El barrio de Santa Ana de Las Pedroñeras: vecinos y anécdotas | Las Pedroñeras

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lunes, 9 de septiembre de 2024

El barrio de Santa Ana de Las Pedroñeras: vecinos y anécdotas

 


por Pedro Sotos Gabaldón




RECORDANDO A LOS VECINOS DEL BARRIO DE SANTA ANA, DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX HASTA LA DÉCADA DE LOS 60.


El barrio de Santa Ana es el barrio más longevo de Las Pedroñeras. El Barrio de Santa Ana se compone de cuatro calles: 

-La calle de Santa Ana 

-La Costanilla de Santa Ana 

-Parte de la del Santo Sepulcro

-Calle García Izquierdo (a este le dedicaré un artículo independiente)


CALLE DE SANTA ANA



La calle de Santa Ana se componía de dos vecinos, en el lado izquierdo de la calle, en el número 1 vivía el "hermano Mota" y su esposa, que no tuvieron descendencia.

En la siguiente vivienda vivía el matrimonio "Pericón Parra" y su esposa Juliana Membrilla. Tampoco tuvieron descendencia.

De muy chico siempre estuvo con ellos el sobrino Rafael, un buen chico que apreciaban como si fuera un hijo. El hermano Pericón regentaba una carnicería. 

En la acera de enfrente no había vecinos, pero sí había puertas que se llamaban "postigos". Éstas eran puertas que daban por la parte de atrás a las casas que tenían la puerta principal mirando a la plaza, la primera puerta era de Nemesio Pacheco, que fue alcalde del pueblo en su día. 



También la de Aurelio Martínez (la segunda). Desde estas puertas para adelante era todo un muro que hacía esquina con Costanilla de Santa Ana. Unos metros antes de llegar a la esquina de Costanilla de Santa Ana, había una concavidad donde estaba colocada la imagen de la Virgen de Santa Ana. Según tengo conocimiento de nuestros antecesores, estos me contaban que cuando pasaban los vecinos del Lugar delante de ella (ya que era el paso para ir a la iglesia) se paraban para rezarle una oración y al despedirse se santiguaban.

Este muro fue derruido allá por el siglo XIX y con él, el nicho destruido. La Virgen desapareció y nunca más se supo de ella.



COSTANILLA DE SANTA ANA



La calle Costanilla de Santa Ana para el barrio era "la Cuesta de los Picantes", ya que en ella estaba la fragua de "los Picantes". En ella residían:

En el número 1 vivía el profesor don Agerico, hombre muy serio en la clase. Cuando parecía que estaba entretenido o salía de la clase por cualquier motivo, nosotros los alumnos  la armábamos buena y nos pillaba "in fraganti". Acto seguido nos mandaba al "rincón de castigo" con los libros en las manos en cruz y lo pasábamos crudo.

En la siguiente puerta estaba la fragua de "los Picantes", que cuando íbamos a aguzar las rejas del arado solían ofrecernos el mazo para echarles un mano. Todos los chavales del barrio íbamos para que nos pusiera el rejo del trompo (peonza) cuando este cascarreaba. Una vez cerraron y desalojaron la fragua, adquirió el local Pedro "el de las Gaseosas".



En la acera de enfrente no había viviendas hasta que se llegaba al horno de la hermana María, la madre de la Plácida e hija, quienes regentaban la tahona juntas.

Una noche trataron de robarles un amigo de lo ajeno, y dio la casualidad que el marido de Plácida (Deogracias) fue a echar un vistazo al horno. Al abrir la puerta, vio a un bulto que huía. Deogracias echó mano a un garrote que allí tenía y se fue a por él, pero el intruso saltó por encima de la tapia y cayó al vacío, ya que las viviendas que daban a la calle de Montejano había un desnivel muy profundo. Puede que cayera sobre las tinás de las viviendas correspondientes. El vecino al oír las voces salió al corral a ver qué ocurría, pero no vieron a nadie. Por más que se investigó no se supo quién fue el ontruso.

En la puerta siguiente vivía la familia Luciano Osa y su esposa "Copia" que tuvieron un hijo, al cual le llamaron Luciano. El apodo era "Alicate". Luciano padre, después de la Guerra Civil española, se alineó voluntario a la División Azul, yéndose a combatir a Rusia contra los rusos, de donde nunca más volvió y nunca más se supo de él. Su esposa le estuvo esperando hasta los diez años que se exigía para darle por muerto. Pasado ese tiempo la Copia se casó con el hermano "Higuerillas", el que suministraba el agua del pilar.

