EXPOSICIÓN de Mª ROSA RAMÍREZ "LO QUE SIENTO AL PINTAR": Reportaje fotográfico

Aprovechamos el pasado día 13 de octubre para visitar la exposición de pintura de la pedroñera Mª Rosa Ramírez. En un plis nos presentamos en Leganés (un día genial en cuanto a temperatura, quizá el último de este verano que se ha ido alargando sin avisar). Prometía, mucho, después de haber visto premiados algunos de sus cuadros. Y no defraudó. Pronto pudimos comprobar que habíamos acertado de lleno, pues no es lo mismo ver las fotografías de esos cuadros que contemplarlos en directo, en donde uno puede apreciar los matices, la obra viva que salió de los pinceles de Rosa. 

De este modo, disfrutamos despaciosamente de la selección que se exhibe en el centro José Saramago de la ciudad madrileña. Más aún, encontramos mayor regocijo de la experiencia con la compañía en todo momento de la autora, quien fue explicándonos cada una de sus obras expuestas: la técnica empleada, el momento en que se realizó, la dificultad que entrañó el pintar cada una de ellas... Pero, sobre todo, es encantador y e hipnotizante el discurso entrañable de Rosa, hablándonos de cómo evolucionó en la pintura, de sus vivencias y preferencias entre óleos, acrílicos y acuarelas, de cómo elige una u otra imagen, uno u otro paisaje o personaje, en tal o en cual momento, del sentimiento que pretende proyectar en sus lienzos y tablas, de la importancia de los claros y las sombras, de la luz, de la perspectiva y, sobre todo, el hincapié que hace en que, desde la humildad que la caracteriza, la obra transmita el deseo y la emoción del que nació. Cuando existe amor por lo que se pinta, ese amor vívido queda proyectado en la obra impregnándolo todo... y en esto Mª Rosa es una maestra de la que tendríamos que aprender todos.

Regresamos ya de noche a casa comentando el madrileño día vivido con Rosa y Fabián, hablando de los cuadros de ella y de la amabilidad y hospitalidad de ambos. Habrá que repetirlo. Es lo que acordamos.

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Completamos esta entrada con las fotografías tomadas por Pilar Martínez en el día de la visita y el texto de Mª Rosa Ramírez que aparece en el folleto de la exposición, en el que la autora da cuenta de lo que siente al pintar y de los autores que influyeron en su manera de transmitir la realidad en un cuadro; seguro que os va a encantar. No dudéis en acercaros a verla, sin prisa, gozando calmosamente de cada cuadro hasta vivirlo (por aquí toda la información); consejo de poeta muerto 😉.

Fotografías de la exposición

"Lo que siento al pintar"

(Y otro consejo: para ver a mayor tamaño las pinturas y, así, disfrutarlas mejor, pincha sobre ellas)

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A veces, no se sabe explicar por qué se inicia una persona en la práctica de una actividad artística. Lo cierto es que, cuando nos vamos introduciendo en esto de pintar y dibujar, descubrimos un bienestar que permita ver las cosas de otra manera. En mi caso, siento el disfrute de ver crecer lo que hago. Cuando termino una obra, la siento como algo mío y la trato con mucho cariño. Me duele que pueda sufrir cualquier daño. Siempre observo las cosas que me gustan pensando plasmarlas en un lienzo; estoy atenta a los colores, las luces y las sombras... y casi las veo terminadas en mi mente. Luego viene ese trabajo que hay que hacer y no es tan rápido y sencillo como pareció en su origen.

Cuando la afición va creciendo, pronto descubre uno que está casi todo por aprender. Se hace evidente la necesidad de tener a alguien que te sirva de guía, alguien que te muestre el camino. En mi caso, el tiempo dedicado a aprender en el estudio del pintor Antonio Vázquez me ha servido, sin duda, de mucho, a pesar de ir constatando que, cuanto más aprendes, más te das cuenta de lo poco que sabes, lo cual te hace ser un poco más humilde. Sin embargo, el deseo de seguir aprendiendo e ir comprobando que, en la pintura, el aprendizaje no tiene límites, supone un estímulo más. Se va viendo lo necesario que es ver exposiciones, sobre todo de grandes maestros como Sorolla, Velázquez, Goya, Vermeer, Rubens... En sus obras, vas descubriendo cómo tratan y descubren la luz, en especial Sorolla, o Vermeer. Era increíble y revelador comprobar cómo la pincelada capta el movimiento del aire que mueve los tejidos, las olas de la playa; o de qué manera Goya captaba la expresión de los rostros y las posturas de los cuerpos en Los fusilamientos del 3 de mayo, consiguiendo lo que otros pintores no han logrado: transmitir el horror de la guerra.

Lo cierto es que no me canso de admirar cómo lograba retratar el cuerpo humano Rubens en Las tres Gracias, por ejemplo, o en otras de sus pinturas de temática mitológica. Y esto no impide que vea una exposición de Frida Kalho y no solo me sorprendan sus obras, sino también las historias escritas que añade a sus cuadros, su libertad total, su ausencia temores ni reparos. Ella en sus obras se muestra como es.

En este acercamiento al arte, puedes admirar la variedad de trabajos del expresionismo de Munch, o de impresionistas como Manet o Renoir y, por supuesto, los avances a otros genios capaces de abrir nuevas maneras de interpretar el arte como ocurre con el cubismo de Picasso. Y así, a medida que sigues pintando, va creciendo el deseo de ampliar el conocimiento y, mientras pintas en silencio, o con algún acompañamiento de música, vas haciendo algo tuyo, algo que de vez en cuando te da una alegría.