Heliodoro Cordente - Dos sonetos sobre el ajo: Jardín de curiosidades sobre el ajo | Las Pedroñeras

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domingo, 2 de diciembre de 2012

Heliodoro Cordente - Dos sonetos sobre el ajo: Jardín de curiosidades sobre el ajo



Heliodoro Cordente Martínez se atrevió a escribir un soneto sobre el ajo, incluyéndolo en el artículo que le valió el segundo premio del concurso periodístico que anualmente se hacía sobre él antaño (el suyo fue de 1986) para promocionar el ajo pedroñero[1]. Este artículo se publicaría en el Libro de las Fiestas de Las Pedroñeras del año siguiente, con el título “Las Pedroñeras y sus ajos”. El mismo año de 1986 publica otro soneto al final del Libro de las Fiestas de ese año, titulado “Las Pedroñeras” en el que vuelve a mentar el ajo como nuestro producto más emblemático[2]. Así que los pedroñeros a Don Heliodoro le tendríamos que estar doblemente agradecidos (como mínimo). Quisiera iniciar este apartado con ellos, pues son los únicos que conozco en su género. El primero dice así:


                  EL AJO

Noble planta, tu fruto fue alimento
del hombre, desde tiempos ancestrales,
remedio y medicina de sus males
que alivió su dolor y sufrimiento.

Formó parte esencial de su sustento,
fue fármaco de tiempos medievales,
y hoy, con tu fruto, se hacen especiales
recetas de sabroso condimento.

De tal forma es así, por fortuna,
el ajo es inmortal; por tal motivo,
coséchase en La Mancha y no hay ninguna

comarca que aventaje en su cultivo,
y es obvio: Pedroñeras es la cuna
del ajo, de la vid y del olivo.                       


            Y de esta otra manera el segundo:


LAS PEDROÑERAS

Quijotesco paisaje cervantino
de extensa e interminable tierra llana,
pedazo de la Mancha Castellana,
laboriosa cual noble campesino.

Pedroñeras, la tierra del buen vino
en su origen aldea provinciana
y luego noble villa castellana,
labora en la distancia su destino.

Prestas sus gentes siembran las hileras
en las largas jornadas a destajo,
que marcan las agudas vertederas.

Por ello y como fruto a su trabajo,
con acierto se llama Pedroñeras
la noble capital que siembra el ajo.



[1] Hablando de premios, es de reseñar cómo cada año el día 31 de agosto se otorga en Las Pedroñeras -en su famosa Feria Internacional del Ajo- el Ajo de Plata a una persona destacada en la promoción de este producto o del pueblo. Por cierto, me pareció curiosa esta referencia que tomo de Emilia González: “En primavera, en la antigua India se celebraba el Festival del Ajo o Festival de Svalpovanna, durante el cual todos los hogares se adornaban con grandes ristras de ajos y sus habitantes con guirnaldas hechas con trenzas del bulbo”. Añado que también en Vitoria, como prefacio a la fiesta de la Virgen Blanca, la gente lleva ristras de ajos alrededor del cuello (leo esto en el libro de Gary Bedell, Los viajes del Guiri. España en mi alma, p. 137). Ferias del Ajo existen, por otro lado, muchas en España: en Montalbán (Córdoba), en Zamora, en Vitoria, en Aceuchal (Badajoz), en Portillo (Valladolid), en Arandiga (Zaragoza), en Caronellá de Terri (Gerona), Castrojeriz (Burgos), etc.

      A título también de curiosidad, quiero señalar también el hecho de que la Asociación de la Prensa de Pamplona concede los premios “Más tieso que un Ajo” y “Más capas que una cebolla” (en 2004 a un director de hotel y a un empresario, respectivamente).

      Nos cuenta Patrica Yohai en una página de Internet: “En los Estados Unidos, a pocos kilómetros de San Francisco, se encuentra un pequeño pueblo, Gilroy, de no más de 30.000 habitantes que todos los años, a finales de julio realiza el Festival Anual del Ajo. Esta fiesta se organiza desde hace más de quince años y congrega a miles de turistas de aliento balsámico. Durante los tres días de fiesta en Gilroy se consumen alrededor de 672.000 toneladas [en esta cifra creo que doña Patricia se excede y no un poco] de la olorosa herbácea de la familia de las liliáceas. De más está decir que allí se congregan cocineros profesionales y aficionados que despliegan sus artes de las maneras más insólitas; hay un primer premio de mil dólares a la receta más creativa. Así es como se prepara vino, dulce, chicle de... ajo; ajo cubierto de chocolate... parece que el helado de ajo con vainilla causa furor.”

      Por cierto, parece ser que la cabeza de ajo más grande del mundo se pesó precisamente en Estados Unidos, y alcanzó los 1,353 kilos, siendo su perímetro de 40,64 cms. Eso sí, la ristra que figura en el Libro Guinness es pedroñera, de 70 metros de longitud, y fue elaborada por Agustina Ramírez.

[2] Años más tarde (el 25 de noviembre de 2004) vuelve a verse publicado este mismo soneto en El Día de Cuenca.

[El texto anterior pertenece a mi libro Jardín de curiosidades sobre el ajo, publicado en 2006].

©Ángel Carrasco Sotos

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