PIOJOS EN LAS PEDROÑERAS: Artículo de 1975 "Del ajo al piojo" | Las Pedroñeras

martes, 22 de octubre de 2024

PIOJOS EN LAS PEDROÑERAS: Artículo de 1975 "Del ajo al piojo"




No son de ahora. Son de siempre. Aunque lo raro es que sigan dándose ahora. Los piojos aquí en el Lugar siempre se nombraron como "piejos" y solían aparecer en, y protagonizar, momentos escolares. Y es que tenían por costumbre acudir a las cabezas de los niños en edad escolar, costumbre que no han abandonado. Pocos años pasaban desapercibidos. Eran habituales compañeros. Además se prodigaban que daba gusto, saltando de cabeza en cabeza, para dejarlas inundadas de liendres y bichitos [es un decir, pues, en realidad, el piojo no salta, se transmite por contacto directo]. Una plaga. Los maestros los anunciaban, se hacía saber a los padres y estos debían poner medidas: inspeccionar las cabezas de sus hijos, ver si estaban infestados, limpiar las liendres y acabar con los bichitos, con los "piejos". Si el niño comenzaba a tener picores y a estar más tiempo rascándose la cabeza que estudiando, o haciéndolo mientras se rascaba la cabeza, o simplemente decir "mama, me pica", saltaban las alarmas. El chiquete tenía piejos y había que tomar medidas.



Las madres (que no los padres) actuaban entonces inspeccionando las cabezas, con el "painecejo" (paine es peine). Tardaban una hora o más en realizar una inspección completa. Se iban separando con el peine, a tajo, pequeños mechones de pelo. Estos se revisaban por si tenías huevecillos blancos (liendres) pegados, o se veía algún bicho diminuto (el piojo), en el pelo o en el cuero cabelludo. Antes, incluso, existían uno peines especiales, llamados liendreras, con púas anchas y casi pegadas unas con otras para ir arrastrando con ellas los bichitos a medida que se pasaban por el pelo. Una vez se había llevado a término la inspección total, te embadurnaban con vinagre, pues se entendía que los piojos rehuían este olor, de modo que uno iba por ahí apestando a este hedidondo y mefítico vinagrazo. Y es que tener piejos era algo deshonroso porque parecía equivaler a falta de aseo, por lo que, habitualmente, se solía ocultar el nombre del niño cuya cabeza servía de residencia de estos sapetes, aunque si al día siguiente faltaba a clase tal o tal persona, quizá uno podía sospechar que eran los poseedores de los odiosos inquilinos. Eso sí, si tu hijo tenía piejos, ¡a saber quién se los había pegado! (no se utilizaba entonces el verbo contagiar). Tener piejos era de lo peor, ignominioso, una afrenta, algo vergonzoso. No sé si seguirán aplicándose estas valoraciones sociales.


Antigua liendrera y actuales peines para piojos.



Todo este discurso seguro que a alguno le trae recuerdos de antaño, si es que no ha ocurrido algún episodio piojil más o menos reciente en su entorno, pues ya digo que siguen dándose si perder comba. En fin, que he leído la siguiente noticia de 1975 sobre la presencia de piojos en Las Pedroñeras (abajo os la pongo) y me he acordado de cuando los había cuando uno iba a la escuela, cosa que comentaba yo estos días de atrás con don Antonio, un compañero de instituto.



Esto lo he leído por ahí y lo añado:

¿Cuál es el efecto del vinagre sobre los piojos y las liendres? 

El vinagre contiene ácido acético, aproximadamente un 5%, y es este componente el que facilita esta acción. El ácido acético disuelve el cemento adhesivo que fija la liendre, facilitando su eliminación con el cepillado. Pero para luchar contra la pediculosis no solo es necesario despegar y eliminar las liendres, también es necesaria una acción pediculicida, es decir, de eliminación de los piojos y las liendres. Para que el vinagre tuviera una acción directa contra el piojo necesitaría altas concentraciones, pero el ácido acético puede resultar corrosivo y provocar quemaduras u otros efectos indeseables a nivel de la piel del cuero cabelludo. Es importante hacer una dilución correcta con el agua y controlar muy bien el tiempo de contacto con la piel para eliminar piojos con vinagre sin que sea un problema. Fuente

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