mediodía comida colectiva preparada por los mismos comensales en pequeños grupos que se convertía en una competición a ver quien hacía una caldereta mejor. A la comida llegaron a asistir más de quinientas personas y se celebraba en plena calle y todos los comensales de pie alrededor de las perolas. Después un ligero descanso, tertulias de sobremesa en corrillos y algunos grupúsculos de jóvenes divirtiéndose con juegos como el padre calabacero, zapatillo tururú y alguna brisca.
La tarde y noche era reservada para entrega de premios, participación libre de cantaores, contadores de chistes, poesía, música de orquesta y verbena. Allí cada uno aportaba lo mejor que podía en beneficio de todos, aunque el primer beneficiado era el donante, por aquello de que hay más placer en dar que en recibir.
Por suerte para la memoria del pueblo, todos los años que se estuvo celebrando la fiesta hubo al menos un testigo esencial que dejó un documento impagable. Gracias a Felipe Martínez, cameraman y fotógrafo, pueden repasarse más de 50 horas de filmaciones en cuyo contenido puede apreciarse buena parte de cuanto aquí queda dicho.
Como una mínima muestra queda esta grabación de la lectura de los apodos y nombres singulares del pueblo, cuya clasificación produjo cierta sorpresa y regocijo para unos cuantos, y seguro que cierta inquietud para alguno. Aunque se dijo públicamente que el que no quisiera aparecer en la lista lo comunicara, nadie expresó ese deseo al responsable de tal acto, por tanto la lectura quedó y además se difundió por Radio Azul.
©Fabián Castillo Molina
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Y si me dais una dirección, os lo puedo acercar a casa.
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Ángel Carrasco Sotos
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