En la puerta siguiente habitaba Juan Pacheco y su esposa Ángela. Juan Pacheco tenía un rebaño de ganado caprino y se dedicaba a la venta de leche. Se le conocía por el apodo de "Mariote". Del matrimonio tuvieron tres hijos, dos chicas y un chico. La mayor de las chicas se llamaba "Maruchi" y la otra menor Delfina. El chico se llamaba Juan aunque en el pueblo se le conocía por "Juanito". Juanito fue jugador del Club deportivo de Fútbol de Pedroñeras. Juanito era muy veloz y muy difícil de seguir en sus carreras con el balón en los pies, en el pueblo le conocían con el apodo "Juanito Mariote".



En la vivienda siguiente vivía la familia de Deogracias y su esposa Plácida, que tuvieron varios hijos, cuyos nombres eran Emilio, Luis, Carmen, Julia, Plácida (hija) y María.

En la puerta siguiente vivía la familia de "Martín el de la Águeda". Se le conocía así por el nombre de su madre, "la Águeda". La mujer de Martín se llamaba Sandalia. Tuvieron tres hijos: Daniel, Ángela y Justa. También vivía la hermana de Sandalia, llamada María, con su marido "Bolele" y sus hijos.

La casa hacía esquina con la calle García Izquierdo. Pasado un tiempo la casa se puso en venta y fue adquirida por Deogracias Gallego, acoplándola a la suya. 

En la acera de enfrente había una vivienda que tuvo varios inquilinos. Es muy difícil recordar los nombres de las familias que estuvieron allí. Se me vienen algunos nombres de los apodos, como "el Pollo", "Sopas", "Joselito", otro era de El Provencio que estaba casado con una chica del pueblo...

En la puerta siguiente vivió el brigada que vino jubilado del Ejército y que venía recomendado para ocupar un puesto en el Ayuntamiento aunque no sé de qué. Luego se dedicó a la venta de planta americana de la vid. También vivió en ella el peluquero Valentín "Moro" y su esposa Vicenta. Este era el que tenía la peluquería en la plaza y la trasladó a esta vivienda. Tuvieron tres hijos: Felipe, Jesús y Luciano y tuvieron una vida familiar en ella.



EL SEPULCRO



En esta parte de la calle del Santo Sepulcro solo vivía el hermano "Miguelejas" y su esposa Florencia, quienes no tuvieron descendencia. Miguelejas cuando se jubiló se prestó para ser campanero del Lugar e introdujo un nuevo estilo en el toque de las campanadas de la iglesia que sorprendió a los vecinos del pueblo, dándole un  nuevo aire más acorde a los nuevos tiempos, más armoniosos y sentimentales y sin ningún interés económico. El hermano "Miguelejas" era muy buena persona.



Al otro lado de la acera de enfrente no había viviendas, solo había un corral y una casa-corral. La casa-corral pertenecía a Pericón Parra, donde encerraba el carro, el burro, los arreos, aperos y aparejos de labranza, y además, unas gallinas. Por cierto, esta casa-corral del hermano Pericón Parra tiene su anécdota, que era la siguiente:

Un día Pericón le dijo a Felipe Hergueta (el que luego regentaría el bar FEYMA y con el que se llevaba muy bien) que le ofrecía la casa corral a cambio de que le diera un pan de kilo todos los días hasta que falleciera el matrimonio. Felipe, que era muy buen amigo de Pericón, le dijo que no hacía falta, que si necesitaba un pan, él se lo daba. Pericón le contestó que no, que quería que fuera así y si no, se buscaría a otro comprador. Felipe le dijo que siendo así, que lo aceptaba. [A esto quiero recordar que Felipe tenía un local al lado de la casa-corral que Pericón quería vender, y es por esto por lo que Pericón le ofreció la casa-corral a Felipe]. Así que el bueno de Felipe le llevaba un pan de kilo cada día. He ahí el valor que tenía el pan en aquel tiempo. Así se aseguraría el pan; ya que tener el pan asegurado era muy importante.

*Anotación: En aquella época existía el temor de llegar a viejo sin paga de jubilación, y de esta forma el elemento principal (el pan) lo tenía asegurado. ¡Curioso, ¿no?!

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