FELIPÓN Y EL VALENCIANO: Capítulo 21º | Las Pedroñeras

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viernes, 22 de octubre de 2021

FELIPÓN Y EL VALENCIANO: Capítulo 21º

 


por Vicente Sotos Parra

Conforme pasaba los meses Felipón no podía hacer lo que hizo su antecesor Abundio “Ratón Colorao” teniéndolo presente, pues todos lo que le enseñó no estaba escrito en la Biblia ni en el Quijote. Seguía haciendo los mandaos de los compañeros que no podían salir del cuartel, pero con la diferencia de que no exigía nada por hacerlo.


El tabaco y las cartas se los facilitaba sin pedir nada a cambio, voluntariamente le daban los dos reales que guardaba. Siguiendo la costumbre de “Ratón Colorao” les hacía una pulsera de a duro para luego tardar menos  tiempo en contarlo.

Como ocurre casi siempre en la vida, tuvo compañeros que después de hacerles el favor no le daban nada por el servicio. No solo eso, sino que se burlaban de su semblante de bonachón y poco avispado intentando engañarlo como si fuese fácil después de haber leído veinte veces la Biblia lo mismo que el Quijote, cosa que no era fácil. Cuando  el que lo intentaba confundir le contestaba con unos pasajes del Quijote, con algún chascarrillo, del tosco pero sabio Sancho… o de san Mateo, san Agustín, san Pedro. Al escuchar dichos pasajes, su planteamiento de tenerlo como torpe, lerdo, cambiaba radicalmente dejando de ser el que pensaban que era Felipón.

Esto le pasó con un valenciano. Los valencianos a los que llegaban de la meseta le llamaban en tono despectivo “Churros”, leyenda que según se cuenta a la hora de jurar bandera en vez de decir "Juro" uno de la meseta dijo “Churro”.  Pero esta historia parece que fue al revés: que fue un valenciano el que al llegar a jurar bandera dijo “Churro” que se asemeja más a la expresión de “Chure” en valenciano.

Este valenciano se creía listo de nacimiento y cuando él llegó a este mundo era cuadrado y no redondo, por lo que se dedicó con una lima a darle la forma redonda en la cual se encuentra.

Desde el primer día de su entrada en el cuartel ya miró de manera despectiva a Felipón, preguntando el motivo de que pudiera vestir de paisano, y de dónde era. Cuando supo de su origen que era de Cuenca y de un pueblo Las Pedroñeras, se le hincharon la venas del cuello diciendo: “La mare que él va a parir als churos de merda”. La madre que parió a los churros de mierda.

Supo Felipón por uno de su pueblo original de Cullera que de mote le llamaban Pepe Mocos Verdes. La envidia se la dejaba de sobra considerando a los no nacidos en Valencia y su provincia extranjeros, venidos a comerse el pan que le sobraba, haciendo todo lo posible para que pareciesen forasteros de otro mundo en el cual no tenían derecho a respirar. A Felipón lo perseguía con tanta inquina y malicia que de haberlo podido encerrar en el calabozo por cualquier tontería lo hubiese hecho sin ningún miramiento. A la Iglesia la consideraba unos parásitos, y al clero, un atajo de mandingas y mangante que le comían las ideas y los cuartos al pueblo inculto.

Siendo este Pepe Mocos Verde de mediana estatura y rechoncho que lo hacía parecer más bajo, y sin un pelo en la cabeza a pesar de su juventud. Hablaba siempre en valenciano con soltura sin importarle si se le entendía. Formó su grupo que le seguía, pues tenía ese don de verborrea barata de político embaucador que exacerbaba a los que le escuchaban para una vez conseguido su objetivo dejar a los inocentes llevaran a cabo su planteamiento. Tenía estudios de haber estado en el instituto lo que no le fue difícil de aprobar los exámenes de cabo primero.

Los que le llegaron a tener pánico fue los venidos de Albacete y Cuenca, los perseguía con saña y malicia, arrestándolos sin motivo ni razón. El pelo de los valencianos siempre estaban en condiciones, las botas más de lo mismo, mientras que a los de la meseta lo llevaban largo y la botas sucias, esto a la hora de pasar revista. Una semana sin salir del cuartel, o arrestados en el cuerpo de guardia.

¡Había que darle leña al mono!  Poco a poco cada vez se abría más el abanico en el que Mocos Verdes acorralaba a sus víctimas que no teniendo armas para defenderse de aquella persecución tan grande como injusta.

A don Santiago le llegó la información de las pequeñas tropelías y escarda de lo que consideraba  gente honrada, honesta a carta cabal.

Un domingo en el que estaba de guardia Mocos Verdes, como suboficial, dejo de que los valencianos se marcharan de paseo sin acudir a la misa a la que solo asistieron los diez, justos los que procedía de la meseta castellana.

Nada más terminar la misa don Santiago lo hizo llamar a la sala de oficiales a Mocos Verdes.

-------Permiso…saludo militar.

-------Quédate firme mientras estés delante de mí y no se te ocurra bajar la mano del botón de la gorra.

-------Jesús dijo que todos somos  iguales ante la ley.

Tú no has cumplido la ley de este cuartel en el cual toda la guardia saliente y entrante debe acudir a misa.

-----La discriminación de no hacerte entender por tus subordinados hablando en valenciano.

----- En este cuartel, en esta nuestra Patria se habla en castellano español para que todo el mundo se entere de lo que se dice y ordena.

Son dos faltas graves que tu capitán sabrá el castigo que te mereces.

Además de una falta de respeto el que no te hayas limpiado los mocos verdes que te caen por la barbilla.

Difícilmente en estado de firme, y saludando podía la criatura limpiarse.

------¿Alguna cosa más, Páter?

…..Sí, que reces quince padres nuestros, quince avemarías, y quince credos, y da gracias que no te mande a Chinchilla para que te quiten cuando se te queden pegaos los mocos del frío con una teja, esos que desigualmente tratas.

Con el rabo entre las piernas y unos sudores que se mezclaban con las velas de las narices, ríete de las de la Iglesia cuando son las fiestas patronales.

Sabedor de que el terreno andaba embarrado y resbaladizo.

Pepe Mocos Verdes fue destinado al polvorín de Chinchilla.

Cuando unas semanas después le preguntó Felipón a don Santiago.

¿Dónde estaba el milagro de que no les faltasen de las taquillas de los paisanos los quesos y los chorizos de Cuenca y de Albacete?

 


RESPUESTA

Hijo mío, el diablo sabe más por viejo que por diablo.

 

 

(CHASCARRILLO)

El milagro de los  quesos y chorizos

fue el milagro de Mocos Verdes.

A los de Cuenca y a los de Albacete

no se los iban a tocar ningún Mocos Verdes.

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Venimos del polvo

vamos al polvo y

estamos haciéndonos polvo.

(Pedro Ruiz.)

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