Postales antiguas de Las Pedroñeras (12) - Plaza del Generalísimo: año 1965

Hermosísima postal esta que os presento hoy de la serie de 1965 facturada por Ediciones París. J. M. Zaragoza. Ya hemos ido viendo otras en entradas anteriores. No es mía, sino prestada amablemente por mis amigos coleccionistas Paco y Laura, de los cuales hice una presentación en otro blog dedicado a distintos menesteres (por AQUÍ si queréis, leer esas palabras). La postal que ellos poseen está escrita en 1966, pero no circulada (es decir, no enviada por correo con su sello y matasello). 

Muestra la imagen, en todo su esplendor, la parte de la plaza antigua frente al mal llamado Palacio de los Jesuitas, ese edificio (muy posiblemente nuestro viejo ayuntamiento) que sirvió de escuela durante las primeras décadas del siglo XX, de juzgado de paz, de ambulatorio y, en fin, como veis en esta misma foto, hasta de bar. Sí, es ahí, en la puerta izquierda de la fachada, donde estaba instalado ese bar recordado que portaba el nombre, como podéis observar en el cartelón instalado sobre el arco, de Hogar de Falange.

A la izquierda de la plaza (por esos años "del Generalísimo", aunque en el reverso de la foto se diga "del Caudillo"), también puede observarse otro de los bares de antaño, el conocido como Cécil, que ahora aporta su nombre al actual bar-pub que, más o menos, está situado en el mismo sitio, aunque, si os fijáis, la entrada del viejo coincide con el actual escaparate de la que fuera tienda de la Marisa. Distintos carteles publicitarios adornan la pared de entrada a su interior, pero legible legible tan solo ese en el que puede leerse con claridad "Beba Fanta". Más o menos a sus pies (recuerda mi madre), cuando se hicieron en los años 50 esas escaleras de cemento que son recuerdo también de mi niñez, apareció una cueva alargada con un acceso abovedado y plagada de huesos humanos. Se selló.

Las calles en tierra, la farola central (más o menos emplazada donde estaba el antiguo quiosco, el primero), el tejado algo destartalado del palacio o las casas todas encaladas son otros detalles que resaltan de la fotografía.

¡Los partidos de fútbol que habré jugado yo aquí! ¡Y al béisbol! El espacio que existe entre esos dos primeros bancos de la derecha servía de portería. La otra estaba enfrente, claro, al pie de las escaleras, cuyo ángulo servía de palo (el otro, pues con un montón de tierra o cantos lo hacíamos, más a la izquierda). Con frecuencia el balón se escapaba y corría calle abajo (por la cuesta de la Justi) e iba a parar hasta el escaparate de Patricio. También aprovechábamos las escaleras para jugar a la piedra, lanzándola para ver quién llegaba más lejos procurando que el proyectil tomase correctamente la curva de enfrente. En fin, recuerdos que el viento se llevó hacia la otra orilla. 

Importa la foto, que es impresionante.

©Ángel Carrasco Sotos